Ejercicios para la autoestima

22 Dic 2018
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Ejercicios para la autoestima

El porcentaje de mujeres disconformes con su cuerpo es altísimo: el peso, la forma, la estatura, las huellas del paso del tiempo. Si bien somos nosotras las que históricamente hemos sufrido el absurdo mandato cultural de comparar nuestros cuerpos con parámetros inaccesibles, los varones tampoco son ajenos a este autoflagelo.

En su popular libro “Tu sexo es tuyo”, Sylvia de Béjar, la española experta en sexología y educación sexual, rescata una serie de ejercicios orientados especialmente a reconciliarse con el propio cuerpo, lo cual tiene un impacto directo sobre la autoestima y, en consecuencia, sobre la vida sexual.

La primera recomendación es hacer lo posible por eliminar las conversaciones sobre lo poco que nos gusta nuestro aspecto físico, las dietas, el envejecimiento. Definitivamente, un verdadero desafío porque –sobre todo en las reuniones de mujeres- es muy raro que la charla no vire, en algún momento, hacia esos tópicos… y se instale por un largo rato, alimentada por las distintas voces y experiencias. Se trata, entonces, de resistirse activamente a perder tiempo hablando de estas cosas. “Defiende esta postura ante tus conocidos”, insta de Béjar, a fin de que evitemos fomentar nuestras inseguridades (y las del resto).

Frente al espejo

La consigna de colocarse desnuda frente a un espejo –de ser posible, uno de cuerpo entero- es una buena propuesta si queremos amigarnos con nuestra apariencia. Mirarse a fondo, desde todos los ángulos, sin criticarse, “con la tolerancia, la compasión y el cariño con que mirarías a alguien amado”.

La idea no es hacer un inventario de los “defectos” –a esos los conocemos bien- sino, por el contrario, hacer el ejercicio de mirarse con ojos nuevos. Como diría Krishnamurti, sin ideas previas, como si fuera la primera vez. Así, es probable que reparemos en partes nuestras que jamás hayamos contemplado. Es recomendable ir adoptando diferentes posturas y, además de mirar, tocar. Repetir este ejercicio a conciencia puede ser de gran ayuda para sentirnos cada vez más cómodas.

Una lista

Hacer una lista de todo lo que nos gusta de nuestro aspecto es una buena manera de empezar a desactivar el piloto automático de criticarnos. No solo teniendo en cuenta lo estético, sino también celebrando todo aquello que, gracias a esta “nave” que habitamos, podemos hacer, percibir, experimentar.

Después, analizar cada parte por separado, de la cabeza a los pies. Pensar en lo que nos gusta y en lo que no, haciendo el esfuerzo de planteárnoslo objetivamente, cuestionando los pensamientos automáticos negativos. Quizás hemos llegado a creer, como si fuera una verdad revelada que, por ejemplo, tener el pelo con rulos es un rasgo indeseable.

Y así podremos trabajar en lo que es factible de mejorar aprendiendo, a su vez, a valorar de forma más realista lo que no podemos cambiar. Aceptarlo. Aquí la clave es no exigirnos imposibles. Si nos topamos con algo que nos parece “terrible”, “espantoso”, “inaceptable”, un buen recurso es preguntarle a la pareja o a alguien cercano qué opina al respecto. Lo más probable es que descubramos que los demás tienen otra mirada y eso puede ayudarnos a modificar la perspectiva. Lo que no quita que, si hay algo de la apariencia que queremos y podemos cambiar, desde el realismo, nos fijemos objetivos para lograrlo.

Por último, es bueno incorporar la costumbre de no contradecir a los que nos elogian, de aprender a aceptar los halagos y creer en lo que nos están diciendo.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.