Hablar solo no es síntoma de locura, pero...

Hablar solo no es síntoma de locura, pero...

Quien no haya tenido nunca un diálogo consigo mismo en público, que arroje la primera piedra. De tan normal, es un comportamiento que casi no llama la atención, pero que cada vez se ve más. ¿Cuándo preocuparse?

13 Marzo 2013

"Los veo siempre. Vienen todos los domingos, cerca del mediodía. Cuando ya no pasa un perro por la calle y la ciudad queda en silencio, en el bar sólo se escucha la voz de ellos. Están cada uno por su lado. Se sientan frente al espejo y tienen una conversación con ellos mismos". Miguel trabaja hace 43 años en un tradicional bar frente a la plaza Independencia y afirma que, lo que está viendo ahora, no lo vio nunca antes. "No sé a qué se debe, yo no soy psicólogo", dice para justificar lo inexplicable de su observación y asegura que más que en cualquier otra época, ve una cantidad sorprendente de "locos" que hablan solos por las calles de la ciudad. Algunos, incluso, se sientan a tomar un café con ellos mismos en el bar al paso donde trabaja.

"Antes, en los 70 -cuando empezó como mozo-, los que andaban hablando solos eran los loquitos, los que tenían algún problema en serio. Pero ahora no, es como si se hubiera vuelto algo normal", dice Miguel, insistiendo en que no se publique su apellido. "Es que acá me conocen todos, no quiero mandar a nadie al muere", alega.

Quien no haya sido nunca sorprendido teniendo una conversación consigo mismo, que tire la primera piedra. Y es que se ha vuelto un comportamiento tan normal que quizás los otros ni se fijen, o al menos no les llame la atención. Pero, ¿cuándo deberíamos comenzar a preocuparnos? He ahí la cuestión: en la psicología humana los límites son siempre difusos.

Las posibles causas
"Atención: lo común no es sinónimo de normal", advierte el psiquiatra Carlos Iriarte, tratando de explicar por qué a casi nadie le llama la atención verse a sí mismo o a otros hablando solos. "De tan común y de tan visto, es un comportamiento que ya no produce angustia, no nos parece raro, entonces deja de ser angustiante", detalla.

Según Iriarte, la explicación a este ¿síntoma? se puede encontrar en la propia composición de las familias actuales y en el estilo de vida moderno. "El almuerzo familiar, por ejemplo, tiene un significado y una función básica. La reunión sirve para que los miembros de la familia les cuenten a los otros cómo les ha ido, los éxitos y los fracasos del día... es un espacio de contención. Pero ya no almorzamos todos juntos, entonces difícilmente podamos compartir lo que nos pasa y en la charla con nosotros mismos encontramos ese espacio".

Nada preocupante hasta el momento. Incluso, para el observador externo puede resultar divertido ver a alguien ensimismado y hablando solo. Pero en otras situaciones sí es necesario abrir más los ojos y estar atentos. El analista Jorge Origó, presidente de la Asociación Freudiana de Psicoanálisis, lo explica mejor: "si la persona está contestando a voces que escucha, entonces sí, es preocupante y patológico, puede ser una psicosis y es necesario acudir a una consulta. Pero si estamos hablando de personas neuróticas, en general tiene que ver con mecanismos de autorreproches muy propio de la gente obsesiva", diferencia.

Según Origó, el soliloquio es la oportunidad que tiene la persona de recriminarse a sí misma porque no ha hecho o no ha dicho determinadas cosas en su debido momento. "Puede ser tanto un signo de agotamiento psíquico como un rasgo propio de una persona con demasiada actividad mental, con un pensamiento que no se detiene nunca y lo externaliza", agrega.

En realidad, el pensamiento nunca se termina. Pero, ¿por qué ponerlo en palabras sin ningún interlocutor que las escuche?

"¿Y por qué no?", desafía el psicólogo Osvaldo Aiziczon, quien advierte que el monólogo en soledad hace evidente y tangible la convivencia con uno mismo. "Desde el punto de vista psicológico, el hablar solo no es necesariamente una patología que deba preocupar; pero desde el punto de vista social es señalado como un desorden mental. Hay que dejar en claro algo: que el interlocutor no sea visible no significa que no exista. Es muy posible que en ese monólogo estemos contestando a múltiples otros que tenemos en nuestro interior", señala. En otras palabras, en la charla con nadie le estamos respondiendo a un jefe, a una institución, o a la sociedad entera.

