Números de Oro: una vida de esfuerzo premiada con un 0 km

Números de Oro: una vida de esfuerzo premiada con un 0 km

A sus 70 años, Isabel recibió el auto con el que soñó toda su vida. El premio sorpresa para una amiga cómplice e incondicional.

EXTRA. La ganadora posa con Gustavo Neme (gerente del Banco Santiago del Estero) y Juan Pablo del Pino (gerente Tarjeta Sol), junto al Renault Kwid Iconic Bitonio 1.0 y al televisor, que también recibió de regalo. La Gaceta / fotos de Diego Aráoz

María Isabel Díaz, jubilada, relojera, vecina y lectora fiel de LA GACETA, recibió ayer el premio más inesperado de su vida: un auto 0 km de los Números de Oro. Aunque había pasado poco más de un mes desde que se enteró que era la ganadora, el momento en que lo vio radiante y por primera vez frente a sus ojos, la dejó sin palabras.

“Estoy muy emocionada. Qué lindo. Qué hermoso”, dijo, apenas tuvo al coche frente a ella. Después de unos segundos en silencio, bromeó con su sonrisa habitual: “Le tengo que poner algo rojo”, haciendo alusión a las cábalas contra la envidia.

A su alrededor todo era emoción porque fue el cierre de una historia que había empezado con una escena muy distinta: su viejo auto, que ya no arrancaba, y que la dejaba varada una y otra vez.

Su anterior vehículo, desgastado por el tiempo y la rutina, era parte de su día a día. Como relojera de oficio y mujer de mil batallas, se las ingeniaba para seguir trabajando y moviéndose por la ciudad. Pero ese auto ya no respondía.

“Cuando lo apagaba, ya no encendía más. Este, en cambio, si lo apago vuelve a arrancar”, dijo entre risas al ver su flamante Renault Kwid Iconic Bitonio 1.0. “Mirá todas las luces que tiene, mi auto viejito no tenía nada de esto”, reconoció

A sus 70 años, jubilada con la mínima, jamás imaginó llegar a tener un vehículo nuevo. “Trabajo igual, pero no me alcanza. Todo esto es un sueño. No pude dormir la noche anterior porque la emoción era demasiada”, confesó.

EMOCIÓN. Madre, hija y amiga celebran el golpe de suerte de la jubilada.

Además, como cada lunes, durante años, ella pasaba a retirar su tarjetita de Números de Oro con el sello de la Tarjeta Sol, por lo que también se hizo acreedora de un televisor 43 pulgadas, cortesía del Banco Santiago del Estero. Pero eso no fue todo, porque hubo un premio sorpresa, para ella y una de las primeras protagonistas de esta historia llena de giros inesperados.

La amiga incondicional

En el momento en que Isabel se enteró que era la ganadora, no estaba sola. A su lado estaba Micaela González, su amiga y vecina. Ella fue testigo y cómplice directa de esa explosión de alegría que ocurrió cuando Isabel se enteró de la noticia, porque no tan sólo vio el anuncio sino que antes había ayudado a encontrarla e incluso la llamó y actuó para que la ganadora no sospeche.

“Su alegría es la mía”, había afirmado Micaela hace un mes, y confirmó ese sentimiento al acompañarla ayer al recibir el premio.

“La gente reaccionó con tanto cariño, que te da entusiasmo. Todos decían que era una buena vecina, una vecina de oro. Y preguntaban si esto no estaba arreglado. ¡Nada estuvo preparado! Fue una sorpresa para mí y después la sorprendimos a ella. Todo salió de adentro. Es lo que somos”, sentenció.

EN MARCHA. Díaz se despide feliz con su nuevo vehículo.

Esta relación especial entre ambas fue reconocida con una sorpresa especial: una noche para dos en el hotel Los Cardones, en Termas de Río Hondo. “Justo le decía hace poco: ‘Ya se viene el invierno, vayamos algún día a Las Termas’. ¡Y se nos dio!”, celebró Isabel.

Lágrimas en los ojos

A pocos metros de la escena, Natalia, la hija de la afortunada, observaba todo sin poder contener las lágrimas. “Estoy muy emocionada porque ella se lo merece”, dijo entre sollozos.

“Pasamos muchas cosas juntas. A mí me operaron dos veces del corazón y mi mamá siempre estuvo a mi lado. Estoy orgullosa de su profesión, de cómo se levanta cada día. Es una gran madre y también mi mejor amiga”, rememoró.

La historia de Isabel es también el de muchas mujeres que, con esfuerzo silencioso, construyen días sin esperar grandes recompensas. Pero cuando llega una, como este premio, el festejo es compartido.

“A veces me caía y me volvía a levantar. Por eso esto vale tanto”, reflexionó. “Sé que cuando llegue a mi casa y esté sola, voy a llorar. Porque son muchas emociones juntas, y a veces hay que estallar”, cerró la ganadora.

Y así fue como Isabel, la relojera de barrio, y la madre incansable, se subió a su nuevo auto. Con las manos temblorosas y una sonrisa que no se apagó.

“No me lo voy a olvidar nunca” se despidió, mientras el sol del mediodía se reflejaba sobre el capó del auto nuevo, como si también él formara parte del festejo. Y aunque no sabe aún adónde será su primer viaje, sí sabe que cada vez que lo encienda recordará que lo imposible a veces ocurre, y que los sueños, incluso los que parecen lejanos, pueden tomar forma y color.

El suyo es blanco, limpio y brillante. Y tiene olor a nuevo.

Compartir la suerte

Entre las felicitaciones que recibió Isabel durante todo este tiempo, hubo quienes, esperanzados por su testimonio, le contaron que ahora deseaban probar suerte.

“Una señora me dijo: ‘Me diste ganas de comprar los Números de Oro’. Le contesté: ‘¡Comprá! Capaz que te toca a vos también’”, dijo la más reciente ganadora.

Esta invitación se hace extensiva a todos los lectores al recordar que ya está en marcha una nueva edición, en la que con cada cupón se participa por un pozo semanal de $2.700.000 (que se acumula si no hay ganadores). Todos están invitados.

Esta nota es de acceso libre.
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