DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos.- Tras los bombardeos estadounidenses de las instalaciones nucleares iraníes, una implicación directa de Estados Unidos en la guerra entre Tel Aviv y Teherán, dos interrogantes se plantean: ¿cuál será la eficacia de esos ataques? y sobre todo ¿cómo responderá Irán?
El presidente estadounidense, Donald Trump, se congratuló de lo que considera un “éxito militar espectacular”. Aseguró que “las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán fueron íntegra y totalmente destruidas”. “Cruzaron una línea roja muy grande”, respondió la diplomacia iraní, que acusó a Estados Unidos de no retroceder ante “ningún crimen” para beneficiar a Israel.
¿Qué impacto?
Estados Unidos atacó tres instalaciones nucleares, entre ellos Fordo, planta de enriquecimiento de uranio situada a 90 metros de profundidad en una montaña. Hay pocas informaciones sobre la magnitud de los daños, y algunos expertos indicaron que el material nuclear fue desplazado antes del ataque.
“Ese tipo de bombardeos suelen ser eficaces, pero imágenes satelitales que circularon muestran movimientos previos alrededor de Fordo”, indicó Héloïse Fayet, experta en la cuestión nuclear en el Instituto Francés de Relaciones internacionales. “Parte de las reservas de uranio enriquecido pudo ser trasladada a sitios no vigilados” por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), agregó.
El OIEA recuerda que antes de la guerra, las inspecciones permitían tener un conocimiento del programa iraní, aunque imperfecto. “Ahora es imposible cualquier inspección”, añade. El organismo precisa que el conocimiento técnico de Irán no puede ser destruido, pues miles de personas participaron en el programa nuclear iraní.
Andreas Krieg, de la universidad londinense de King’s College, calificó la acción estadounidense de “operación de alto riesgo con resultados imprevisibles”. Para decir que Fordo se acabó, Trump se basa en informaciones OSINT -Open-source intelligence, o sea fuentes abiertas en internet- dice el experto, mientras que los iraníes afirman que solo hubo destrucciones superficiales.
¿Qué respuesta?
Ante Washington, Krieg pronostica “una respuesta calibrada, suficientemente fuerte para tener un alcance, pero mesurada para contener” el conflicto. El experto israelí en geopolítica Michael Horowitz enumera las posibilidades: atacar los intereses estadounidenses; cerrar el estrecho de Ormuz, vital para el comercio petrolero mundial; atacar instalaciones energéticas de los países del Golfo, que albergan varias bases militares estadounidenses. “Ninguna de esas opciones es eficaz, pues se trata de salvar las apariencias”, escribe Horowitz. “Los riesgos, en cambio, son considerables”, añade. No descarta represalias limitadas contra Estados Unidos y más bombardeos contra Israel, antes de un retorno a las negociaciones.
Para Renad Mansour, del think-tank Chatham house, el poder iraní entró “en modo de sobrevivencia” frente a Israel y Estados Unidos, situación que recuerda la guerra contra Irak de 1980-1988.
Sin descartar “un conflicto prolongado, largo y muy sangriento”, menciona también una “desescalada controlada”, que es lo que espera Trump, obligando así a Irán a negociar. “Pero la República Islámica se siente de nuevo humillada y considera que Estados Unidos no negocia de buena fe”, subrayó.