Roberto Gómez Bolaños, más conocido como Chespirito, no solo fue un ícono del humor latinoamericano, sino también una figura que dejó una profunda huella en la industria televisiva. Gracias a programas como El Chavo del 8, El Chapulín Colorado y otros entrañables personajes, el comediante mexicano construyó una carrera sólida y una fortuna considerable.
El fallecimiento de Chespirito, ocurrido el 28 de noviembre de 2014, no solo generó una gran conmoción entre millones de fanáticos, sino que también abrió una pregunta inevitable: ¿cómo se repartiría su millonaria herencia?
¿A cuánto ascendía la fortuna de Chespirito?
Aunque Gómez Bolaños siempre fue reservado respecto a sus finanzas, estimaciones realizadas por medios especializados como Celebrity Net Worth indican que, al momento de su muerte, su patrimonio rondaba los 50 millones de dólares.
Este monto se explica por múltiples fuentes de ingreso:
Regalías por retransmisiones de sus programas en más de 100 países y traducidos a más de 20 idiomas.
Contratos exclusivos con Televisa, donde tuvo una relación laboral de décadas.
Derechos de imagen y licencias comerciales vinculadas a sus personajes.
Giras internacionales y presentaciones teatrales.
Inversiones inmobiliarias en México y Estados Unidos.
Proyectos editoriales y participación en medios de comunicación.
Hasta el día de hoy, las creaciones de Chespirito siguen generando ingresos por derechos de autor y apariciones en plataformas de streaming, lo que mantiene viva la rentabilidad de su legado.
La disputa por la herencia: ¿cómo se repartió?
Roberto Gómez Bolaños tuvo seis hijos con su primera esposa, Graciela Fernández, y posteriormente se casó en 2004 con la actriz Florinda Meza, con quien no tuvo hijos pero compartió los últimos años de su vida.
Tras su muerte, surgieron tensiones en torno a la distribución de su herencia. Según trascendió en medios y declaraciones públicas, Florinda Meza habría recibido una parte significativa del patrimonio, incluyendo derechos de autor, propiedades y otros activos clave.
Si bien los hijos del primer matrimonio también recibieron parte de la herencia, algunos de ellos expresaron públicamente su desacuerdo con la distribución, alegando un reparto desigual de los bienes que su padre acumuló durante toda su vida profesional.