En torno al uso del preservativo

20 Mar 2021
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El preservativo es el único método anticonceptivo capaz de prevenir las infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH-Sida. Se trata de una funda de látex muy fina, adaptable y resistente, que debe colocarse recubriendo el pene en estado de erección y ser retirado antes de que ella se pierda. Para optimizar su nivel de eficacia es importante que sea utilizado durante toda la relación sexual y, por supuesto, que se respeten las instrucciones de uso que figuran en el envoltorio. Debe además tenerse en cuenta su calidad, fecha de vencimiento y la temperatura ambiental adecuada para que, aun cerrado, no altere sus propiedades.

A algunas personas les preocupa el hecho de que, al colocarse el profiláctico, pierden la erección. Lo adjudican a una disminución en la sensibilidad o también a la falta de hábito en su uso. Algo típico entre quienes estuvieron mucho tiempo en una relación exclusiva que, a lo mejor, no les planteaba la necesidad de utilizar este método y que, al separarse, tienen que incorporarlo.

En este sentido es importante recordar que, contrario a lo piensan muchos, en un encuentro sexual la erección no implica -al menos no necesariamente- la penetración inmediata. Es una idea errónea frecuente entre los ansiosos y apurados que no quieren perderla y, paradójicamente, es justo lo que logran. Acá la culpa no es del preservativo sino de no haber dejado que la erección se “consolide”, como los autos antiguos cuyos motores debían calentarse antes de arrancar. Darle más tiempo -un buen tiempo- a los besos y las caricias e incluso incorporar en este juego la colocación del preservativo es lo recomendable para conjurar esta dificultad (tampoco, vale aclararlo, es tan trágica: la erección puede perderse y recuperarse).

En relación a la pérdida de sensibilidad -no es absurdo que algunas personas así lo experimenten: a fin de cuentas, aunque delgada, una capa se interpone entre los amantes- una técnica recomendable es, justamente, “acostumbrarse”. Usarlo unas horas al día (aún sin erección), masturbarse con preservativo y, de paso, practicar la colocación cuantas veces sea necesario. En una palabra: familiarizarse lo más posible con este irreemplazable aliado del sexo seguro. Lo mismo que probar, entre las numerosas variantes de marcas y tipos, hasta encontrar aquel que resulte más “confortable”.

“Stealthing”

Alexandra Brodsky, investigadora de la Universidad de Yale, publicó un estudio en el Columbia Journal of Gender and Law (Revista de Género y Derecho de la Universidad de Columbia) sobre un fenómeno que bautizó stealthing. Vocablo que en inglés alude a hacer algo sigilosamente, de manera oculta.

En este caso, referido al “retiro del preservativo no consensuado durante la relación sexual”. Una práctica más común de lo que podría pensarse: hombres que lo hacen con trucos, en el cambio de posición o aprovechando la oscuridad… y la mujer lo advierte cuando ya es demasiado tarde.

Las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres alegan que esta acción debe ser tratada como una violación: al no haber un consentimiento en que se va a retirar el preservativo, potencialmente la otra persona tampoco habría consentido la relación sexual sin cuidado. Existen casos de denuncias -y de condenas- al respecto, aunque se trata de algo difícil de probar y que en algunas víctimas puede generar vergüenza y/o temor de exponer, por tratarse de relaciones ocasionales o de vínculos violentos.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.