Así es emigrar a EE.UU. siendo latino hoy: historias reales, asilo político y deportación

Así es emigrar a EE.UU. siendo latino hoy: historias reales, asilo político y deportación

Jóvenes argentinos revelan cómo cambió la posibilidad de empezar de cero en el país más prometedor de oportunidades del planeta desde que volvió Donald Trump.

UNA ARGENTINA EN TEXAS. Jimena Aráoz comparte en su cuenta de Instagram experiencias desde el gran estado del sur. / GENTILEZA JIMENA ARÁOZ

En cada esquina, en cada juntada, en cada laburo entre latinos residentes en los Estados Unidos, la conversación empieza casi siempre igual: “¿cómo viniste? ¿Cuál es tu estatus?”. No se trata de una pregunta indiscreta, sino de un código compartido. Saber el estado migratorio de alguien en ese país no es un detalle, es casi tan importante como saber su nombre. Porque de eso depende todo: es saber si puede alquilar, trabajar, ir al médico o, simplemente, vivir sin miedo a ser deportado.

Para miles de argentinos que cruzaron con visa de turista, Work & Travel o incluso sin papeles, quedarse en los EE.UU. no es sólo un deseo: es un plan. Y en tiempos donde Donald Trump vuelve a endurecer el discurso migratorio, las tácticas para permanecer en el país se vuelven cada vez más extremas... y, a veces, transgresoras de la legalidad.

“El asilo no es para cualquiera”

“Cuando llegás, lo primero que te preguntan no es de dónde sos, sino cómo entraste. Es como tu carta de presentación”, cuenta Jimena Aráoz, tucumana de 26 años. Ella arribó a Texas en 2022 con visa de turista. Hoy estudia y comparte su experiencia en redes como @unaargentinaentexas

Entre los migrantes, una palabra aparece con frecuencia casi mágica: asilo político. Jimena tiene claro que es mucho más seria (y riesgosa) de lo que parece. “El asilo no es para cualquiera. Tenés que demostrar que tu vida corre peligro en tu país. Si no lo hacés, te deportan”, explica. La mayoría de los asilos aprobados en Estados Unidos son de personas de Venezuela, Cuba o países con crisis humanitarias reconocidas por el Gobierno estadounidense.

Aunque durante la administracióN de Joe Biden esta vía se expandió (incluso con la posibilidad de obtener la Green Card), la política migratoria cambió. Con el regreso de Trump al escenario, los procesos se aceleran y las deportaciones aumentan. Antes, las cortes podía tardar unos cinco años en llamar a los solicitantes. “Algunos usaban (a la solicitud de asilo) para ganar tiempo porque, mientras tanto, podés trabajar legalmente. Pero ya no es así, ahora están deportando a todos”, cuenta.

Además del riesgo de una expulsión, el costo es alto: abogados que cobran entre U$S 5.000 y 10.000, formularios de hasta U$S 800, y asesoramiento informal que puede confundir más que ayudar. “Lo que más me sorprendió al llegar fue la cantidad de desinformación que hay. Nadie te explica cómo funciona en serio el sistema migratorio. Vas aprendiendo por experiencia o por errores ajenos”, destaca Jimena.

MIGRAR A ESTADOS UNIDOS. El país del sueño americano se está volviendo más estricto con los inmigrantes latinos. / GENTILEZA JIMENA ARÁOZ

Historias armadas para ganar tiempo

En este contexto, muchos recurren a lo que llaman “casos armados” de asilo. Historias construidas con asesoría de terceros, que se venden como paquetes: violencia, narcotráfico, amenazas políticas. Todo con el objetivo de ganar tiempo y trabajar legalmente mientras dura el proceso.

Ese es el caso de un joven oriundo de Santa Fe que utilizó la cuestión del narcotráfico en su provincia para pedir asilo, con algunas exageraciones de por medio. “Hay grupos de personas que te arman una historia creíble. Te preguntan cosas de tu barrio, de tu trabajo y te dicen: ‘tu caso puede ser por narcotráfico, por violencia familiar, por amenazas políticas…’”, cuenta el entrevistado de 23 años que prefirió no revelar su nombre por temor a las consecuencias. “El precio del 'paquete' completo puede ir de los U$S 800 a los U$S 1.200. Y eso sin contar abogados, traducciones y formularios del Gobierno”, detalla.

