Sexo planificado

29 Dic 2018
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Sexo planificado

En el imaginario popular, el “sexo placentero” y la “planificación” suelen ser considerados incompatibles. En la base de este indudable prejuicio está la creencia de que una vida sexual gratificante, para ser auténtica, involucra una buena dosis de espontaneidad. Esa que activa el deseo en las personas, “instintivamente”. Por lo mismo, la idea de poner el sexo en la agenda, como si fuera un turno con el dentista o con la manicura, es tomada por sospechosa, artificial, impostada. Y produce mucha resistencia en las personas cuando, por ejemplo, esto es sugerido por el/la profesional en el contexto de una psicoterapia. (Aunque, si lo pensamos bien, es lo que hacen los amantes: no dejan en absoluto los encuentros librados al azar).

Es innegable: cuando una pareja convive, además de todas las bondades de la vida de a dos, sobrevienen los peligros de la rutina, de la cotidianeidad. Los roces propios de compartir espacios, dinero, decisiones; el estrés laboral, las demandas familiares, la habituación al cuerpo del otro… Estos y otros factores van ganando protagonismo en la relación y atentan contra la vida sexual. Y conducen, por lo general, a una suerte de inercia que nos lleva a actuar de manera predecible y automática. Por eso, muchos de los que conviven o se han casado –y qué decir si además tienen hijos- miran con cierta nostalgia la época en que las relaciones sexuales simplemente ocurrían: siempre había ganas y nadie estaba demasiado ocupado o cansado como para decir que no. Hacer el amor… era el mejor programa.

Preparar el terreno

Al respecto, la sexóloga portorriqueña Alessandra Rampolla habla de una “espontaneidad planificada”. En el sentido de planear los encuentros. Es decir, propiciar momentos sin interferencias para estar a solas con la pareja y conectar emocionalmente. No se trata de hacer un viaje o tomarse un fin de semana completo (sin duda buenos programas, pero no siempre posibles).

Puede ser una salida a la semana -solos- para conversar, ponerse un poco al día, reírse, pasarla bien. Quizás no haya sexo –y lo mejor es olvidar las expectativas en este sentido- pero no sería raro que, generando estas condiciones, la cercanía derivara en una relación sexual. Sin dudas, una buena estrategia para que la planificación se ponga al servicio de la espontaneidad.

Dice Rampolla: “cuando estaban de novios y creían que el sexo se daba de manera tan natural, ¿no anticipaban cada uno de sus encuentros? ¿No estaban pensando eróticamente en el otro durante todo el día, no se arreglaban para verse, no escogían el lugar a dónde ir de cita, no fantaseaban con las cosas que se harían mutuamente? ¡Sigan planificando!”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.