“Nos hacen sentir cerca, pero a veces nos dejan peor.” Esa contradicción resume lo que muchos adolescentes sienten ante las redes sociales, según el último estudio de opinión pública del Pew Research Center. Publicado esta semana, el informe revela que casi la mitad de los jóvenes que tienen entre 13 y 17 años en los Estados Unidos cree que las redes sociales poseen un efecto mayormente negativo en las personas de su edad, una cifra que subió el 16% en sólo tres años.
El mismo estudio señala que, aunque el 74% de los adolescentes valora positivamente el rol de las redes para sentirse más conectados con sus amigos, la percepción general sobre el impacto emocional que estas plataformas tienen sobre ellos es cada vez más crítica. Esto plantea una paradoja: ¿puede una herramienta ser al mismo tiempo una fuente de apoyo y un factor de estrés?
Un vínculo ambivalente
Realizado entre septiembre y octubre de 2024 con más de 1.300 adolescentes y sus padres, el informe destaca una creciente distancia entre cómo los jóvenes viven su relación con el mundo digital y cómo los adultos la interpretan. Por ejemplo, los padres tienden a preocuparse más que sus hijos por el impacto de las redes en la salud mental. Sin embargo, los chicos, si bien valoran la conexión, ya no se muestran tan optimistas como antes.
La comparación con los resultados del informe anterior, publicado en 2022, es reveladora: en ese entonces sólo el 32% pensaba que las redes tenían efectos negativos sobre sus pares. Ahora esa cifra alcanza al 48%. “Las redes pueden ser muy tóxicas, incluso cuando no querés ver nada negativo”, dice una de las encuestadas, de 16 años. “A veces me comparo y termino sintiéndome mal sin darme cuenta", refiere otra.
Otro dato clave del informe es que las chicas tienden a reportar efectos emocionales más negativos que los varones. También hay diferencias según la cantidad de tiempo que pasan en redes: quienes están más horas conectados suelen reportar mayores niveles de ansiedad o estrés.
Además, Pew Research encontró que no todos los adolescentes experimentan lo mismo: quienes ya tienen síntomas de angustia o problemas de autoestima son más vulnerables a los efectos nocivos del uso constante de estas plataformas. Esto refuerza una idea que cada vez suena con más fuerza en el mundo académico y médico: las redes sociales no causan directamente trastornos, pero sí pueden amplificar malestares ya existentes.
Frente a este escenario, los expertos recomiendan no demonizar la tecnología, pero sí fomentar el uso crítico. “El diálogo abierto entre padres e hijos, así como la educación digital desde edades tempranas, puede marcar una diferencia”, señala el informe. También propone herramientas de regulación emocional, pausas activas y un entorno que no castigue el hecho de "desconectarse".
Para los investigadores, el fenómeno merece una atención urgente, sobre todo porque el malestar emocional en adolescentes aumentó en la última década. La salud mental juvenil se convirtió en un tema prioritario en políticas públicas, pero aún persiste el desafío de abordar las causas de fondo y no sólo los síntomas.
Así, el estudio no solo ofrece estadísticas: también abre preguntas sobre el tipo de vínculo que esta generación construye con la tecnología. ¿Qué lugar ocupan las redes en la construcción de la identidad? ¿Qué rol juegan en el autoestima, la pertenencia o el aislamiento?