Él llegó con Work & Travel y no pensaba quedarse. La experiencia en suelo estadounidense lo hizo cambiar de idea. “Algo que nadie te dice es que Work & Travel no es para ahorrar plata. O venís a disfrutar o venís a trabajar sin parar y te volvés con lo justo, pero no las dos cosas”, advierte. Cuando se decidió a quedarse, siguió los consejos de sus amigos latinos, que lo hicieron entrar al sistema de asilo. “Es un quilombo de papeles, abogados y mucha plata. Una vez que lo pedís, no podés volver a tu país y tenés que declarar por qué no podés volver”, explica. Él comenzó el trámite en diciembre del año pasado y ya declaró ante la Justicia estadounidense.

Mientras espera una respuesta, trabaja haciendo DoorDash, el equivalente estadounidense de PedidosYa o Rappi. “Si trabajás 12 horas por día podés sacar entre U$S 1.200 y 1500 semanales. Pero de eso, te quedan U$S 2.000 limpios al mes con suerte, porque hay que pagar el alquiler de la casa, el auto, el seguro, la nafta... Acá todo es laburo. Si no te matás laburando, no hacés un mango”, asegura.

PUERTA A PUERTA. El sistema de DoorDash implica el servicio de puerta a puerta como Rappi o PedidosYa. / GENTILEZA JIMENA ARÁOZ.

El camino legal también es cuesta arriba

Bruno Flores, de 25 años y también tucumano, representa el otro lado de la moneda. Llegó en 2022 con un objetivo claro: crecer como bailarín en Los Ángeles. Entró con visa, hizo todo en regla y ahora está en proceso de cambio de estatus. “Mi llegada fue muy tranquila por suerte, siempre intento ingresar por diferentes lugares para evitar problemas. Tuvimos mucha suerte porque hicimos los trámites migratorios hace unos años, cuando era un poco más fácil de ahora”, dice.

Reconoce que el clima actual es mucho más hostil para los latinos. “Hoy se sienten menos protegidos. Hay muchas formas de jugar un poco con el sistema pero no es la mejor opción”, define. Aun así, aconseja: “a quien está pensando emigrar hoy a EE.UU. le diría que lo intente por lo menos una vez en la vida para vivir la experiencia. No conozco a nadie que le haya ido mal emigrando”

EN HOLLYWOOD. Bruno es un bailarín tucumano que viajó en 2022 para buscar mejores oportunidades. / GENTILEZA BRUNO FLORES.

Entre mitos, miedo e incertidumbre

Jimena también denuncia cómo algunos discursos políticos alimentan el miedo. “Se decía que ya no ibas a poder viajar más con pasaporte argentino si no tenías la Real ID. Yo acabo de viajar sin problema. El control existe, sí, pero no es que te detienen por tener acento o por cómo te vestís”, indica.

Aun así, reconoce que los cambios recientes en las leyes de inmigración generan incertidumbre en la comunidad latina. “Trump eliminó beneficios como el TPS, o estatus de protección temporal, para los venezolanos y puso foco en deportar gente con antecedentes. Pero también hay casos donde deportaron a personas sin delitos, solo por estar fuera de estatus. Es muy gris”, narra.

Lo último de las políticas de Donald Trump

Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump implementó medidas como el uso de la Guardia Nacional y la policía local para realizar deportaciones masivas, incluyendo detenciones de familias inmigrantes y ciudadanos estadounidenses erróneamente detenidos.

Además, reinstauró políticas como el "Remain in Mexico" y el Título 42, que permiten la expulsión rápida de migrantes sin acceso a asilo, y revocó protecciones como el TPS para venezolanos. El uso de la Orden Ejecutiva 14159 permitió la deportación sin audiencia judicial, la penalización por no registrarse como indocumentado, y la expansión de las fuerzas de Servicio de Control de Inmigración y Aduanas.

Estas políticas generaron un clima de miedo y desconfianza, afectando especialmente a los latinos que llegaron con visas temporales, programas de intercambio o sin documentos. Para muchos, la migración ya no es sólo un sueño, sino una lucha diaria por sobrevivir en un país donde, para los extranjeros, la residencia legal se ha vuelto cada vez más inaccesible.

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