Estudios controvertidos

30 Ago 2020
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Estudios controvertidos

Stuart Brody, profesor de psicología especializado en conducta sexual de la Universidad de Escocia, es un caso controvertido entre la comunidad de investigadores de la sexualidad humana.
Ha publicado trabajos en los que desafía lo convencional: asegura, por ejemplo, que se puede predecir si una mujer tiene orgasmos vaginales por la forma en que camina o que el grosor de su labio superior da indicios de su capacidad orgásmica. Sus artículos han captado un gran interés mediático pero también fuertes críticas por parte de la mayoría de sus colegas, quienes afirman que la metodología de Brody no es rigurosa, que sus conclusiones son exageradas y que simplemente buscan causar revuelo y atraer la atención. Curiosamente, sin embargo, los estudios de este “provocador” suelen ser publicados en The Journal of Sexual Medicine, una importante revista especializada, revisada por pares, bajo el aval de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual.

Masturbación vs coito

Brody comparó la masturbación y el coito vaginal, analizó, además, la importancia del contexto y la experiencia subjetiva en que se produce un orgasmo. En un estudio publicado en 2006, vio que la liberación de prolactina (hormona relacionada con la saciedad y la satisfacción) era hasta cuatro veces mayor tras el coito que en la masturbación, en personas de cualquier género. Y sostuvo que este dato explicaba la mayor gratificación física tras el sexo en pareja que en solitario. Pero añadió que había algo más que razones químicas: cuando pasaba sus encuestas con la orgasmic rating scale –“escala de valoración del orgasmo”- advirtió que los vaginales siempre eran valorados como mejores que los producidos por masturbación. Y que probablemente esto se vinculaba con el contexto en que se generaba el clímax, ya que al preguntarles a las personas el motivo para masturbarse, las que estaban en pareja respondían que lo hacía por placer o para satisfacer al otro, mientas que las solas afirmaban que por lo general lo hacían para descargar tensiones o por aburrimiento.

Polémico

En sus afirmaciones más polémicas, el profesor Brody ha asociado una mejor salud mental a mayor frecuencia de coitos pvi (penile-vaginal intercourse), pero no a más masturbación o sexo anal. Es más: llegó a argumentar que la frecuencia de masturbación está asociada a mayores índices de depresión, menor felicidad, menor amor dentro de la pareja y que “las mujeres que experimentan orgasmos vaginales –definidos como orgasmos generados sólo por el movimiento del pene dentro de la vagina- están más satisfechas con su salud mental que las mujeres que sólo experimentan orgasmos por estimulación clitoridiana directa”.
Agregó que la estimulación pvi tiene propiedades analgésicas mayores, que ayuda a mantener en forma la musculatura pélvica, y que la presencia de cierto componente seminal prostaglandina en la vagina después de la eyaculación “puede mantener el flujo sanguíneo y la oxigenación vaginal, mejorando así la respuesta sexual, la salud vaginal y quizá la salud general”, por lo que “usar preservativos privaría a las mujeres de estos beneficios”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.