La música y el arte florecen bajo la lluvia en La Cúpula Festival

La música y el arte florecen bajo la lluvia en La Cúpula Festival

A pesar del mal clima, el Lola Mora Cultural fue un refugio para la cultura. El agua no pudo ahogar la fiesta que ofrecieron las bandas locales invitadas en Yerba Buena.

EN EL FESTIVAL. Nada paró las ganas de poguear de los jóvenes tucumanos en el Lola Mora Cultural. / GENTILEZA LA CUPULA PRODUCCIONES

Desde temprano, Yerba Buena se cubrió de un manto gris, pesado, que apenas dejaba adivinar el sol detrás de las nubes. Pero ni la lluvia, ni el viento fresco que corría pudieron frenar esta vez a La Cúpula Festival, que, después de una reprogramación obligada por el clima, se desarrolló finalmente este sábado. Contra todo pronóstico, la música y el arte le ganaron al mal tiempo.

En el predio verde de Lola Mora Cultural, las carpas blancas se convirtieron en refugio, en cuevas y en plaza seca improvisada. Bajo los techos de lona, los grupos de amigos se apretaban, las mochilas mojadas contra el pasto húmedo, el mate circulando entre risas y temblores. Era evidente que algo más fuerte los mantenía ahí: el deseo de vivir algo distinto y bien tucumano a la vez.

A partir de las 18.30 horas, los primeros temas de Flor Torres anunciaron que el festival estaba oficialmente en marcha. Arrancó con algunas canciones propias y cerró con reversiones de clásicos del rock nacional. Y ahí estaban: músicos, artistas visuales, productores y un público que había decidido restarle importancia a las botas embarradas.

HACER EL AGUANTE. Gastón y Juan estuvieron firmes desde la apertura de las puertas del predio. / LA GACETA.

Un Tucumán que resiste al aguacero

Entre la llovizna persistente, Gastón Martínez, un chico de 17 años, secaba su pelo. "Vine a descubrir otra música", contaba mientras buscaba espacio en una de las carpas más grandes. "Yo soy más del rock cerrado, pero me invitaron y me mandé. No conocía a nadie, investigué un poco de cada uno de los artistas, pero vengo a dejarme sorprender", expresó el joven.

COMUNIDAD DE ARTISTAS. La última canción en el show de Ebü. / GENTILEZA LA CUPULA PRODUCCIONES

“La lluvia es un bajón, pero bueno, ya fue. Uno llega a la casa, se seca, se cambia de ropa, se baña y está todo bien”, dijo Gastón con entusiasmo. Su emoción, a pesar del clima, resumía lo que flotaba en el aire: la necesidad de abrirse, de encontrar en la música una forma nueva de habitar la ciudad. "Siento que Tucumán es una provincia bastante olvidada. No hay muchos eventos así, y cuando suceden, hay que estar", agregó.

A su lado, Juan Ignacio Páez de la Torre, 18 años, también se sentía animado. "Yo vine por El Chango y las Flores, y por Utópico Amanecer. Conocí la movida por unos amigos del gimnasio. Me encanta esta onda: cada vez que puedo, vengo", sumaba a la conversación. Para este público La Cúpula es una isla de cultura, más allá de un festival.

Confluencia de lenguajes

Mientras el pasto se inundaba y algunos esquivaban los charcos, adentro de la galería Confluencia, el clima era otro: cálido, íntimo, vibrante. Julieta Sota, curadora de la muestra, caminaba entre las obras (grabados, arte textil, pinturas, fotografías, video-arte). "Confluencia nació para unir lenguajes. Para que la música y las artes visuales no compitan, sino que se acompañen", explicaba la artista de 24 años.

CON SU OBRA. Juli Sota eligió 15 artistas entre 70 propuestas para formar una confluencia entre el lenguaje visual y musical. / LA GACETA

La convocatoria había sido abierta: de 70 postulaciones, la joven eligió 15 artistas tucumanos, todos con técnicas y temáticas libres. "Queríamos dar espacio a quienes no lo tienen en los lugares formales", decía la flamante graduada en Artes Visuales de la Universidad Nacional de Tucumán. "Y también acercar el arte a la gente que quizás no pisa una galería tradicional, pero sí viene a un festival de música", sumaba.

NO FUE SÓLO MÚSICA. En paralelo al escenario de música, el festival dispuso de la galería de arte ''Confluencia''. / JOSÉ NUNO, LA GACETA.

Así, en medio de la música, de los hot dogs vegetarianos y de las latas de cerveza fría, el arte visual encontró su lugar: en los ojos de quienes, entre banda y banda, se dejaban atrapar por una pincelada o una textura inesperadas.

La lluvia no puede con la comunidad

Después de la presentación del Charco de la Ballena, que levantó los ánimos, Ebü subió al escenario y la energía siguió en transformación. El público, ya mojado hasta los huesos, coreaba y agitaba. Virginia Salas, más conocida como Vipisita, que cantó como invitada, contaba después: "está buenísimo que se habiliten estos espacios. Hay mucha comunidad, mucha colaboración. Nada de competencia, eso se siente".

PERFOMANCE. Entre show y show, Be hizo una presentación de su arte performático con hula hoops. / GENTILEZA LA CUPULA PRODUCCIONES

Para ella, el paraguas en un concierto no fue un obstáculo, sino una oportunidad. "Le da otra vibra", decía la música de 25 años.

Más que un festival

La programación musical continuó como un maratón valiente: El Chango y las Flores hizo que el público se acercara al escenario, saliera de las carpas y pogueara bajo la lluvia. Más tarde, Lissel & La Crème pusieron groove a la tarde húmeda. En el medio de esos shows, Benjamín Costilla Campero Foster, conocido como Be, hizo una performance con hula hoops y malabares.

EL SHOW DE EL CHANGO Y LAS FLORES. La potencia de su presentación logró que muchos salten bajo la lluvia. / GENTILEZA LA CUPULA PRODUCCIONES.

Alrededor de las 0 horas, Ril Fella & Masta Clark trajeron su energía urbana y agitaron al público con canciones como “En un Renault” y “Esto no es Yankiland”. Finalmente, Utópico Amanecer, cerró el festival con una sensibilidad que dejó a más de uno mirando al cielo, quizá para agradecer esa tregua momentánea que la lluvia, de a ratos, concedía.

CERCA DEL CIERRE. Ril Fella & Masta Clark repartieron hip hop tucumano para llevar. / GENTILEZA LA CUPULA PRODUCCIONES.

La Cúpula Festival no fue una postal perfecta. No fue un día de picnic ideal. Pero fue real. Fue valiente. Fue, en definitiva, un retrato de una generación que prefiere embarrarse antes que quedarse en casa. La mayor certeza fue que en Tucumán, incluso cuando todo parece en contra, el arte y la juventud encuentran formas de hacerse oír.

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