La vida de un ciudadano

02 Dic 2018
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La vida de un ciudadano

El “Kama-sutra”, quizás el más popular de los textos hindúes, en Occidente es casi sinónimo de sexo. Sobre todo de placer sexual y de posturas para hacer el amor. Efectivamente, buena parte del libro se aboca a estos temas. Sin embargo, Vatsyayana, el sabio que compiló estas antiguas enseñanzas, no dejó de lado otras cuestiones, por considerarlas en íntima relación con la plenitud sexual. De hecho, uno de los primeros capítulos –“La vida de un ciudadano”- se refiere en detalle a cómo debiera vivir “todo habitante del Indostán”.

“Amo de casa”

La descripción, en el antiguo texto hindú, es imperdible: un hombre “poseedor de una fortuna, que puede haber adquirido por dádiva, conquista, operación de comercio, depósito o herencia de los antepasados, debe hacerse amo de casa y llevar vida de ciudadano”. Para ello deberá tomar una residencia “junto a gentes honestas, o en un lugar frecuentado por gran número de personas”. Debe estar situada “cerca de una corriente de agua y dividida en diferentes compartimentos para diversos fines”. Se rodeará de un jardín y constará de dos partes: una vivienda interior, que será ocupada por las mujeres; y otra exterior que “embalsamada de ricos perfumes, tendrá un lecho muelle, grato a la vista, cubierto de un lienzo de perfecta blancura, poco elevado en el centro, endoselado de guirnaldas y de manojos de flores naturales, con un pabellón encima y dos almohadas, una a la cabecera y otra al pie”. Y agrega: “habrá también una especie de sofá”.

Junto al sofá, en el piso, “una escupidera, una caja de raspaduras y también un laúd, suspendido por un colmillo de elefante”. Eso no es todo, el sabio agrega otros elementos que deben estar: “una mesa de dibujar, un frasco de perfumes, algunos libros y guirnaldas de amarantos amarillos”. