04 Abr 2021
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Te conozco

Muchas parejas, quizás por inercia, se acostumbran a no prestar atención a los detalles de la vida del otro. Es algo que se observa en las sesiones de terapia: un par de preguntas del terapeuta disparan respuestas que generan gran sorpresa en una o ambas partes. “Nunca me hubiera imaginado”, “jamás me lo dijiste”, “primera vez que me lo preguntás”, “no sabía que te sentías así”… es bastante frecuente que uno de los miembros de la pareja, o los dos, apenas conozca los gustos, alegrías o miedos del compañero/a.
Las parejas emocionalmente inteligentes conocen íntimamente el mundo del otro. Este es uno de los principios o “reglas de oro” para vivir –de manera satisfactoria- de a dos. Lo postula con énfasis John Gottman, el popular terapeuta norteamericano experto en parejas, que inventó los famosos “laboratorios del amor” y que aseguraba poder predecir un divorcio con una precisión del 91% luego de tan solo escuchar cinco minutos de discusión. A esto de “conocer al otro” le llama contar con un “mapa del amor” bien detallado. ¿Qué es un mapa del amor? Ni más ni menos que esa parte de nuestra mente donde almacenamos toda la información relevante sobre la vida de nuestra pareja. Que sea “detallado” implica adjudicarle un amplio espacio cognitivo a la relación: recordar eventos importantes de la vida del otro y mantener la información al día a medida que los hechos y los sentimientos varían. Conocer sus objetivos vitales, sus preocupaciones, sus esperanzas.
¿Por qué vale la pena ponerle energía a este asunto? Porque de ese conocimiento surge no sólo el amor, sino la fortaleza para capear las tormentas. Quienes cuentan con un detallado mapa de amor, sostiene Gottman, están mucho mejor preparados para enfrentarse a las dificultades y los conflictos que inevitablemente se presentan.

Un juego

Gottman propone un ejercicio a modo de juego donde los miembros de la pareja deben responder una serie de preguntas en relación al otro, un poco para divertirse y otro poco para darse una idea de cuánto conocen o ignoran de su compañero/a (y, de paso, profundizar estos conocimientos). Responder correctamente otorga un puntaje, del 1 al 5, de acuerdo al grado de complejidad o profundidad que implique acertar en la respuesta. Por ejemplo, es fácil saber su cumpleaños o dónde nació. Pero para saber cómo prefiere pasar una tarde, o nombrar una de sus experiencias de la infancia requiere haber prestado más atención. Lo mismo que estar al tanto de cuál pariente es el que menos le gusta o qué lo/a excita sexualmente. En el top están cuestiones como qué lo pone triste, qué tensión actual enfrenta, cómo prefiere ser tranquilizado/a, cuál sería su trabajo ideal, o si tiene una ambición secreta o un gran sueño aún no realizado.
Uno de los regalos más valiosos que puede hacerse al compañero –o compañera- es la sensación de que es conocido y comprendido. Además, si no conocemos a una persona, ¿cómo podemos amarla de verdad? No es sorprendente que el término bíblico para el amor sexual sea “conocer”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.