El campo también vota
En un año electoral como el presente, cada voto cuenta y los políticos buscan evitar enconos en sectores del electorado que pudieran redundar en una merma del apoyo popular. En esta postura parece asentarse el gobernador, José Alperovich, que en estos pocos meses de 2013 tuvo gestos de acercamiento hacia los cañeros con una ley y hacia los sojeros con un compromiso de estudiar la posibilidad de liberar créditos fiscales para atender la crisis del sector. Por distintos carriles parece dirigirse la relación siempre difícil entre campo y el Gobierno nacional.

Los discursos que dieron marco al inicio del período parlamentario en todo el país rebasaron optimismo y datos estadísticos de dudoso respaldo, pero prácticamente no hubo referencias al campo, el sector que aporta buena parte de los recursos que alimentan el motor de la economía argentina.

El viernes, en la asamblea legislativa, Alperovich recordó que Tucumán es la principal productora mundial de limón, y que alcanzó las 265.000 toneladas de fruta fresca exportadas en la última campaña, un aumento del 5% respecto del año anterior. También hizo hincapié en que durante nuestra provincia se convirtió en la principal exportadora de arándanos del país, tras haber exportado 8.500 toneladas de esta fruta en 2012, al tiempo que destacó que desde el aeropuerto local partieron con el producto 71 vuelos, por encima de los 59 de 2011. Pero no hubo en la alocución un párrafo que reflejara la situación de incertidumbre y desazón que padecen los productores de caña y de granos a causa de la sequía. En este último caso, se calcula que la escasez de humedad generará pérdidas similares a las de la temporada anterior, cuando la productividad de la soja cayó un 50% en promedio en Tucumán, también a causa de la falta de lluvias. De todas maneras, dos días antes de su exposición en la Cámara el gobernador ya había convocado a las autoridades de la Sociedad Rural de Tucumán para hablar de la crisis. A modo de compensación frente a los daños evidentes en los granos, los ruralistas pidieron recuperar parte de los saldos que tiene el sector productivo en la Dirección General de Rentas (DGR) por la doble retención de Ingresos Brutos de la que son objeto. Si Alperovich otorga este beneficio, la actitud de los sojeros hacia él no será tan mala a la hora de los votos. Igual podría ocurrir con los cañeros, que después de muchos años lograron que el Estado provincial sancione una ley que ponga la lupa en los ingenios que se resisten a exportar excedentes de azúcar que dañan el precio interno del producto. Pero nada de lo que pueda hacer u otorgar Alperovich modificará el malestar que el campo en general mantiene con la política agropecuaria nacional. En sus más de tres horas de discurso en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, la presidenta, Cristina Fernández, no dedicó ni una línea al sector que aporta el 60% de los recursos de que se nutre el Estado nacional. Tras el conflicto Gobierno-campo de 2008, que significó un fuerte desgaste a la figura de Cristina, en especial en los sectores medios y altos de la población, nunca se normalizó el vínculo entre ambas facciones. La consigna oficial pareció girar en torno del "ninguneo" permanente a las actividades agropecuarias, a las que se sindicó como movimientos desestabilizadores ligados a la oligarquía.

En un año electoral, el kirchnerismo se juega el todo por el todo para ganar las legislativas previstas octubre, porque de esos resultados saldrá la opción de apuntar a una reforma constitucional con reelección presidencial indefinida. Mientras, el campo nacional aguarda agazapado, como a la espera del momento justo para asestar un fuerte golpe a las pretensiones del Gobierno central.

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