Una cita con las percusiones folclóricas de Mariana Baraj

Una cita con las percusiones folclóricas de Mariana Baraj

Esta noche presentará sus composiciones en El Arbol de Galeano.

CHURITA. Así se llama el cuarto disco de Baraj, el primero integrado por sus propios temas. Hoy los tocará. "CHURITA". Así se llama el cuarto disco de Baraj, el primero integrado por sus propios temas. Hoy los tocará.
16 Julio 2010
La manifestación primitiva del pulso madre habita en la percusión que Mariana Baraj (Buenos Aires, 1970) persigue, concepto que puesto en esos términos lleva inevitablemente a pensar también en la percusión que persigue a Mariana Baraj. "En combinación con el canto alcanza un grado de poder que no tiene competencia", reconoce la solista, que esta noche brindará un recital en El Arbol de Galeano (Rivadavia 435).

Sola con sus bombos y tambores, su charango, su loopera y su voz, Baraj se propone llenar la hora y media de escenario con canciones de sus tres discos de intérprete ("Lumbre" -2002-, "Deslumbre" -2005- y "Margarita y azucena" -2007-) y del álbum "Churita" (2010), su primer trabajo como compositora.

La presentación se adivina folclórica, pese a los antecedentes rockeros y jazzeros de la percusionista (pasó por Catupecu Machu, Man Ray y Bernardo Baraj Quinteto, junto a su padre y hermano).

"Nunca sé adónde voy"

Distendida, vestida de negro de pies a cabeza y con un té entre las manos, la artista explica a LA GACETA que el folclore es la esencia y la gran raíz de su inquietud artística. "Un estilo que tengo incorporado, que planteé en mis primeros tres discos y que sinteticé en el último", añade con mansedumbre.

"Churita" transmite esa aproximación progresiva y respetuosa a la tradición musical ancestral. Un acercamiento que desde luego expresa la preocupación de Baraj por la convergencia de la voz y la percusión, obsesión en la que influyen las creaciones del brasileño Naná Vasconcelos y el armenio Arto Tunçboyaciyan. Pero el disco también expone por primera vez el universo de sentidos de la autora: nueve temas con un contenido "autorreferencial" que, según Baraj, no cesan de interpelarla.

"Mi aproximación a la música no es premeditada. Me entrego a lo que salga y nunca sé adónde voy", confiesa sin pudor. Ese mismo entusiasmo y fascinación se advierte cuando Baraj, hija de saxofonista y hermana de baterista, postula que todo ser humano, sin excepción, puede tocar un tambor. O lo que es lo mismo, aspirar a conectarse con el sonido primitivo del pulso universal.

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