
“La palabra es el día a día de una mujer que no teme a las derrotas, al horror y al abismo”, destaca Liliana Massara desde la contratapa de “Matria”. Natalia Trouvé lo certifica desde su propia definición: “escribo cuando la herida me atraviesa”. De todo eso habla este libro, un poemario tan versátil como la polifanía artística de Trouvé, quien hace pie entre el diseño, la ilustración, la música y la literatura. Con LA GACETA habló en profundidad de lo que “Matria” significa para ella.
- ¿Cómo fue el proceso creativo que desembocó en los 53 poemas que constituyen “Matria”?
- Los poemas fueron apareciendo, uno a uno, en diferentes épocas y momentos. Tal vez algunos tengan su origen mucho más allá. Se fueron gestando a lo largo de mi vida ante diferentes emociones, dudas, preguntas; sobre todo preguntas. Intento comprenderme y comprender este mundo nuestro. Nacieron de una mezcla de pulsión y quietud, de contemplación. De asombro también. Fui aclarándome con ellos. Hundiéndome en sus aguas. Me he dejado conmover. Los escribí desde una intimidad tal vez descarnada. Hay en ellos una rebelión muy íntima, que se dejó caer como una llovizna sobre un colectivo humano amoroso, generoso y receptivo que descubrí, en el camino, era la matria. El universo de las mujeres, tal vez una lengua común. Luego hice un proceso de selección, de edición. Encontré el hilo de Ariadna y le vi una forma al todo.
- Hay muchos conceptos de madre/maternidad circulando por el libro. ¿Cómo y por qué adoptaste esos enfoques?
- La riqueza sonora que tiene el mundo íntimo, familiar, es inagotable. Hay belleza en lo cotidiano. Los olores de una cocina, la textura de la piel de un ser querido. La cocina, la comida, el sabor que nos define. Cada gesto cómplice. Cada rutina. El color del lugar donde hacemos hogar. Hay en la maternidad experiencias muy ricas, que son poesía en sí misma. La madre crea para su cría una lengua única, didáctica, a veces hasta secreta. Hay fonemas, sonidos, juegos de palabras. Las emociones que hay en el mundo materno pueden oírse como un contrapunto. Dolores, tristezas, alegrías. Gritos. Recuerdos. Celebraciones. Errores. Carencia. Aprendizajes. Vacíos. Hay música en las voces, matices en las historias más simples. Hay poesía. Lo grande a veces está en lo pequeño, en lo ínfimo, en lo cotidiano, en lo que en general olvidamos, no vemos, y nos hace ser quienes somos.
- De los textos se desprende un fuerte componente catártico. ¿Cómo te sentías a medida que los poemas iban saliendo?
- Escribo cuando algo me moviliza, me conmueve. Cuando necesito reflexionar. Cuando la herida me atraviesa. Cuando hay alguna situación que me inquieta o interpela, que necesito mirar de frente, ponerle nombre, encontrarle la palabra justa, al menos para mi paz. La poesía es mi manera de respirar, de sentir, de percibir. Me ayuda a vivir y sobrevivir en un mundo donde mujeres y disidencias tuvimos, y aún tenemos, que luchar por derechos esenciales. La palabra me salva. Si lloro el poema, sé que por ahí va. Si me río, si juego con las sílabas, si encuentro el silencio; si me deslizo y me paseo cómoda por nuestro maravilloso lenguaje, si me emociona, sé que el texto es propicio.
- En “Alimentos” hablás con evidente frustración de lo que a la gente “no le importa”. ¿Y qué pensás que a la gente le importa hoy en día?
- A veces lo más fácil es mirar para otro lado. No cuestionarse, no preguntarse. Tal vez hay un orden que establecen los de arriba, y que solo es funcional a sus propios intereses. Un pueblo que se distrae es más fácil de engañar, de manipular. ¿Es más importante la vida privada de una figura pública que el hambre de un niño, de un anciano? Yo me pregunto esto. Elegir maternar es hoy, más que nunca, un acto de arrojo. Y maternar en un mundo hostil es de una crudeza y una soledad muchas veces insoportable. ¿De verdad debemos salir a pedir y exigir a las paternidades, a la justicia, algo tan elemental y básico como el pan, el abrigo, la salud para nuestros hijos e hijas? Si abrimos los ojos, empatizamos, no ganamos likes, ganamos como individuos y como comunidad. Ser red, sostener las maternidades, las infancias y la vejez, debería ser nuestra responsabilidad como sociedad.
- Trabajás con el lenguaje desde distintas aristas de tu vida artística. ¿Qué te seduce del lenguaje poético?
- La lengua es una fuente sonora y expresiva. Tiene música propia. Escucho su canto. Cada lugar tiene su matiz ¿no? Una particularidad, un gustito. Este país tiene el paisaje pintado en su lenguaje. Es nuestro legado quizás más preciado. Allí estamos, nos encontramos. Podemos saber de dónde venimos. Nos entendemos en la raíz. Hay pausas, eses aspiradas, silencios largos, vocales estiradas. Consonantes que no suenan. La poesía se empapa de imágenes, de colores, de naturaleza. Es poderosa y simple a la vez. Su lenguaje me es familiar, natural. Tiene múltiples posibilidades, contiene en sí a las otras artes. Puede ir y venir, danzar. Hacer un glissando, caer. Volverse arcilla. Soñar. Crear un personaje. Mostrarte el mundo.
- ¿Te imaginás una vida sin poesía?
- No. La poesía es parte de mí. Como mis manos o mis ojos. Me define. Me contiene, me desborda, me habita. Me calma, me sostiene, me acuna. La poesía me cobija y es también mi matria.
Invitación
Natalia Trouvé presentará “Matria” hoy a las 20 en la Casa Museo de la Ciudad (Salta 532), en compañía de la doctora en Letras Liliana Massara. Participarán también el actor Fernando Godoy, las actrices Liliana Sánchez y Jazmín Fiori, la poeta Adriana Lucero, Cynthia Martín en danza y el guitarrista Daniel Albarracín -con quien la autora integra un dúo musical-. La dirección está a cargo de María José Steffani. El poemario, editado por el Ente Cultural de Tucumán, obtuvo el segundo premio en el concurso Dora Fornaciari de Poesía 2024, en Tafí Viejo.