El interior del problema

Paz social. Es uno de los principios básicos de la gobernabilidad. De antes, de ahora y, seguramente, del futuro. Lo necesitó Julio Miranda, lo consolidó José Alperovich y lo sostuvo Juan Manzur. Osvaldo Jaldo no fue la excepción a la regla. Pone el financiamiento necesario para que los municipios no tengan grandes inconvenientes. Ni siquiera aquellos que se pusieron en la vereda del frente de la Casa de Gobierno, como fue el caso de Tafí Viejo. Esa historia está haciendo costra. De a poco, la herida cicatriza, pero se terminará de curar si se logra la unidad dentro del Partido Justicialista. No se está lejos de esa meta. La ratificación de la condena de Cristina Fernández de Kirchner en el caso Vialidad ha servido para acercar posturas que, hasta hace unos días, parecían una utopía. Los tiempos se acortan y los principales caciques del PJ local lo saben. Jaldo levanta el teléfono para hablar con cuanto dirigente peronista se le aproxima. Manzur no dice nada. Y eso dice todo. El senador nacional y ex gobernador mira desde otro balcón lo que está sucediendo con la titular del Partido Justicialista Nacional. Inexorablemente cree que más temprano que tarde se dará una conversación con su sucesor en la provincia. De todas maneras, el camino a la unificación sigue lleno de piedritas a las que no les conviene un diálogo de cúpulas. La supervivencia como dirigentes territoriales depende del éxito (o del fracaso) de esa charla pública pendiente. Ambos niegan que haya contactos en privado. Lo mismo hicieron en la intestina interna de 2021 que derivó en una incursión nacional, como jefe de Gabinete, del médico sanitarista, y en un ejercicio transitorio del poder del productor tranqueño que, posteriormente, se convirtió en delfín del oficialismo.

El pago regular de los salarios sigue siendo un elemento esencial en la gestión. Más allá de las complicaciones que significa la caída del consumo, el fondo anticíclico disimula los problemas. Engordar la vaca en tiempos buenos, como dijo ayer el ministro de Economía Daniel Abad, sirvió para atravesar este período de vacas flacas. Se esfumó la mitad del ahorro acumulado en el último año y medio, pero Tucumán aún exhibe equilibrio financiero en sus cuentas. Las paritarias siempre son un dolor de cabeza a la hora de hacer números. Los gremialistas hacen cálculos y señalan que, de mínima, la Provincia debe reconocer los tres puntos y medio porcentuales de brecha entre lo acordado durante la última negociación respecto de la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) hasta estos días. A grandes rasgos, ese simple cálculo tendría un costo mensual aproximado a los $ 7.000 millones. Las negociaciones arrancaron ayer y el propio conductor de Hacienda había señalado que sólo se sentarían a la mesa aquellos gremios que salgan a protestar a las calles. Aludió, de esa manera, al Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud (Sitas). Al cierre de la jornada administrativa, trascendió que ese gremio solicitó una audiencia formal para debatir la cuestión salarial. Jaldo habría accedido al pedido de Sitas. El resto de los sindicatos le había planteado a los funcionarios que no había diferencia en el trato entre los que tienen una actitud dialoguista respecto de otros que toman una posición más dura ante la oferta estatal. De allí las palabras de Abad como una manera de sentar posición por parte del Poder Ejecutivo.

El tercer aspecto clave en este año electoral es la obra pública. Una porción de aquel fondo anticíclico es invertido para ejecutar un plan mínimo de trabajos públicos hasta tanto la Casa Rosada cumpla las promesas formuladas desde hace tiempo al dialoguista Jaldo. Hay impaciencia en el edificio de 25 de Mayo y San Martín por la demora en las respuestas nacionales. Sin embargo, todo parece indicar que se trata de una estrategia. Mientras más cerca de las elecciones se corten cintas, más posibilidades habrá de capitalizar esas acciones ante el electorado. Hasta allí los aspectos favorables en la que se montaría la campaña electoral del frente “Tucumán Primero”.

Rostro municipal

El “lado B” de la campaña tiene rostro municipal. Es el interior del problema peronista, porque públicamente nada se dice. O, al menos, poco es lo que trasciende, como lo que ayer expuso el jefe municipal de Famaillá, Enrique Orellana, cuando fue abordado por la prensa, tras la reunión matutina de los intendentes con el mandatario. “Hay que ser más cuidadoso”, fue la recomendación que el comisario les hizo en la cumbre. ¿Con qué? El caso Juan Bautista Alberdi ha puesto los pelos de punta a más de un referente político por las derivaciones que puede tener la investigación judicial. El propio Jaldo sigue el minuto a minuto de la causa y señala que “no le temblará el pulso” para tomar las medidas que haya que ejecutar para llegar hasta el fondo de la cuestión. Demasiadas presunciones acerca de las ramificaciones de un problema de fondo, como es la comercialización de droga, tal como lo expuso el editor de Policiales, Gustavo Rodríguez, en su columna de esta semana. El gobernador mantiene aceitados contactos con funcionarios nacionales que también quieren llegar a una conclusión en el caso que se investigada por doble vía, federal y provincial. Pero también hay funcionarios nacionales que tratarán de capitalizar esos hechos como parte de la campaña de La Libertad Avanza en una provincia que es considerada como uno de los pocos bastiones que le quedan al Partido Justicialista. Tanto la “causa Alberdi” como la denuncia formulada por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) son cuestiones que la oposición a Jaldo ventilará durante la campaña rumbo a las elecciones del domingo 26 de octubre.

Jaldo activó todos los contactos para que eso se resuelva lo antes posible. La intervención que implicó la caída de Luis “Pato” Campos como jefe municipal del distrito del sur tucumano es una prueba de aquella decisión del mandatario que pisa el acelerador para adjudicarse los comicios que se vienen y evitar, así, que Tucumán se tiña de violeta. La dispersión opositora, por ahora, le facilita ese proceso. Cuentan que es tal su obsesión por alcanzar la meta que ayer tuvo dos ásperas reuniones con sus principales espadas: el vicegobernador Miguel Acevedo, y el presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla. Pocos se animaron a comentar qué sucedió en esos encuentros, pero sí pudo observarse que salieron del despacho del primer piso del Palacio de Gobierno con rostros demasiados adustos.

Se avecinan cuatro meses de definiciones para el oficialismo. La cuestión es establecer si es el tiempo suficiente para modificar algunas situaciones que se tornan negativas al sentir de la sociedad, en general, y del electorado, en particular. Jaldo confía en que el PJ vencerá en la compulsa electoral. Los opositores, en tanto, ya analizan lo que será la invasión libertaria en el tramo final de la carrera de medio turno.

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