Nunca se cantó tanto la "Luna tucumana"

Nunca se cantó tanto la "Luna tucumana"

Un desfile incesante de los admiradores se se realizó ayer la despedida de Mercedes Sosa ante la urna con sus cenizas, en el edificio de San Martín y Laprida. Escenas de dolor y aplausos.

COMPOSICION. En la imagen se observan todos los elementos del espacio en el que permanecieron sus cenizas. COMPOSICION. En la imagen se observan todos los elementos del espacio en el que permanecieron sus cenizas.
14 Octubre 2009
Algunos arrojaron flores, otros se arrodillaron a orar; la mayoría permaneció en silencio, casi expectante, pero hubo quienes se animaron, eufóricos, a aplaudir y a entonar la "Luna tucumana", entre otras canciones. Así, con actitudes distintas, pero todas con afecto y tristeza, centenares de personas despidieron ayer las cenizas de Mercedes Sosa, en un desfile que se extendió desde las 9 hasta las 16.  Nunca se escuchó tantas veces la interpretación de la zamba de Atahualpa Yupanqui en un mismo día; incluso cuando partía la caravana, la multitud volvió a cantarla en la calle mientras despedía al cortejo. "Viva la Negra" se gritó una y otra vez, y los aplausos se extendieron por calle San Martín frente a la plaza Independencia en el momento en que un grupo de estudiantes se emocionaba ante el paso de los vehículos.
Cuando las puertas del edificio de Laprida y San Martín se abrieron a las 9.15, ya había una fila que esperaba desde media hora antes. "Se nos va el micro, señor, déjenos pasar" reclamaban Nélida, Martina y Angélica, tres pampeanas que habían participado en el Encuentro Nacional de la Mujer, y que se habían quedado un día más en la ciudad para poder asistir a las honras fúnebres. Ellas fueron las primeras en ingresar. "Qué pena que algo tan grande esté en una caja tan chiquita", comentó Nélida. "No podíamos perder la oportunidad estando aquí. Para nosotros ella significaba mucho", añadió la mujer.
En el centro de la gran sala, delante del mástil con su bandera izada al extremo, y rodeada de arreglos florales, las cenizas de la "Negra" se encontraban en una pequeña caja de madera sobre un poncho marrón, con una conocida fotografía suya detrás.
"Lo que pasó estos días es increíble; no sabía que la gente le tenía tanto amor. Hicimos esto, justamente, para que todos puedan acercarse un poco a ella, y surjan estos gestos, como el de los aplausos espontáneos y los cantos", dijo la sobrina de la artista, María Belén Sosa. Es que, en ese momento, precisamente, un grupo de personas empezó a batir fuerte las palmas y acto seguido coreó la "Luna tucumana", una actitud que se repitió durante toda la jornada.
Mientras desfilaban los concurrentes, muchos se abrazaron a los hermanos de la cantante, Fernando y Orlando, y a sus sobrinos "Maby", "Coqui" y Claudio, que estaban ubicados a un costado del salón.
Con sus ojos llenos de lágrimas, salió del edificio Antonia Adelina Gómez: "la conocía del barrio y era muy buena persona. Yo vivía detrás de la cerámica. Nunca la dejaron tranquila, porque ella decía la verdad", le respondió a LA GACETA. "En serio... ¿están ahí las cenizas de la 'Negra'...? No lo puedo creer", dijo Marta, una porteña que estaba de paseo en la provincia, y que rompió en llanto ante la confirmación a su pregunta.
Mientras pasaban las horas, más gente se acercaba al lugar, con las flores que, a pocos metros, se vendían una a $2, y tres por $5.
"Es nuestra madre, nuestra hermana del amor y de la lucha de los folcloristas por alcanzar sus metas cuando hay hostilidades enfrente", aseguró Fidel "Choco" Maievsky, cantante de Kuanamá, luego de haber entonado con Maximiliano López y Saúl Corbalán "La tempranera" y "La simple", con el acompañamiento del público con palmas y coros. Entre los animadores más fuertes de la despedida se encontró Carlos Coronel, quien, con su guitarra y acompañado por Antonio Herrera al bombo, interpretó canciones que encendieron a los asistentes, que por un momento olvidaron que se trataba de una despedida.

Un club en Europa
"Con Cecilia Nieva fundamos en 1997 el club de admiradoras de Mercedes Sosa, en Frankfurt, Alemania. Nosotras vivíamos allí, y recibíamos adhesiones de fans de distintos países de Europa, de Australia y de Indonesia. Todavía me acuerdo que le llevamos una gruesa carpeta para contarle sobre el club, cuando cantó en la ópera de Frankfurt. Ella, como que se emocionó. Y desde entonces nos invitó a conciertos que dio en París, Roma y en Israel. Manejamos el club durante cinco años, más o menos, hasta que se convirtió en su página oficial", relató la tucumana Patricia Aráoz, que hace unos meses regresó a la provincia.

Un poema
Durante toda la calurosa siesta se fueron sumaron folcloristas como Adriana Tula, Yuca Córdoba y José Miranda Villagra, entre otros. Este último, en particular, fue ovacionado cuando interpretó "Luna tucumana", que fue coreada por todos los asistentes, muchos de los cuales filmaban y fotografiaban con sus celulares el momento.  Cuando Lucho Parra, "El payador Perseguido", recitó dramáticamente el poema compuesto por él, "Por siempre Mercedes", y concluyó arrodillado en el suelo, muchos no pudieron evitar las lágrimas, emocionados por la energía y la expresividad del payador. Sobre todo, los estudiantes de la escuela Lola Mora que habían concurrido acompañados por su directora. "Esto es muy fuerte", afirmó Gabriel, un alumno.
Mientras tanto, a las flores ubicadas alrededor de la urna funeraria se fueron agregando cartas, afiches y hasta un curioso sombrero "acebrado", que alguien dejó a modo de ofrenda.
Posteriormente fue el turno de "María va", "La Maza", "Canción con todos" y "Gracias a la vida" que diferentes músicos hacían entonar a todos los presentes, al tiempo que las cámaras de canales de televisión nacional se encendían para registrar el homenaje y captar los rostros de los cantantes.

Responso y bendición

Antes de partir el cortejo fúnebre el sacerdote diocesano Julio Barbarino hizo rezar el responso y bendijo la urna y la fotografía de Mercedes Sosa.
Desde el responso en adelante, los gritos y los vivas se multiplicaron, así como las escenas de dolor; la gente llegó hasta el propio furgón (estacionado por Laprida) y no dejaba de cantar, hasta que el automóvil arrancó siguiendo a un coche de la policía que encabezó la caravana por San Martín y luego por avenida Mate de Luna.

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