Historias reales que se vuelven ficción

Historias reales que se vuelven ficción

Muchas de las obras que los tucumanos vieron, o aún pueden ver en el teatro, tuvieron su origen en la vida real. Primero les ocurrieron a otros, antes que a los actores. Claro que, una vez que llegan al escenario, aparecen transformadas. Eso es lo que sucede con "Coser para afuera, un oficio de alto riesgo". La obra que protagonizan Juan Tríbulo, Mariana Ezcurra y Marisol Méndez (foto) se le ocurrió a Leonado Goloboff en una visita a un modesto taller de costura próximo a su casa. También Víctor Hugo Cortés, Guillermo Montilla Santillán, Pablo Gigena y Mario Costello cuentan anécdotas que dieron origen a sus obras.

13 Septiembre 2009

La vida real suele ser una fuente de inspiración para los artistas. Los dramaturgos tucumanos, por ejemplo, han dado a luz numerosas obras cuyas historias provienen de la realidad más trivial y cruda. Claro que no siempre son llevadas a las tablas tal cual sucedieron. Muchas veces suelen ser tomadas como disparadores para ficciones que pueden tener múltiples lecturas y un sinnúmero de variantes.
Eso es lo que sucede con la pieza "Coser para afuera, un oficio de alto riesgo", de Leonardo Goloboff. "No me atrevo a generalizar. Sólo puedo hablar de mí y de mis procesos creativos. Qué pretencioso ¿no? En rigor, yo no me ocupo de crear historias; las historias me van ocupando a mí hasta que se me hace insoportable andar con ellas encima y trato de liberarme trasladándolas al papel", cuenta el dramaturgo, autor también de "Mate amargo con bizcochuelo dulce" y "Las siestas del verano".
 

Disparadores
En este sentido, Goloboff consideró que hay estímulos o disparadores. "En el caso de ’Coser para afuera, un oficio de alto riesgo’, creo que el disparador fue una de mis visitas a un taller de costura próximo a mi casa, muy modesto, casi congelado en el tiempo, a cargo de dos mujeres de edad dispar. Cuando yo dejo pantalones para arreglar, reviso cuidadosamente los bolsillos, aunque los papeles que pueda olvidar no revistan gravedad alguna. Pero una vez, cuando estaba revisando los bolsillos, se me ocurrió pensar en la chance de que un asesino dejara efectivamente alguna pista de un crimen en un bolsillo y que las mujeres salieran de la chatura del taller gris para adquirir una suerte de fugaz protagonismo en una truculenta historia de sangre. Como un relumbrón o un flash, por supuesto endeble y transitorio", contó. Y es precisamente ahí donde la obra, que actualmente está en cartel en el Círculo de la Prensa, comenzó a tomar forma. "Sentí que la casualidad puede generar algo así como ’el momento de la gente humilde’, de los antihéroes cotidianos, un concepto quizás sintetizado en una frase de la obra. Mi abuelo decía que la vida de la gente es tan chiquita que puede caber en un bolsillo. Luego, la imaginación trabajó a pesar de mí mismo y la historia se armó en virtud de los posibles actores que asumirían los personajes de la obra. En este caso fueron los rostros de los integrantes de mi grupo, Mariana Ezcurra, Juan Tríbulo y Marisol Méndez, los que yo veía a medida que el texto se escribía. Hoy la obra está ahí, con vida propia, olvidada de su origen, casi autónoma, superada y módica frente a la realidad real, un aquelarre de instigadores, asesinos, sicarios e inocentes que aparecen día tras día en los diarios", agregó. También es posible, según Goloboff, que todos los personajes, perversos y angelicales, víctimas y victimarios, estén en él y lo representen, en estado latente, preparados para dar el salto. "Mientras sea hacia el papel, por ahora el peligro es relativo", señaló entre divertido y enigmático.

 

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