Almerares y su tranquilidad suiza

Almerares y su tranquilidad suiza

El delantero que será titular esta noche tiene paciencia para todo y cuenta dónde la consiguió

¿PODRÁ DE CABEZA? Almerares salta y cabecea una pelota en la práctica; el delantero quiere marcar como sea esta noche. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI ¿PODRÁ DE CABEZA? Almerares salta y cabecea una pelota en la práctica; el delantero quiere marcar como sea esta noche. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
Falta una hora para que empiece la práctica. Bien arreglado, Federico Almerares ingresa al estadio. Serio, pero muy educado, responde a cada pedido de autógrafo por parte de un hincha o de una nota de los cronistas. El tono de sus respuestas no se alterará nunca así como la armonía con la que despeja alguna polémica por sus escasos minutos en cancha o simplemente la explicación del famoso ¿cómo están para el partido? El es tímido desde siempre pero esa tranquilidad casi tibetana fue perfeccionada en Suiza, donde jugó desde 2008 hasta 2011.

Ni bien llegó a Basilea, su primer club allí, tomó el volante del coche y en un semáforo, un auto delante suyo se demoró en arrancar cuando se encendió la luz verde. Impaciente, tocó bocina e inmediatamente sintió la recriminación del entorno. Almerares había roto con la paz que reina en las calles suizas. "Yo venía con todo el vértigo de Mar del Plata, Buenos Aires y allá me dijeron: '¿qué hacés?' Para ellos es raro", cuenta el delantero.

La anécdota se repite en los que viajan al viejo continente pero Almerares tiene más. La pasividad helvética no es sólo humana y no tardó en descubrirlo. Al parecer, los perros son parte de la sociedad en todo sentido: entran a los restaurantes, comen en la mesa, ocupan un asiento del colectivo o el tren. Son una persona más, cuenta Almerares. Esperando que la interacción con las personas sea un verdadero desastre, la sorpresa incrementó más cuando vio que se comportaban como un cliente, comensal o pasajero más: callados y en la suya.

"En Suiza los perros no ladran. No me preguntes por qué pero no ladran. Me pareció muy gracioso", dice Federico quien tras dos temporadas en Basilea pasó al Xanax en Neuchatel, una ciudad al oeste de Suiza pegada a Francia donde todos tenían la misma parsimonia, algo a lo que se supo acostumbrar y por qué no, asimilar para su personalidad antes de fichar para Belgrano.

"Me adapté a todo", confiesa Almerares que después del "incidente" con la bocina, no sólo dejó de usarla sino que se armó de la paciencia necesaria para esperar a autos y peatones suizos, cordobeses, tucumanos y marplatenses cuando se da una vuelta por su lugar de origen.

En Basilea fue compañero de otro jugador parco y tranquilo: Franco Constanzo. El ex arquero de River nunca dio una nota durante su estadía en Argentina y no modificó su postura en los Alpes. "No le gusta hacerlo en ningún lado. La única vez que lo vi frente a un micrófono, estaba hablando en inglés. Es una gran persona", dijo el jugador "decano" que concede entrevistas sin ningún drama pese a que puede notarse su timidez.

Y a pesar de que en su cuenta de Twitter abundan los "Jajaja" y los signos de admiración, el muchacho camina silbando bajo. Esa tranquilidad se la vio nítida en aquel gol que le convirtió a Defensa y Justicia, considerado uno de los mejores goles de la temporada. Luego le costó encontrar su lugar en el equipo y pese a que empezó el año con un gol ante Douglas, el partido pasado se quedó los 90 minutos en el banco. ¿Y cómo responde a eso? Con más serenidad. "Yo me estoy sintiendo bien y trabajo todos los días para que el entrenador considere que merezco un lugar en el equipo", dice.

No hay caso, es imposible sacarlo de las casillas y tampoco van a querer hacerlo. Así, por más que el contexto sea especial, se ha ganado su lugar en el equipo titular para enfrentar a Gimnasia de Jujuy y así piensa hacerlo sin depender de lesiones ni nada. Y si no se da ahora, tendrá el sosiego necesario para asumirlo y seguir trabajando.

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