
En un contexto internacional volátil, en el que las tensiones geopolíticas y el debilitamiento del sistema económico global afectan el orden heredado del siglo pasado, América Latina y particularmente Argentina se enfrentan a un escenario de redefinición profunda. A partir de esos ejes, los doctores en Ciencia Política Marcelo Cavarozzi y Sergio Berensztein coincidieron en que el país atraviesa una transformación silenciosa pero estructural en sus formas de gobernabilidad y en sus desafíos de largo plazo.
Invitados por la Fundación Federalismo y Libertad que preside el abogado José Guillermo Godoy, los politólogos brindaron una mirada regional y local en un mundo turbulento. Cavarozzi inició la charla planteando que el sistema económico que surgió tras la Segunda Guerra Mundial hoy se encuentra en un proceso de desarticulación. Dijo que la dinámica mundial se volvió más caótica, y que América Latina no ha estado exenta de tensiones, aunque no bajo la forma de guerras abiertas.
“Todo el territorio latinoamericano tiene la presencia de la criminalidad organizada”, advirtió el académico, reconocido con el Premio Konex en 2016. Agregó que esto no se limita al narcotráfico, sino que involucra formas crecientes de ilegalidad económica y la presencia de “microestados criminales” que desafían la autoridad estatal. Dijo en ese sentido que la inseguridad tiene que ver con la fragilidad estatal en Latinoamérica y que, a su vez, se trata de un problema económico.
El peronismo dejó de ser
Al hacer una revisión de la situación política de la región, Cavarozzi destacó la estabilidad política que tiene Argentina a diferencia de otros países. Ya en un plano local, remarcó específicamente que estamos viviendo un gran cambio en el peronismo: dejó de ser “el salvador”.
“Si uno mira la experiencia de los últimos 42 años de democracia, la importancia que ha tenido el peronismo es que era el recurso de última instancia de la política argentina. Aparecía el peronismo cuando fracasaban los otros”, señaló. Consideró que el partido va a continuar siendo una fuerza importante, pero que “ha perdido la capacidad de aparecer como el recurso que salvaba las crisis graves”, en parte por el fracaso que fue la gestión de Alberto Fernández.
Estabilidad periférica
Desde una perspectiva más centrada en el escenario argentino, Berensztein destacó un fenómeno político novedoso y dijo que la estabilidad política se está logrando de la periferia al centro. Remarcó que los gobernadores han sido clave para sostener la arquitectura política nacional. “La estabilidad que logra (Javier) Milei, teniendo una representación muy acotada, se debe a los aportes de gobernabilidad de la mayoría de los gobernadores”, destacó. En ese sentido, señaló que el Presidente no se pelea con ningún gobernador, sino que elige confrontar discursivamente con otros actores, como la prensa.
A su vez, el analista político destacó que las provincias han sabido adaptarse y estabilizarse dentro de los cambios propuestos por Milei. “En un contexto de motosierra no hubo crisis fiscal en ninguna provincia”, destacó y resaltó que incluso aquellos distritos que aplicaron ajustes, como Tucumán, lograron mantener el orden subnacional.
¿Noruega o Nigeria?
De cara a lo que se viene, Berensztein advirtió sobre los riesgos que puede afrontar el país ahora que la zona árida cobró una importancia preponderante ante un mundo que requiere energía y minerales. En ese contexto, dijo que el país podría seguir dos caminos: o ser la Noruega de América Latina, o ser la Nigeria de América Latina, con recursos naturales infinitos y una pésima distribución de la riqueza.
En ese sentido, Berensztein planteó que el desafío que se viene es institucional y que se requiere un Estado más eficaz, con capacidad para formar capital humano en función del modelo productivo emergente. “¿No sería lógico que las universidades preparen recursos humanos en base a sus riquezas naturales?”, se preguntó y propuso la idea de que las universidades dependan de las provincias y no de la Nación.
Berensztein insistió con que las zonas áridas del país pueden ser igual o más gravitantes para la economía argentina como lo son hoy el Litoral o la Pampa Húmeda. “El país no progresa más porque está demasiado atado a la inercia del pasado”, dijo. La clave estará en si puede o no soltar ese lastre.