Los vecinos de Villa 9 de Julio están aterrados

Los vecinos de Villa 9 de Julio están aterrados

Las personas que viven cerca de los presuntos dealers detenidos el sábado solicitaron anónimamente más allanamientos en la zona. "No podemos decir nada, porque ni bien salgan de la cárcel nos van a acribillar a tiros", dijo una mujer. El narcotráfico, algo cotidiano.

DE VISITA. Dos autos se estacionaron frente a una de las casas que fue allanada. Uno de los vehículos quedó detenido en contramano sobre la avenida. LA GACETA / HECTOR PERALTA DE VISITA. Dos autos se estacionaron frente a una de las casas que fue allanada. Uno de los vehículos quedó detenido en contramano sobre la avenida. LA GACETA / HECTOR PERALTA
26 Enero 2009

Los presuntos dealers de Villa 9 de Julio ya están detenidos, pero el miedo que infundieron a los habitantes del barrio aún se respira en el ambiente. "No podemos decir nada, porque ni bien salgan de la cárcel nos van a acribillar a tiros. Ya sabemos cómo es con ellos: si no nos metemos, no nos hacen nada. Es por el bien de nuestros hijos", aseguró una mujer que vive a metros de una de las lujosas viviendas allanadas. Por temor, ni ella ni sus vecinos que hablaron con LA GACETA se atrevieron a dar sus nombres.
El sábado a la madrugada, personal de la Dirección General de Drogas Peligrosas (Digedrop) al mando de los comisarios Fabián Salvatore y Francisco Juárez allanó seis casas de presuntos distribuidores de droga de quienes se sospecha, además, que tienen conexión directa con los "transas" de la Costanera. Por la peligrosidad de la zona, los policías de la Digedrop recibieron el apoyo del Comando Radioeléctrico, de las Patrullas Urbana y Motorizada, de la Dirección de Investigaciones y del Grupo Cero, entre otras divisiones de la fuerza. En total, los investigadores se incautaron de $ 60.000, un kilo y medio de cocaína, ácidos y otros químicos aparentemente utilizados para estirar la droga, cinco armas de fuego y 200 gramos de marihuana, entre otros elementos. Además, fueron detenidos Verónica Paola Toro, de 25 años, Manuel Arnaldo Toro, de 51, J.T.V., de 17, Ana Verónica Toro, de 35, Justino Toro, de 37, Marta Rosario Ligerón, de 36, Margarita Ramona Toro, de 44 (sindicada por la Policía como jefa del clan) y a un tal "hijo de Arbolito", cuyo padre sería uno de los principales dealers de la Costanera.
Los vecinos de los acusados aseguran haber visto cómo se distribuía droga desde las viviendas allanadas. "Las cosas son tal cual como salieron publicadas en el diario. Pero uno no puede hacer nada contra eso. Si nos metemos, sabemos que directamente van a desquitarse con nuestros hijos", expresó una mujer que vive a metros de la casa de Margarita Toro, ex pareja de Daniel "Ordóñez" Tévez.
Sus vecinos coinciden ella. "Siempre supimos que vendían, pero no decíamos nada por temor. Se veía mucho movimiento, y llegaban decenas de chicos y chicas de todas las edades a comprar. Estábamos preocupados, porque somos pocos los buenos y muchos los malos; esto es una cadena de ?transas?", aseguró otra mujer. Luego, agregó: "todas las semanas llegaba una camioneta que se parecía a la de la Policía. Ellos hablaban un rato, hacían su cobro y rajaban (sic)".
"Uno sabía lo que hacía esta gente. Pero no se puede hablar, porque son personas muy pesadas. Incluso todas las semanas se veía que hablaban con policías. Es obvio que tenían ?padrinos?", recalcó un hombre, que también prefirió no dar su nombre por temor. "Llegué al barrio hace unos tres años, y ellos ya estaban vendiendo droga", agregó, antes de solicitar que se sigan realizando allanamientos en la zona. "Seguro hay más", dijo.
"Acá nadie tiene contacto con ellos, salvo que esté en su mismo negocio. Siempre nos están observando, por eso todo el barrio vive con miedo", aseguró otra mujer. Una vecina que estaba con ella indicó: "prefiero no meterme. Acá conviene no involucrarse".
En el barrio las cosas se han alterado un poco. Algunas de las propiedades allanadas quedaron deshabitadas luego de los procedimientos, pero en otras el movimiento de personas era constante. "Lo único que falta es que sigan escondiendo droga después de lo que pasó. Eso sí que sería el colmo", dijo un vecino desde el umbral de la puerta de su vivienda. De repente, advirtió que una mujer que entraba a una de las casas allanadas lo miraba. Asustado, cerró cerró su puerta y no volvió a salir.

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