Sexo y hábitos

28 Jul 2019
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Sexo y hábitos

Las relaciones sexuales, además de una forma de comunicación y un medio para dar y recibir afecto y/o placer… pueden también ser un canal de transmisión de agentes infecciosos, virus y bacterias. Resulta oportuno, entonces, repasar algunos hábitos que es necesario -o no viene mal- incorporar –o desechar- en el contexto sexual para evitar estos efectos no deseados. 
Un ejemplo es la recomendación de, luego de la sesión erótica y en contra del impulso de dormir o quedarse abrazados o simplemente tumbados conversando… levantarse, ir al baño y orinar (haya habido o no penetración). Se trata de una conducta que favorece la eliminación de las bacterias que pudieron ingresar en el tracto urinario por el contacto y la frotación de los cuerpos. Esta medida preventiva es especialmente aconsejable para las mujeres con predisposición a padecer infecciones urinarias. Así, la micción inmediata “barre” y lava el conducto, evitando las incómodas cistitis postcoitales. (Una curiosidad es que hasta hace no demasiado tiempo se hablaba de la “cistitis de luna de miel” o del “síndrome de la recién casada”).

¿Duchas?

La ducha vaginal es la práctica de lavar o irrigar el interior de la vagina con agua u otros líquidos. No es lo mismo que el saludable hábito de, al bañarse, higienizar los órganos genitales: estas duchas consisten en un lavado más profundo. Sus adeptas refieren que así se sienten más “frescas” y “limpias”. Existe, además, la creencia errónea de que hacerlo después de una eyaculación previene embarazos (otras, por el contrario, piensan que el semen será impulsado hacia arriba, facilitando la concepción). 
Estas duchas no son en absoluto necesarias ni recomendables de incorporar ya que lo único que con toda seguridad ocasionan es una alteración de la flora vaginal, con el consiguiente peligro de contraer infecciones.

Sexo seguro

Nunca se insistirá demasiado en la importancia del uso correcto del preservativo: es el único método disponible para protegernos de las infecciones de transmisión sexual. (Recordemos que, de acuerdo al último informe mundial de ONUSIDA, durante el período 2010-2018 ha crecido la tasa de infectados por VIH en nuestro país).
En primer lugar, los preservativos deben ser guardados de forma tal que no se alteren sus condiciones ni se vuelvan más propensos a romperse: en un lugar fresco y seco (pulgar abajo para la clásica costumbre de llevarlos en la billetera). Deben permanecer en su envoltorio hasta el momento de ser usados y es importante chequear su fecha de vencimiento.
La colocación se hará cuando el pene esté erecto, para evitar que se salga: desde su extremo -manteniendo apretada con dos dedos la punta del látex, que servirá de depósito para el semen-, desenrollándolo hasta llegar a su base y cubrirlo por completo.
Para estar realmente protegidos es necesario usar preservativo desde el comienzo y durante toda la relación sexual. Por otra parte, no son reutilizables: se usa (al menos) uno por relación sexual, y por práctica sexual. Pero ojo: dos condones juntos no duplican la protección, sino que la disminuyen porque la fricción puede romper el látex. 

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.