La Curva del Casino, es legendaria en el circuito de Mónaco, y aunque se sabe que requiere una precisión milimétrica y un valor excepcional de los pilotos, es traicionera. Y traicionó, nada más y nada menos que a Lewis Hamilton, el más ganador de la historia de la Fórmula 1, estaba realizando el último giro del tercer entrenamiento y chocó la Ferrari en ese punto. “Disculpen muchachos”, dijo por la radio del equipo.
Es que, de seguro podrán, pero los mecánicos trabajarán contrarreloj para reparar los daños que causó un golpe en La Curva del Casino. El giro aparece después de la primera curva (Sainte Dévote), los pilotos aceleran por una subida pronunciada conocida como Beau Rivage hasta llegar a la curva. La subida es engañosa, ya que la curva en sí es “ciega”, lo que significa que los pilotos no pueden ver la salida a medida que se acercan. Esto requiere una memoria perfecta de la pista y una confianza absoluta para atacar la curva a alta velocidad.
Lo que le sucedió al británico en Mónaco tiene que ver también con la extensión y estrechez: es el circuito más corto del calendario y uno de los más angostos. Al momento del impacto en la zona también había otras máquinas muy cerca, algo que no es tan habitual en otros trazados, pero en éste el tráfico es un problema constante. En una vuelta de clasificación, un error en La Curva del Casino puede arruinar una vuelta rápida crucial, haciendo la diferencia entre pasar el corte o quedar fuera de la carrera. El ejemplo Hamilton debe ser tenido en cuenta para la última salida a pista del sábado que determinará las posiciones para la final.
En Mónaco ya tuvieron inconvenientes Charles Leclerc e Isaak Hadjar.
Hamilton hit the barriers at Massenet #F1 #MonacoGP pic.twitter.com/BVPeEmsjrn
— Formula 1 (@F1) May 24, 2025