Sofía Braier: “Las redes nos acosan y abruman con un imperativo imposible: ser feliz 24/7”

Sofía Braier: “Las redes nos acosan y abruman con un imperativo imposible: ser feliz 24/7”

“El mandato de ser feliz”, se titula el trabajo que Sofía Braier presentó en las jornadas organizadas por el Seminario Psicoanalítico. Aquí se explaya sobre un tema central y preocupante: cómo los imperativos culturales nos están arrastrando a la frustración.

EN SU CONSULTORIO. Braier advierte acerca del riesgo que representan las soluciones mágicas que ofrecen tener todo al alcance de la mano. La Gaceta / foto de Analía Jaramillo

“Freud dice que la vida es penosa y mi hermana, que es poeta, dice que la vida es desprolija”, apunta con una sonrisa Sofía Braier. Estamos hablando de la felicidad, ese imperativo irrealizable que la cultura contemporánea se obstina en vender como si de un mercachifle de redes sociales se tratara. “Me enteré de que el 20 de marzo se celebra el Día de la Felicidad, así que ella hasta tiene su día. Bueno, tanto la buscamos y tan difícil se nos hace encontrarla...”, advierte Braier.

Días pasados, el Seminario Psicoanalítico tucumano organizó unas jornadas de reflexión en Miami. Allí confluyeron especialistas de todo el mundo -en vivo o conectados vía Zoom-, dispuestos a debatir sobre temas urgentes del hoy. Esos que, sin eufemismos, son los que le “queman la cabeza” a los habitantes de un mundo cambiante, desafiante. Un mundo que impone reglas y castiga a quienes no las siguen. Por ejemplo, a quienes rehuyen al mandato de ser feliz 24/7.

Ese es el tema que eligió Braier para exponer durante las jornadas. Una cuestión que la preocupa y de la que habla con LA GACETA con un escenario magnífico de fondo: el verde exuberante de la plaza San Martín, disfrutada a pleno desde el ventanal de su consultorio.

- ¿Desde dónde parte tu reflexión?

- La cultura nos presiona y nos aprisiona para que hagamos posible aquello que por la propia condición humana es imposible. Y en el afán de no quedar afuera de este sistema el sujeto queda cautivo, es rehén de la trampa que representa la inmediatez de este mundo. Entonces intenta ciertas soluciones mágicas que le ofrecen tenerlo todo al alcance de la mano. El sujeto va intentando responder a eso, pero no va a ser gratuito, nada es gratis para el ser humano. De esa forma se va instalando un creciente malestar, que es el que hoy estamos escuchando.

- ¿De qué se trata?

- Obvio que el mundo está hiperconectado, hay un montón de información. El sujeto está bastante frustrado y hay mucha vulnerabilidad, porque no tiene recursos para enfrentar esta atracción fatal de lo que son los imperativos culturales. Este mandato de ser feliz lo acosa permanentemente y está planteando una imposibilidad desde la estructura psíquica.

- ¿Qué es esto que nos sucede?

- Nuestros maestros Freud y Lacan nos guían y nos han dado un legado. Freud tiene un texto clásico y magistral -“El malestar de la cultura”-, de una enorme vanguardia, y eso que fue escrito en 1930. Parece que empezó llamándolo “La felicidad y la cultura”, pero después le puso el nombre definitivo. Allí el maestro iba entre lo que es la felicidad y la infelicidad, sosteniendo que los hombres aspiran a ser felices y no quieren dejar de serlo, evitando el dolor y el displacer. Pero la vida es demasiado penosa, apunta Freud, nada en el mundo está organizado para lograr una satisfacción total. Hay sufrimientos, hay decepciones, hay empresas imposibles. No hay ni habrá una satisfacción total y la humanidad tendrá que vérselas con eso.

- ¿Dónde se nota esta realidad específicamente?

- El bombardeo en las plataformas digitales es permanente. Obviamente, Instagram se ha enterado de que yo estaba trabajando el tema del mandato de ser feliz -cosas de la tecnología- y entonces no te puedo decir la cantidad de cosas que me llegaban. Es que las redes en realidad acosan al sujeto, lo abruman con este imperativo que plantea algo imposible: ser feliz 24/7.

