Buscan el gen ideal entre los que tienen 100 años

Por Teresita Carabajal 01 Septiembre 2012

Vive en Los Zazos, un pueblito situado a siete kilómetros arriba de Amaicha. Cercana a una cascada, se distingue a lo lejos la casita de doña Liboria González de Flores, más conocida como Doña Poli, que el 26 de julio cumplió los 100 años. Apenas escucha, pero sigue lúcida; Nunca salió de ese lugar salvo, a caballo, con motivo de la cosecha de caña en San Pablo, cuando vivía su marido, quien murió a los 104 años.

Tantas historias guardadas en los pliegues de su piel morena y curtida por el sol de montaña, nos interroga acerca del secreto de una vida que duró un siglo, que le dio 11 hijos, 96 nietos, 102 bisnietos y 6 tataranietos. Y que además no sufre ninguna enfermedad propia de la edad. Uno se pregunta cómo hizo, y de qué se valió para llegar a esa edad en tan buenas condiciones. Una de sus nietas, Candelaria Flores, está segura -dice- que es por el lugar donde nació y vive todavía; por su alimentación a base de maíz, zapallo, legumbres y vegetales, y porque llevó una vida serena sin estrés ni demasiados sobresaltos. Reconoce que con la muerte de uno de sus hijos, hace un par de años, la abuela se enfermó de tristeza, pena que amortigua "con té de albahaca, de cedrón, y rezos".

"Sólo consumía carne de cabra y de llama charqueada (salada y secada al sol). Fumaba en chala, y tomaba sus buenos vasos de vino patero o mistela, que ella misma elaboraba", contó su nieta.

Vida ordenada
En Tucumán vivían hasta 2010 92 personas con 100 años y más, de acuerdo al último Censo de Población. A la fecha habría que sumar incluso, las 53 personas que en ese año tenían 99, y las 66 de 98 años de edad. El Censo también nos anotició de que eran más las mujeres con 100 años que los varones: el índice de masculinidad es de 39,4 por cada 100 mujeres.

Entre ellos, Lindor Marcelo Moyano, quien va camino a cumplir 101 años, es otro de los ejemplos de cómo influyen el ambiente y una vida sana para ganarle años a la vida. Tiene 8 hijos y vive con su esposa, Inés (84), que la conoció practicando tenis en su época de juventud. "El secreto de haber llegado a más de un siglo, creo, podría deberse al hecho de que llevamos una vida ordenada, y sin estrés; y sin haber fumado ni un solo cigarrillo", dijo Inés.

¿Son el ambiente y la buena alimentación, y el vivir una vida si estrés, las condiciones para vivir más? Es la pregunta que hoy desafía a la comunidad científica mundial, que defiende otra hipótesis: que el secreto de la longevidad estaría en la cadena genética de los centenarios. Explican los investigadores que en la secuencia genética de cada persona se puede vislumbrar la propensión a sufrir ciertas enfermedades. Si cada persona contara con esa información, sería más fácil saber a qué atenerse y en qué hacer hincapié para cuidarse y prevenir lo que marcan los genes.

Si bien hace tiempo se habla de los beneficios de la actividad física, de una buena alimentación y de una vida sin estrés, en los últimos años empezó a cobrar peso la teoría que sostiene que a la clave de la longevidad hay que buscarla en los genes. Por ello cobra importancia la convocatoria que hizo la X Prize Foundation en la que invitó a grupos de investigadores a analizar la secuencia de los genes de 100 personas de 100 años, para ver qué tienen en común, y comprobar si allí está la clave de la longevidad. La Fundación premiará con 10 millones de dólares al grupo que secuencie con la mayor precisión y al menor costo posible el genoma de los cien centenarios. La misión es la de buscar si hay un genoma ideal, y si los hallazgos servirían para conocer la predisposición a futuras enfermedades.