Miguel Palou
Economista
Los medios hicieron catch up (ponerse al día) bastante rápido. Todos repitieron la consigna oficial: “El gobierno busca que los argentinos saquen sus dólares del colchón para reactivar el consumo”. Ese fue el titular. La dinámica es sencilla: más libertades y relajaciones; más depósitos; más encajes; más crédito; más consumo e inversión.
¿Funcionará? Bueno, puede ser. Pero yo me quedé con otras cosas. Cuestiones que van más allá de las normativas. Porque -en el fondo- más que normar, discrecionalizan, y eso es conflictivo en un país que dice buscar simplificarse.
Aristóteles decía que la finalidad de algo precede a su existencia. Y acá no queda claro que la medida tenga un fin más allá de justificar inconsistencias. Según el ministro de Economía, Luis Caputo, el plan es para generar más libertad, y no para reunir dólares para el FMI. Bueno...no estoy tan seguro de eso.
Sí me quedó claro que el Gobierno -más que nada por las declaraciones del presidente del Banco Central Santiago Bausili- busca un país con menos informalidad. Caputo argumentó que el consumo reprimido o esa informalidad se explica por regulaciones y persecuciones tan exigentes que te empujaban a operar por afuera.
Relajar
Como esa es la hipótesis, claramente la solución es relajar. O sea: abrir la puerta a un corral igual de perverso. Porque te van a gravar a como de lugar.
Creámosle que esto es un paso hacia el Estado mínimo y no una declaración ideológica falaz. ¿Quizás en la Fase 4? Porque claro, para que ahorras e intentas tener una base imponible más grande si no es para sacarle el pie de la cabeza a los que ya tributan.
La complejidad cuesta. Pero el elefante en la habitación sigue siendo la presión fiscal y el miedo a que el Estado se coma tus ahorros. ¿Para qué blanquear si después no son realmente tuyos?
Lo dijo Manuel Adorni: lo hacés con un fin, querés que sean tuyos.
Lo dijo Luis Caputo: 1.000 CUILs aportan el 50% de la recaudación; 11.000, el 75%. Es decir, el 0,03% de los CUILs activos sostiene el sistema tributario. Esa es la base real del Estado.
Esto puede parecer virtuoso, pero si la formalización se da -como busca esta medida- el siguiente paso debería ser aliviar la carga de los que ya están dentro.
Si no es para eso, entonces lo del Estado mínimo es una falacia. Y de nuevo: ¿para qué estamos ahorrando fiscalmente?
El blanqueo de 2024 fue otra cosa. Una puerta de entrada con premio: condonación fiscal. Para Caputo, eso sirvió para tender el puente hasta la llegada de los dólares del FMI.
Esta vez no. No hay premio. Solo la promesa de “simplificación” para formalizar tu consumo. Entonces no es un camino hacia un Estado mínimo, sino hacia uno tal vez más ordenado, más prolijo… pero igual de grande. O más.
Las provincias, en cambio, deberían estar brindando. Si la medida funciona, van a recaudar más. Subsisten, en gran parte, gracias a Ingresos Brutos y a la coparticipación. Si el sistema financiero se rehidrata, les va a entrar más plata. No por mérito, claramente, sino otra vez por verticalismo. De vuelta estamos suponiendo, después de todo el fin es la libertad.