Consejos que proliferan

- Contame acerca de esas experiencias…

- Mientras preparaba el trabajo para unas clases abrí Instagram y me encontré con 10 consejos para ser feliz. Imaginate lo que puede provocarle si le llega a una persona que no tenga recursos simbólicos intelectuales. ¿Qué decía la lista? “Ser capaz de cerrar las heridas del pasado”: eso para los psicoanalistas es toda una conceptualización, porque es trabajar sobre la teoría del trauma. “Tener una voluntad firme de querer ser feliz”: ¿y quién no quiere serlo? ¿Y qué pasa con los obstáculos que se encuentran? “Tener un buen equilibrio entre el corazón y la cabeza”: nosotros sabemos cómo la cultura arruina el instinto; es como un imposible tener siempre una visión positiva de las cosas porque hay cuestiones negativas que a uno se le imponen psíquicamente. “Tener un proyecto de vida que incluya amor y trabajo”: Freud decía que un sujeto puede sentirse curado cuando puede amar y trabajar, pero la vida amorosa es conflictiva, al igual que los lazos sociales y las cuestiones laborales, más en la Argentina. Y sigue con “Tener paz interior”, “Tener retos, ilusiones, objetivos y planes por alcanzar”… La verdad es que de esta clase de consejos hay un montón.

- ¿Hubo otros casos?

- Sí, me llegaron “Algunos hábitos para encontrar la felicidad”. Ahí dice “Conversar con alguien”: que puede ser un terapeuta, menos mal (risas). Y después “Realizar ejercicios”, “Escribir los pensamientos negativos”, “Dormir lo suficiente”: cuando sabemos que el insomnio y las dificultades para dormir tienen mucho que ver con cuestiones que a uno le suceden y que no puede procesar. “Meditar”, “Evitar el uso excesivo del celular”… Si hacés todo esto conseguirás ser feliz.

- ¿Qué otros mandatos aparecen?

- Dentro de esta misma dirección se ven mucho: “pare de sufrir”, “sé feliz”, “viví el hoy”, “sé libre”. La insistencia es porque se entiende que hay un obstáculo estructural que impide esa cuestión todo el tiempo. Hay momentos y hay felicidad posible, sí, pero no 24/7. Será por eso que se insiste y aparece la exigencia con estos imperativos que aspiran a borrar la tristeza del mapa. Entonces se envía el malestar bajo la alfombra, cuando sabemos que la tristeza es parte de una condición humana que está determinada por su incompletud y por estar atravesada por el lenguaje.

- ¿Qué nos pasa cuando no podemos lidiar con la tristeza?

- Si la tristeza no está encausada o advertida vira rápidamente hacia el odio o hacia la agresión. Está el ejemplo de los chicos que se pelean en la escuela y por ahí son chicos que están tristes y no se los escucha; tal vez se trate de una tristeza o de algo que está enviado bajo la alfombra.

- ¿Cuál es la recomendación para lidiar con la frustración?

- Emprender el camino de un análisis. Frustrado, el sujeto entra en un círculo muy vicioso del que no puede salir. Puede charlar con un amigo, con un sacerdote, con un maestro, pero lo que acontece en el psicoanálisis, la escucha psicoanalítica, se diferencia absolutamente. Cuando viene acá, con este dispositivo sabe de qué tiene que hablar. Hay algo que se construye únicamente en un trabajo analítico, porque el inconsciente está ahí, pero hay que construirlo y eso se hace en un proceso. Quiera o no, el psicoanálisis es una impugnación tácita a otro tipo de terapias, como esas listas de consejos o de hábitos; lo que nosotros ofrecemos es totalmente opuesto a eso.

- ¿Por ejemplo?

- El psicoanálisis nos ofrece otras cosas, cuestiones que van directamente al plano de la voluntad y de la conciencia. Tampoco es que el psicoanálisis a lo largo de un cierto recorrido te promete la felicidad, porque el bien supremo no existe en realidad, el bienestar total es un imposible. El psicoanálisis propone hacer algo con lo que no hay, con lo que falta en la estructura de la condición humana; inventar algo con lo que hay o puede haber sin desconocer lo que no hay.

- Aparece repetidamente el tema de la angustia…

- No es que nos encanten los pacientes angustiados ni que vamos a tirarlos por la ventana. La angustia es una herramienta y hay que atravesarla para poder llegar a tener una vida mejor, más simple, que no es la que tiene el neurótico. Una vida medianamente feliz. Nosotros, al contrario de las redes y de la cultura de hoy, no apuntamos al principio del placer; es decir, a la satisfacción inmediata. Apuntamos a ir más allá.

- Y entonces, ¿qué hacemos con la felicidad?

- Estamos siempre en la búsqueda de esa felicidad, tenemos una promesa siempre adelante, como una zanahoria, pero es como una ilusión. Lo cierto es que tenemos que vivir mejor, hay que ir en procura del bienestar, pero entendiendo de qué bienestar se trata. Tiene que haber un tiempo de espera, con la posibilidad de aceptar el sufrimiento y la tristeza, de hacer los duelos como un proceso de la vida.

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