Resolución de conflictos: el estilo semiseparados

22 Dic 2019
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El estilo semiseparados

No todos somos brillantes a la hora de negociar acuerdos. Menos todavía cuando se trata de hacerlo en pareja. Y es que, ¿cuántos “virtuosos de la comunicación” existen? No muchos, como bien sabemos. Pero hay una buena noticia para aquellos que –a diferencia de los “validadores”, los de mejor reputación- no son tan brillantes al respecto. Ocurre que los expertos han encontrado otros dos estilos de resolución de conflictos que requieren pocas capacidades de negociación y que, aun así… ¡funcionan!
Uno de ellos es el estilo “semiseparados”, así llamado porque las parejas que se manejan de esta forma no se comunican mucho en general. Es como si siguieran líneas paralelas. Sin embargo, emocionalmente tienen similitudes con los validadores: no les gusta mucho el conflicto, son buenos para la aceptación, muy comprometidos y cuidadosos y se tratan uno al otro con respeto y amabilidad. A nivel de satisfacción con la pareja suelen tener un puntaje que va de mediano a alto. Pero ahí terminan las similitudes.
Los semiseparados no exploran demasiado los conflictos y tienden a ocultar sus sentimientos para no herir al otro. Suelen utilizar más el “yo” que el “nosotros”. Y pasan mucho tiempo haciendo cada uno lo suyo (hay varios gustos en los que no coinciden). En relación al pasado, suelen tener visiones muy diferentes sobre lo que sucedió. Pero así y todo han logrado acordar niveles aceptables de eso que los entendidos han dado en llamar “intimidad distante”.

“No es para tanto”

La manera en que estas parejas manejan las tres etapas de resolución de conflictos pondría los pelos de punta a varios terapeutas: pasan mucho tiempo en la etapa 1 (escuchando al otro), pero se saltean la 2, en la que se trata de persuadirlo (consideran que empeñarse en que vea las cosas de su misma manera es una pérdida de tiempo). Y se van de la 3, que procura resolver las diferencias: son de la idea de que, si uno les da tiempo suficiente, “las cosas se arreglan solas”.
Pero a pesar de esto, ambos integrantes van avanzando bastante felices. ¿Cómo? Sencillamente acordando en las diferencias y decidiendo que el problema en cuestión, a fin de cuentas,  “no es para tanto”. Y así, aunque cada persona vaya por su propio camino, mantienen un sentido de unidad, recordando todo aquello en lo que sí están de acuerdo.
Como todos, el estilo semiseparados tiene sus peligros. En primer lugar, las parejas que trabajan de esta manera no adquieren mucha práctica en la negociación (que tarde o temprano será necesaria). Y demasiada “intimidad distante” los desconecta de los cambios que se van sucediendo en los gustos y preferencias del otro. Al irse sumando cuestiones sin resolver, uno o ambos miembros de la pareja puede empezar a guardar enojo y rencor, generando un estrés que termine por afectar la salud. En este sentido, las parejas que practican este modo son más proclives a enfermarse y eso puede terminar perjudicando la relación.
En cuanto a las ventajas, las parejas semiseparadas no necesitan ser tan adecuadas como las que forman los validadores. “No hagas nada y todo estará bien” podría ser su lema. “Dejando ser” a la pareja y sin tomarle un examen permanente, ellos cuentan con que el amor fluirá.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.