
La pax cambiaria transita entre la necesidad de sostener el tipo de cambio con valores cercanos al límite inferior de la banda de flotación, como pasó en la primera semana del nuevo régimen, y en la meta de acumular más reservas como se comprometió la Argentina en el nuevo acuerdo con el FMI.
El presidente Javier Milei ha dicho públicamente que, hasta tanto la divisa estadounidense no se sitúe cerca de los $ 1.000 por unidad, el Banco Central no intervendrá en el mercado para adquirir los dólares. Se trata de una juzgada arriesgada, ya que el Gobierno tiene como meta que las reservas netas se ubiquen en los U$S 4.000 millones hasta fines de año (hoy se ubicarían con un saldo negativo en torno de los U$S 7.000 millones). En el medio, el jefe de Estado aguarda que los agroexportadores liquiden divisas y que eso contribuya a robustecer las divisas que atesora la entidad monetaria. El consenso de los analistas económicos no es tan optimista como el Gobierno, ya que, si bien apunta a una “depreciación” de ambos tipos de cambio, el oficial y el paralelo, para fin de año, la mayoría los sitúa por encima de los $ 1.200.
Para los panelistas de FocusEconomics, que el dólar estadounidense estará a $ 1.306,40 en 2025 y en $ 1.509,80 en 2026.
Sin dudas, la nueva fase del programa económico fue un paso en el sentido correcto porque la Fase 2, con su nivel de dólar, mostraba evidentes signos de agotamiento a los ojos del mercado. Pero también es para celebrar porque es un gran avance en materia cambiaria: otorga mayor flexibilidad al precio del dólar, una característica común de la configuración macroeconómica de los países a los que intentamos imitar, indica un reciente informe de GMA Capital.
No obstante, el nuevo esquema debe tomarse, justamente como indica su nombre, como una nueva etapa del programa. “Al igual que la Fase 2, parece descansar en la búsqueda de un nivel de tipo de cambio apreciado, con volatilidad acotada (al menos al alza) e incentivos al carry trade”, observa el diagnóstico privado. ¿Cuánto podría durar este nuevo tramo del camino? Según GMA, mínimamente hasta las elecciones, y quizás también hasta que el nivel de inflación permita aún mayor flexibilidad cambiaria y un esquema monetario basado en la tasa de interés como el de “inflation targeting” (meta de inflación). Si el nivel de la inflación no acompañara rápidamente al 1% de la banda superior, este límite podría quedar en un nivel demasiado apreciado en términos reales. Esta situación, ante ausencia de mejoras en la productividad argentina vía reformas, podría hacer que viéramos cambios más temprano que tarde.
De todas formas, el mercado celebra que Argentina, en un solo movimiento, despejó dos de los tres focos de incertidumbre que perturbaban a los inversores: el acuerdo con el FMI y la salida del cepo cambiario. El último bastión de dudas que quedaría en 2025, al menos en términos idiosincráticos, se relaciona con las elecciones de octubre, considera GMA Capital.
Según el economista Gustavo Ber, en las primeras ruedas post liberación cambiaria, pusieron especial énfasis en el saldo diario del Banco Central -hasta ahora neutro reflejando su nula participación- y a los volúmenes de la oferta y demanda. “Ello se debe a que se espera una mayor liquidación de exportaciones y un creciente apetito por el carry-trade a corto plazo, potenciado ahora también por la flexibilización para el ingreso de inversores extranjeros. Frente a ese escenario, se espera conocer en qué nivel y con qué estrategia saldría a comprar el excedente de divisas la entidad -más cuando se sigue desinflando tanto al contado como en los futuros y existen señales de que podría arrancar recién hacia los $ 1.000- a fin de poder avanzar con las pautas de acumulación de reservas acordadas en programa con el FMI.
Así las cosas, el mercado considera que en los primeros días de la semana que arranca, el dólar se moverá en torno de los $ 1.160, el valor registrado hasta el miércoles. Los movimientos adicionales dependerán de la estrategia que adopte el Central.