Marchaban a 20 km por hora, pero podían llegar a 60

Marchaban a 20 km por hora, pero podían llegar a 60

ANEGADOS. La lluvia no detenía a los troles ni a los ómnibus ñatos. ANEGADOS. La lluvia no detenía a los troles ni a los ómnibus ñatos.
03 Octubre 2012
Los troles se movían con soltura por las calles tucumanas. Las unidades alemanas solían andar a 20 kilómetros por hora, pero podían desarrollar una velocidad de hasta 60", explicó a LA GACETA Nicasio Mario Retamozo, otrora mecánico de este medio de transporte eléctrico de pasajeros. Oscar Sanguineti, titular de la desaparecida Dirección Provincial de Transporte (DPT) en 1955, en una entrevista periodística de la época explicaba que por el centro los troles debían andar a 18 o 20 kilómetros por hora. El funcionario destacaba las ventajas del sistema de freno de los troles, que combinaba un sistema eléctrico con otro neumático, de diseño Westinghouse. Esto brindaba un amplio margen de seguridad en el frenado. A tal punto que superaba las exigencias del reglamento nacional de tránsito.

Los motorman
"Hace 57 años la DPT seleccionó a los choferes que poseían las mejores fojas de servicios y los capacitó no solo para conducir sino también para entender la mecánica de los troles", contó Retamozo. "Después -añadió- decidieron perfeccionar a los mecánicos y liberaron a los conductores de esa tarea". Marcelo Tapia, de 79 años y ex guarda de los ómnibus eléctricos, recordó que estos desarrollaban una alta velocidad para la época. "A los conductores también los denominaban motorman, como a los de los tranvías. Al trole se subía por adelante y se descendía por el medio, como se hace todavía en los colectivos. El guarda era el encargado de vender los boletos y de dar la orden de partida una vez que habían bajado todos los pasajeros", siguió relatando Tapia.

Además, los troles contaban con una especie de libro de quejas. "En cada uno de los coches había una alcancía para que la gente expresara sus reclamos en relación con alguna deficiencia o mal trato de un guarda", recordó Tapia. Una costumbre que muchos destacan de aquellos tiempos.

No tan durables
Retamozo, quien a los 81 años mantiene indemne su memoria -porque "nunca fumé ni tampoco me agrada el alcohol"-, remarcó: "los coches que se trajeron aquí estaban fabricados para durar 20 años. Pero al poco tiempo comenzaron a deteriorarse, y era difícil conseguir repuestos para arreglarlos. Aunque yo siempre estuve convencido de que no era así. Creo que era más bien una excusa, porque los ómnibus a combustible ya venían arrollando el mercado del transporte público".

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