Cartas de lectores: mutilaron a Camilo

Cartas de lectores: mutilaron a Camilo

06 Febrero 2025

Hace unos años una automovilista ebria subió con su camioneta a la vereda en la esquina de Alberdi y 24 de Septiembre y arrancó de raíces un naranjo que cubría de sombras el puesto de revistas de nuestro querido gacetero, “Cachito” (foto inferior). Preocupado por el verano que se le avecinaba, pronto consiguió un pequeño jacarandá, que con ayuda de vecinos plantó en el huérfano cantero y lo bautizó como “Camilo”. A “Cacho” como le llamábamos los amigos, conocidos y clientes le faltaban, desde niño, sus dos brazos. Pocos creían que aquella frágil plantita podría crecer en medio de tantas condiciones adversas, pero Cacho se preocupó para que ello sucediera. Tenía la plena convicción que ese pequeño ejemplar remedaría su lucha por vivir y llegaría a ser lo que es hoy, un coposo y esbelto jacarandá lleno de flores. Para eso, aquel arbolito, tuvo que soportar, al igual que su dueño, el maltrato de las inclemencias del tiempo y de los distintos depredadores que a menudo lo asolaban. En el primer otoño quedó sin sus pocas ramas y hojas tornándose en una vara intrascendente. Cuando llegó la primavera comenzó a echar sus brotes simétricos, como los brazos faltantes de su progenitor y sus pequeñas hojitas pintadas de un verde profundo, lo convirtieron en el faro vegetal de la esquina. Ya no pasaría desapercibido. Su belleza debía ser protegida, para ello “Cachito” hizo fabricar un seguro encatrado de alambre protector. Así pasó el tiempo y Camilo se transformó en un fornido adolescente que empezó a florecer. Hasta allí, ya libre de sus defensas, “Cachito” lo acompañó.

Un día de madrugada, hace ya tres años, con mucha tristeza le dio su último adiós diciéndole - Te quiero, pero llegó mi tiempo y me tengo que ir, quédate aquí junto a mi kiosco como una muestra de amistad, no te vayas. Yo te acompañaré como en cada madrugada. Y ahí solo quedó Camilo como un ejemplo de amistad y supervivencia.

Días atrás pasé y vi aserrado uno de los brazos de Camilo. Se me vino a la memoria Cachito con su saco colgando de sus hombros. Me detuve y le pregunté al actual dueño, a la sazón uno de sus hijos, que había pasado para tan detestable agresión. Me contó que el conductor de un enorme camión perteneciente a una empresa de transporte vecina, calculó mal la vuelta y le quebró parcialmente uno de sus brazos. Todo lo completó un vecino comedido que llamó a la Municipalidad y motosierra de por medio inició sin saberlo la emulación de su amo. Allí me llegué a enterar que Cacho en cada madrugada, mientras preparaba el reparto y tomaba su mate cocido no dejaba de hablarle a Camilo. ¿Qué le habría dicho mi amigo? Tengo la experiencia de hacer nacer y criar desde semilla cientos de árboles autóctonos y puedo afirmar que crecer, como lo hizo Camilo, no vi nunca alguno con anterioridad. La mutilación de un árbol genera inestabilidad del mismo y lo debilita, con esa conducta se logra todo lo contrario a lo que se busca, por otro lado el trazado colonial de nuestras calles y su estrechez no constituyen un camino apropiado para el transporte pesado en pleno centro, transformándose en un peligro para el peatón

Aunque ellos no lo supieran, con seguridad, “Cachito” miraba desde el cielo a esos operarios y seguramente en su lenguaje bien tucumano los maldecía.

Lorenzo Santiago Marcos
lorenzomarcos49@hotmail.com

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios