El libro que cambia con cada lector

El libro que cambia con cada lector

El relato mágico y lleno de metáforas nunca pierde vigencia.

El libro que cambia con cada lector
05 Abril 2013
Pasaron 70 años y en el mundo todavía se venden más de un millón de copias por año. Padres se lo compran a sus hijos, novios lo intercambian, abuelos lo comparten con sus nietos, maestros lo recomiendan a sus alumnos. Después de la Biblia es el texto más traducido. "El Principito", la inmortal creación de Antoine de Saint-Exupéry, llega a las siete décadas rozagante. Tal como lo descubrió el mundo cuando se editó por primera vez, el 6 de abril de 1943.

Fue llevado al cine, a la TV, los cómics, el radioteatro, el teatro, a la ópera y, por supuesto, a los dibujos animados. Algunas veces reinterpretado o con sabor a continuación. Es el caso de Alejandro Roemmers y su libro "El regreso del joven príncipe".

Este empresario, dueño del laboratorio Roemmers, logró lo que pocos pudieron: conseguir que la Fundación Saint-Exupéry, poseedora de los derechos de reproducción, bendijera la obra y su presidente, sobrino nieto del autor, escribiera el prólogo.

La historia se desarrolla en la Patagonia, cuando un hombre encuentra a un joven (El Principito) al costado de la ruta casi moribundo. Lo sube a su auto y allí comienza un diálogo sobre los interrogantes de la existencia. Tiene un final feliz, contrario a la historia original, que había sumido en la tristeza a Roemmers cuando la leyó en su infancia.

Como regla general, la fundación no permite obras basadas en "El Principito". Roemmers pudo entregarle el escrito al presidente de la fundación durante una muestra que se hizo en Argentina. Ya habían rechazado su publicación años antes, pero el empresario no quería darse por vencido. Cuando leyó el libro fue el propio presidente de la fundación quien lo llamó y le ofreció escribir el prólogo. Se publicó oficialmente en noviembre de 2008 a través de la editorial Grijalbo.

Una fugaz versión local
Estas trabas con los derechos de reproducción provocaron que en 70 años las adaptaciones no fueran tantas como se habrían podido concretar.

En Tucumán, "El Principito" tuvo una corta existencia en el teatro El Galpón, que funcionaba en el pasaje Padilla.

En 1989, la obra con música de Pink Floyd y dirección de Jorge Salvatierra fue llevada al escenario. Un mes después tuvieron que levantarla porque los dueños de los derechos amenazaron con cerrar la sala. "Nos pedían en ese momento lo que hoy serían 25.000 dólares por los derechos. Era una suma imposible de pagar", recuerda el director de teatro.

El guión había sido adaptado por Salvatierra y contaba con el auspicio de la UNT. Según Salvatierra, jamás imaginaron que habría problemas con los derechos, debido a la popularidad que tenía el libro.

"Fue una gran desilusión, trabajamos varios meses y la escenografía era muy buena. Teníamos la parte de adelante de un avión y hasta el planeta de El Principito", cuenta. En ese año el elenco estaba formado por Camilo Moreno (El Principito), Mario Costello (el aviador, el comerciante y el vanidoso), Nora Pérez (reina y astrónoma), Susana Lobo (la rosa), Susana Granado (la farolera y la zorra), Nancy Rodríguez (geógrafa) y Beatriz Alascio (víbora).

"La decepción fue tan profunda que no pude tocar el libro por años. Fue mucho trabajo con los actores para que se la levantara al mes", confiesa.

El sabor amargo que le produjo ese episodio -comenta- lo llevó a que en las producciones posteriores priorizara guiones de escritores tucumanos. Los derechos son más fáciles de conseguir o, por lo menos, en pesos.

Una editorial de Nueva York fue la primera que publicó la obra del aviador francés. Tres años después, en 1946, "El Principito" vio la luz en su país natal, Francia, del que Saint-Exupéry había huido cuando Alemania lo ocupó en la Segunda Guerra Mundial.

El autor nunca disfrutó el éxito de su nouvelle. En abril de 1944 despegó a bordo de un P-38 sin armamento de una base aérea en Córcega y no regresó. Tenía 44 años. Cuando el libro se convirtió en un suceso literario, se dijo que Saint-Exupéry se había esfumado para encontrarse con su famoso personaje.

En 1998 un pescador encontró una pulsera de plata que llevaba su nombre y el de su mujer, Consuelo, al sur de Marsella. En 2003 recuperaron los restos de la avioneta. Fue una existencia corta, como la de "El Principito", pero que dejó un legado eterno.

Comentarios