Carteles y barrios que detonaron la identidad tucumana

Carteles y barrios que detonaron la identidad tucumana

Aún subsisten algunos letreros en Villa 9 de Julio que además del nombre de la calle y la numeración informan en qué barrio estamos.

VIEJOS Y CORROÍDOS. La intersección de Laprida y Uruguay en Villa 9 de Julio y un cartel que lamentablemente está como varios otros en la ciudad.

La identidad de una ciudad puede generarse, de forma espontánea o por acción del hombre, pero también puede degenerarse, y del mismo modo, de manera natural o por obra del ser humano.

El nuevo Código de Planeamiento Urbano (CPU) de la capital tucumana que está elaborando el municipio, para actualizar el que se encuentra vigente desde los 90, puede ser una oportunidad invaluable para devolverle la identidad perdida a ciertos sectores de la ciudad, para generar identidades en zonas que nunca la tuvieron o para fortalecer otras que se han ido debilitando, por acción o por omisión.

La identidad o las identidades de una metrópolis es una de las variables urbanísticas esenciales para el desarrollo.

No hay prosperidad en un pueblo sin identidad porque carece de autoestima, de orgullo por lo propio, no hay sentido de pertenencia ni con la cosa pública ni con la privada, no se piensan proyectos en común, no hay inclusión, no hay empatía con el vecino porque no nos identifica ni nos representa.

En definitiva, una ciudad sin identidad es desigual, es injusta, es caótica y desordenada, donde unos ciudadanos “son beneficiados y otros maleficiados”, como afirma el arquitecto Gerardo Isas.

“Desde 2003, el 90% de la obra privada se hizo dentro de las cuatro avenidas y en la Mate de Luna (entre avenidas Mitre y Colón)”, explica Isas, y agrega que esto se debe a que el CPU actual beneficia sólo a los desarrolladores inmobiliarios y por ello “es una máquina de construir desigualdad”.

Isas puso como ejemplo el barrio Ciudadela, donde no se permite hacer torres y por lo tanto no pueden instalarse ascensores. “Es un insulto a la accesibilidad”, denunció, y dijo que “los ascensores de Tucumán están dentro de las cuatro avenidas (además de Mate de Luna), donde además toda la administración estatal pretende permanecer y perpetuarse en forma de quiste”, describió Isas, en una investigación conjunta con los arquitectos Alicia Carranza, Norberto Rodríguez Vaquero y Guillermo Soler Nixdorff.

Corazón descuidado

El caso más emblemático es quizás la Plaza Independencia, rodeada por al menos 14 edificaciones inapropiadas para estar frente al principal paseo de la capital, denominada “ciudad histórica”. ¿Acaso alguien imagina un drugstore frente a Plaza de Mayo o una pizzería junto al Cabildo de Buenos Aires?

UN POQUITO MÁS NUEVO. La esquina de Chile y José García. Los carteles no tienen otra información más que la calle y la numeración.

Estas mejoras ya se hicieron a partir de la década del 60, cuando empezaron a demolerse todas las edificaciones que estaban en la cuadra de la Casa Histórica (Congreso al 100), aunque se debió haber avanzado también sobre la vereda del frente del Museo, donde también hay varias construcciones inapropiadas para ese lugar.

Los arquitectos suelen responsabilizar por este CPU “estrafalario” principalmente a la Federación Económica de Tucumán (FET) y a sus cámaras, principal interlocutora de la Municipalidad desde la década del 80, según ellos. “Una paradoja es que la FET funciona en la casa del primer urbanista de Tucumán, que fue Federico Helguera”, subrayan.

La identidad es un patrimonio con múltiples abordajes: la historia, la raza, el idioma, la geografía, la cultura, los edificios emblemáticos, los clubes, la gastronomía, los barrios o la ciudad en sí misma.

Y una de las principales características identitarias de los barrios en cualquier parte del mundo, además de su denominación y sus límites claros, es la señalética, los carteles de las calles, que indican su nombre, su numeración y también deberían, como alguna vez ya se hizo en Tucumán, incluir en qué barrio nos encontramos cuando miramos el cartel.

Tiempos mejores

En una reciente entrevista con LA GACETA, el secretario de Obras Públicas de la capital, el arquitecto Luis Lobo Chaklián, había reconocido que “casi la mitad de las calles no tienen nombre, o numeración o carecen de asfalto”. Admitió que es un problema grave y que en el nuevo CPU se está trabajando fuerte en la cuestión de la identidad, en cuanto a reorganizar las divisiones barriales, porque hoy existen 309 barrios (seis veces más que CABA que tiene el doble de superficie).

En el nuevo CPU, adelantó el funcionario, trabajan sobre la base de simplificar la ciudad en 20 distritos bien definidos. “Hay que recuperar y afianzar la identidad de los barrios. Algunos son sólo tres manzanas y no tienen ni nombre; eso hay que cambiar. También hay muchos barrios inconexos entre sí y para eso, además de pavimento, deberíamos hacer tres o cuatro puentes que cambiarían por completo ese aislamiento, sobre todo en el sur de la capital”, especificó.

En Villa 9 de Julio todavía subsisten carteles, en las pocas esquinas donde los hay, colocados hace casi medio siglo, cuando en la ciudad se planificaba y se pensaba en la identidad, donde además del nombre de la calle y la numeración, en la parte superior de la chapa dice, en letras rojas, “Barrio Villa 9 de Julio”. Buenas prácticas que se perdieron.

Mientras se elabora el nuevo CPU, sería bastante sencillo incluir este tema. Es muy importante, no es complejo ni demasiado costoso, que las calles, además de dotar con nombres y numeraciones a las que no tienen, que hubiera en todas las esquinas carteles que indicaran en qué barrio estamos.

En algunas ciudades incluso la señalética cambia de color cuando se cambia de barrio.

La última renovación importante de carteles se hizo durante la intendencia de Domingo Amaya, más que nada dentro de las cuatro avenidas. No sólo se perdió otra oportunidad sino que se hizo a contramano de lo que indican las tendencias mundiales en señalización urbana. Se pusieron los nombres completos, como Provincia de Santiago del Estero, 25 de Mayo de 1810, avenida Domingo Faustino Sarmiento, Ildefonso de las Muñecas o República de Chile. Estas denominaciones largas obligan a letras más chicas y no son prácticas para los conductores.

El cartel debería decir simplemente Chile, con tipografías más grandes, la numeración y volver a incluir que se está en Villa 9 de Julio. Pequeñas y simples ideas pero que pueden producir grandes resultados para fortalecer la identidad de la ciudad.

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