
La flotación cambiaria entre bandas (mínima de $ 1.000 y superior de $ 1.400) ha sido un bálsamo para el mercado. El dólar logró cierta estabilidad y los argentinos ya no se desesperan por atesorarlos por lo que pudiera pasar en el mediano plazo con la economía. La inflación cede, aunque marzo había dejado un índice elevado (3,7%) que fue como una cobertura por una devaluación que no se dio. Sin embargo, el poder adquisitivo del salario no se recupera. En el tercer mes del año la mejora del ingreso fue inferior al movimiento sostenido de precios. La población, en este contexto, sigue cubriéndose porque no dispone de los fondos necesarios para gastar de más. Las restricciones en la economía hogareña persisten. El 76% de las familias redujo la frecuencia de esas salidas, especialmente entre los sectores de menores ingresos, donde la caída alcanza el 85%, según un reporte de Kantar. De acuerdo con ese sondeo, los motivos que más desincentivan son el alto costo (74%), seguido por el tiempo de espera (41%) y malas experiencias previas (30%); este último muy marcado entre los jóvenes de 18 a 24 años.
La estrategia durante 2024 fue reducir gastos, algo que se ve reflejado en las ventas de supermercados. Pero hay un deseo de cambio: el argentino no quiere seguir resignando y quiere normalizar su situación. La resignación de los últimos años transformó a los consumidores en “expertos” del ahorro, y existe una mayor aceptación de segundas y terceras marcas en todos los estratos sociales. En el consumo diario, busca recuperar consumos resignados como carne y lácteos, además de mantener los pocos gustos que se dan, señala un Monitor Anual elaborado por Quiddity, una agencia de data & insights de untold|, el ecosistema de comunicación creativa.
A pesar de eso, el panorama sigue ajustado: tres de cada 10 gastan más de lo que ganan, y cuatro de cada 10 no tienen capacidad de ahorro. El principal deseo de los argentinos es recuperar cierta estabilidad económica para mantener a su familia y ahorrar (85%), invertir o crecer financieramente (39%), comprar inmuebles o autos (36%) o reducir deudas (36%), señala el informe al que accedió LA GACETA.
2024 no fue un buen año para los argentinos. El 60% de los consultados por Quiddity expresó que su estado de ánimo fue negativo y, más de la mayoría de ese total, atribuyen su emocionalidad a la crisis económica del país y al impacto sobre sus finanzas personales. El cansancio (40%) y la preocupación (42%), fueron las emociones predominantes que consolidan un efecto de “burn out” acumulado en los últimos tres años. A pesar de estas dificultades, surge una frágil esperanza: el 69% tiene expectativas de mejora para este 2025.
Según el Monitor Anual de Humor Social, la inflación, que tradicionalmente fue una de las principales preocupaciones de los argentinos, ha perdido notable relevancia como problema nacional al descender 24 puntos porcentuales de 2024 a 2025. “Si bien esta percepción contribuye a mejorar las expectativas sobre la economía en general, la inestabilidad de esta mejora queda en evidencia ante la mínima señal de que la inflación sube nuevamente”, advierte.
Los argentinos hacen de todo con el objetivo de buscar el equilibrio, pero esa búsqueda los llena de actividades y también los desequilibra. En 2025, se sienten más preocupados y agotados que en 2023. El 42% declara haber experimentado ansiedad o preocupación, y el 40% se siente cansado o agotado, cifras que en 2024 eran notablemente menores: 29% y 15%, respectivamente. En base a eso, anhelan un bienestar holístico (físico y emocional), pero esa búsqueda los lleva a saturarse de actividades: un promedio de 4,5 actividades por persona.