Mundial de Clubes: el millonario laboratorio de la FIFA

Mundial de Clubes: el millonario laboratorio de la FIFA

afp

El fútbol de la FIFA parece tener una sola obsesión: crecer. Pero no en calidad, en épica ni en sentido popular. La casa madre del fútbol mundial apuesta a crecer en números: más partidos, más televisaciones, más sponsors, más mercados… y más dinero, obviamente. En ese esquema súper leudado en el que el calendario parece no alcanzar y la pelota no descansa, el Mundial de Clubes aparece como un laboratorio perfecto para la FIFA. Se trata de un tubo de ensayo a futuro, de modelos que responden más al negocio que al deporte.

El viejo Mundial de Clubes (aquel que alguna vez supo emocionar a los sudamericanos que se ilusionaban con tumbar a un gigante europeo en 90 minutos, en la recordada Intercontinental) mutó a una versión plagada de equipos, de partidos y de escenarios. Se transformó en un campeonato que, en su afán por convertirse en una “Copa del Mundo bis”, amenaza con perder lo poco que le quedaba de genuino.

Se supone que el objetivo es definir quién es el mejor equipo del planeta, pero ese propósito se diluye cuando los grandes de Europa llegan luego del cierre de sus respectivas temporadas, en medio de un mercado de pases y con la mirada puesta en la nueva carrera que arrancará en agosto. Así, los equipos que llegaron a jugar las finales de la última temporada y disputan este Mundial de Clubes, prácticamente no tendrán descanso antes de volver al ruedo en sus respectivas ligas. “Muchos jugadores no querían venir a este torneo. Preferían descansar pensando en la temporada que se viene”, dijo André Vilas-Boa, entrenador de Porto.

Real Madrid e Inter de Milán, por citar dos ejemplos, cerraron temporadas agrias, debieron cambiar sus entrenadores, y en medio de ese proceso tuvieron que saltar a escena en el torneo que se está disputando en Estados Unidos. Así, ninguno logró hasta acá un rendimiento que pueda equipararse con sus historias y sus planteles.

La realidad muestra que, para los europeos, el Mundial de Clubes parece ser un trofeo menor, en el que muchos entrenadores apuestan a probar futbolistas y tácticas de cara al año futbolístico que se aproxima. ¿Y para el resto? Un privilegio que suena algo efímero porque les permite a los clubes americanos, asiáticos o africanos dar algún golpe que pueda detener todas las rotativas del mundo futbolero.

Y ni hablar del calendario. Si se cuenta este certamen, habrá clubes que podrían llegar a jugar más de 60 partidos en la temporada; que terminaron una competencia y que debieron empezar otra sin pretemporada. Todo para cumplir con un sistema que prioriza el espectáculo constante, aunque ese espectáculo se vacíe de sentido.

Testeando

Más allá de los resultados o de la calidad de los equipos, el Mundial de Clubes se ha transformado, también, en una plataforma de pruebas para la FIFA. En este torneo se están testeando una serie de cambios que podrían incluirse en el resto de los campeonatos, si es que los resultados son positivos (cámaras corporales en los árbitros, imágenes en directo en el estadio de la revisión arbitral del VAR, tecnología semiautomatizada para la detección del fuera de juego avanzada, agilización del sistema de sustituciones y estadísticas asistidas por la IA). También algunas estrategias comerciales y marketineras (la inclusión de streamings globales, de publicidades adaptadas según cada región o la presentación de los equipos al mejor estilo NBA).

Todo esto, sumado a que muchos partidos no tuvieron la concurrencia que se esperaba, parecen alejar este campeonato del fútbol real; de ese que se juega en estadios llenos de pasión y no por promociones.

Hace algunos días, durante una charla entre amigos que aman el fútbol saltó a la luz una pregunta que generó un debate acalorado. ¿Este torneo sigue siendo fútbol o es un producto que simula ser un deporte? Los más críticos señalaron que se piensa este campeonato más como contenido que como competencia y que el foco no está en el mérito deportivo sino en el rédito económico. Mientras el resto intentaba defender la competencia apuntando a que está bueno tener un mes para ver un torneo en el que juegan los mejores futbolistas del planeta.

La primera edición aún no terminó y la FIFA ya piensa en variantes para multiplicarlo. Gianni Infantino, presidente del organismo, sueña con un torneo con más equipos y que se dispute más seguido. Anhelan un campeonato con 48 o 62 equipos, que se juegue cada dos años. Todo sea por generar más partidos y más televisaciones.

La lógica FIFA parece ser si funciona hay que multiplicarlo. Pero en el fútbol, más no siempre es equivalente a mejor. Más partidos no garantizan una mejor competencia, más equipos tampoco una diversidad real y más dinero no necesariamente mejora la calidad del espectáculo. Pero, ese parece ser un tema para otro debate.

Ese Mundial de Clubes que podría ser una fiesta del fútbol global, hoy semeja ser más bien una feria de negocios con camiseta. Mientras la FIFA siga usándolo como laboratorio, el riesgo es que terminemos con un torneo perfecto en lo económico, pero vacío en lo deportivo. Y cuando eso pasa, el fútbol deja de latir, más allá de que la pelota siga girando.

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