El presidente Javier Milei habló contra la “ideología woke” durante su discurso en el Foro de Davos. Afirmó que es el “cáncer que hay que extirpar”. La cultura “woke” es un término cobró relevancia en el discurso político y social contemporáneo, especialmente en el contexto de las críticas de figuras como el flamante mandatario estadounidense Doland Trump.
“Woke”, en su traducción literal del inglés es el participio pasado del verbo “wake”, que significa despertar o estar alerta. Pero su definición es más compleja y profunda de lo que parece.
Este concepto se refiere a un enfoque que, en su origen, declama que busca crear conciencia sobre las desigualdades y luchas sociales, abarcando temas como la raza, el género y la sexualidad.
Originalmente, se utilizaba dentro de comunidades afroamericanas para referirse a la conciencia sobre injusticias raciales. Con el tiempo, su significado se ha ampliado para incluir una variedad de cuestiones sociales y políticas, promoviendo la igualdad y la justicia social a través del activismo y la educación.
Tanto Milei como Trump critican lo que consideran un exceso de corrección política asociado con la cultura “woke”.
Para ellos, este fenómeno representa una amenaza a los "valores tradicionales" y a la libertad de expresión. Trump caracterizó a los defensores de esta ideología como parte de un "fascismo de extrema izquierda". Y acusa a sus seguidores de intentar silenciar a quienes no comparten sus opiniones.
Los críticos argumentan que la cultura “woke” limita el debate al promover una forma de "cancelación" hacia aquellos que no están de acuerdo. Consideran, además, que atenta contra los valores familiares tradicionales, lo que ha resonado en sectores conservadores.
Este fenómeno también ha sido utilizado por algunos sectores políticos para movilizar apoyo en contextos electorales, reflejando una "batalla cultural" más amplia que se desarrolla en varias partes del mundo.
“Ideología woke”: de dónde surge el concepto
¿De dónde surge esta connotación? Hay muchos mitos sobre su origen pero, de acuerdo con un artículo de la BBC, se considera que William Melvin fue el que insertó este concepto en la sociedad. En 1962, el autor publicó un ensayo en The New York Times titulado If You’re Woke, You Dig It (en español, Si estás despierto, lo entiendes) en donde trataba las injusticias de los afroamericanos.
Sin embargo, ha tomado especial relevancia en la última década con Black Lives Matter, el movimiento que nació en 2013 y lucha contra el racismo en Estados Unidos. Sobre todo, el concepto “woke” pisó con fuerza en 2014 en las protestas por el asesinato de Michael Brown, un afrodescendiente que fue inocentemente baleado por un policía bajo la acusación de robar unos cigarrillos.
En síntesis, se trata de una palabra originalmente utilizada por activistas negros, en un contexto donde la libertad era limitada y lejana y los prejuicios eran infinitos y constantes.
La versión en contra de “woke”
De acuerdo con el diccionario de Oxford, esta palabra suele ser utilizada en forma de desaprobación y rechazo por quienes piensan que otras personas se alteran con demasiada facilidad por estos temas o hablan demasiado de ellos de una forma que no cambia nada.
Ronald E. Hall, profesor de Trabajo Social en la Universidad de Michigan, señaló en The Conversation que para las personas negras el término “woke se remonta a los tiempos de la segregación racial legal, a menudo violenta”.
De acuerdo con un artículo de The Economist, la palabra llegó a ser considerada un insulto por el partido republicano o el ala más conservadora de la sociedad: son aquellas personas que imponen una ideología bajo un extremismo intolerante, los famosos “policía del lenguaje” que están alerta de la constante “corrección política” y que ejercen la “cultura de la cancelación”.
David Brooks, periodista y escritor especializado en política, explica que el problema del wokeness (tanto de izquierda como de derecha) es que no inspira la acción, sino que la congela. “Ser woke es, ante todo, exhibirse. Hacer que un problema parezca irresoluble es inspirar separación, construir un muro entre el problema y vos, no una solución”, profundiza en una columna para The New York Times.