Entre lo mejor que se ha escrito sobre el papa Francisco

A Javier Cercas lo obsesiona un tema y quiere -necesita- consultarlo con el Papa. Su madre, nonagenaria y víctima del Alzheimer, está convencida de que pronto se reencontrará con su difunto esposo, a quien amó intensamente. Cercas intentará que sea el propio Jorge Bergoglio quien lo libere de semejante inquietud: ¿cómo es eso de la resurrección de la carne y la vida eterna? ¿Así de literal? ¿Qué nos espera al momento de morir? ¿Acaso un nuevo comienzo junto a los seres queridos que ya han partido? Le ha prometido a su madre transmitirle la respuesta y para eso sólo pretende un encuentro de cinco minutos con el Papa. Una charla mínima y elemental. ¿Lo conseguirá?

El planteo, propio de un thriller metafísico, hilvana un relato que de otro modo sonaría por demás fragmentario. “El loco de Dios en el fin del mundo”, definido por el propio Cercas como un batiburrillo, tiene un poco de todo: crónica, ensayo, biografía, autobiografía. Pero es un Frankenstein literario que no tiene nada de monstruoso; al contrario. Se trata de uno de los mejores libros que se han escrito sobre Francisco, posiblemente porque el Papa, sin perder centralidad, cede generosamente el protagonismo cuando el autor se mete con cuestiones complejas que hacen a la naturaleza de la Iglesia Católica y de la cultura occidental contemporánea.

Mongolia

La cuestión es así. A Cercas lo contactaron desde El Vaticano para proponerle acompañar la visita apostólica del Papa a Mongolia y escribir un libro que refleje sus vivencias. Un libro sin compromisos ni censuras. El propio Francisco, en el marco de un encuentro multitudinario con artistas de todo el mundo, le susurra en un puñado de segundos: “escribí lo que quieras”. Fue el primer cara a cara que protagonizaron, efímero como en toda audiencia masiva.

¿Por qué a mí? -se interroga Cercas-. ¿Un ateo convencido viajando con el Papa a Ulan-Bator? ¿Para qué? El autor de “Soldados de Salamina”, “Anatomía de un instante” y “El impostor” le dio vueltas al asunto, hizo mil consultas y terminó aceptando con una condición: que el Papa accediera a charlar con él. Apenas el tiempo mínimo e indispensable para que contestara esa pregunta que al escritor le quema las entrañas: ¿cómo es eso de la resurrección de la carne y la vida eterna?

La previa del periplo rumbo a Mongolia, esa particular y milenaria nación atrapada entre Rusia y China, implicó un manos a la obra de Cercas en torno a la figura de Jorge Bergoglio. Repasó libros, artículos, entrevistas, películas, mientras fue delineando una idea concreta sobre el personaje. De allí surgió lo de “el loco de Dios”, que no era otro que Francisco de Asís. Loco porque dialogaba con los animales, sí, pero en especial por su renuncia a toda clase de riqueza para ponerse al servicio de los pobres. Si el Papa ha decidido seguir esa estela trazada por su santo de cabecera -colocar a Cristo en el centro de la Iglesia- bien le vale el apelativo. Pero Cercas no se queda ahí y trae a escena a Friedrich Nietzsche. Entonces, si Bergoglio es “el loco de Dios”, él asumirá el papel de “el loco sin Dios”. Con ese ropaje lo perseguirá hasta ese fin del mundo representado por la Mongolia de Gengis Kan.

¿Se trata de un Papa revolucionario o -apenas- de un conservador reformista? ¿Será un Papa más o dejará una huella en la historia? Cercas bucea en el pensamiento jesuita de Francisco, moldeado entre el Concilio Vaticano II y la realidad latinoamericana de los 60 y 70, al compás de las lecturas del uruguayo Alberto Methol Ferré. Bergoglio, va delineando Cercas, ha mamado la Teología de la Liberación despojándola de todo marxismo. Lo suyo es la Iglesia de las pobres y de los misioneros, sí, pero ¿ha conseguido el Papa realizar los cambios que pretendía? ¿O, simplemente, se ha conformado con modificar el estilo sin tocar el dogma?

Procurando definiciones, Cercas mantiene profundas conversaciones con quienes llama “los soldados del Papa”. Con Lorenzo Spadaro, por ejemplo, aborda la cuestión de los abusos sexuales perpetrados por religiosos. Coinciden en que el clericalismo puede ser la raíz de estos crímenes, ocultados durante años por El Vaticano.

¿Y qué hay de la respuesta del Papa a la gran pregunta de Cercas, aquello de la resurrección de la carne y la vida eterna? Hasta aquí llegan los spoilers. El resto corre por cuenta del “loco de Dios”.