Hablar solos, desde algún punto de vista, es ejercer la soberanía sobre uno mismo y rebelarse ante el mundo. "Siguiendo a Lacán, siempre hay un otro al cual nos dirigimos con nuestros actos y palabras. Ese otro es fundante de la estructura psíquica y hablar solo es una forma de hablarle a ese otro, que no es más que la mirada del otro, o los mandatos sociales que en ocasiones se pueden volver torturantes y aturdir", apunta Origó.

La parte divertida
Miguel, el mozo que no deja de sorprenderse con los clientes y los transeúntes que hablan solos, también se divierte, aunque no puede dejar de lado la cuota de preocupación. "La gente está muy loca, hay muchos problemas, fundamentalmente económicos", analiza. Pero, ¿por qué le resulta divertido?

"Hay un solo sentido que no puede anularse y es el auditivo. Si nos paramos junto a alguien que habla solo, es casi inevitable escuchar lo que dice y satisfacer algo común a todos, que es saber qué le pasa al otro en su intimidad", indica Aiziczon. Entonces, el monólogo ajeno nos permite curiosear en el interior del prójimo y, casi siempre, sentirnos identificados.

En los chicos la situación es diferente

La fantasía es parte del proceso evolutivo de los niños y en esa etapa es normal que hablen solos.


Es muy común que los niños hablen solos hasta cierta etapa de su desarrollo, principalmente la vinculada con la evolución en el lenguaje y también con la construcción de la fantasía. Incluso es habitual que vaya de la mano con tener un amigo imaginario, lo que en ocasiones pone en alerta a los padres. Una psicopedagoga explica que, hasta cierto momento todo esto es saludable, pero que de no cerrarse la etapa debería motivar una consulta a un especialista.

"A partir de los dos años de edad comienza el desarrollo del lenguaje y se va formando la estructura psíquica del sujeto. Hasta los cinco años más o menos la fantasía está muy presente en la vida de los chicos. Es común que le pongan vida a los objetos inanimados, o que utilicen un personaje ficticio para empezar a establecer vínculos. Esto es normal y saludable, pero si todo eso se extiende más allá de esa edad, habría que empezar a analizar qué pasa", advierte Natalia Jiménez Terán, psicopedagoga especializada en rehabilitación neurológica y aprendizaje.

Con estos personajes ficticios, los chicos de hasta cinco años, de alguna manera, no están solos. Pero pasada esa edad, lo esperable es que comiencen a establecer vínculos con otras personas y que dejen atrás el camino de egocentrismo que es natural a partir de los dos años. "Por supuesto que estas edades no son exactas, pero sirven como puntos de partida para comenzar a prestar más atención. Si un chico permanece en su mundo de fantasía después de los cinco años y no se relaciona con nadie, sería bueno hacer una consulta. Un especialista analizará múltiples situaciones, observará al chico y su entorno y podrá decir si hay de qué preocuparse o no. Puede ser un niño con algún retraso en el aprendizaje, más inmaduro que el resto, o simplemente que sea un rasgo de su personalidad y no haya de qué preocuparse", señala la especialista.

Resumiendo: ¿a partir de cuándo preocuparse porque un niño habla solo y vive en su mundo? Jiménez Terán señala los cinco años como la edad clave. A partir de ahí, habrá que abrir más los ojos.

Publicidad

PREGUNTAS FRECUENTES

- ¿Hablar solos es un síntoma de estrés?.- "No es descabellado pensar que el soliloquio sea una respuesta a una situación de tensión permanente. El sujeto, en su soledad, busca cerrar situaciones que le generan angustia y esto, hasta cierto límite, es sano. Sin embargo, no deja de ser un cierre imaginario, y siempre será mejor que este cierre sea realizado en el plano de la realidad", responde el psicólogo Osvaldo Aiziczon.

- ¿Es normal "ensayar" respuestas y conversaciones?.- "Es una forma de controlar la angustia previa que se genera antes de cualquier encuentro, sea laboral, una cita, o lo que fuere. Es un modo de prever la respuesta que el otro podría llegar a dar, aunque casi nunca funcione: siempre nos va a sorprender lo que nos diga el otro, entonces lo importante sería que de tanto 'ensayo' no perdamos la capacidad de respuesta ante un imprevisto. Otro riesgo con este comportamiento es quedarse con el 'ensayo' de una charla o un encuentro y nunca concretarla... Nos quedamos en la seguridad del uno mismo", señala Jorge Origó, presidente de la Asociación Freudiana de Psicoanálisis.

- ¿Entonces, cuándo preocuparnos?.-
"Cuando sea evidente el desapego de la realidad. Cuando la persona, en un ámbito social, permanece en esta actitud de ensimismamiento y no es capaz de interactuar con nadie", opina Aiziczon.

Publicidad
Comentarios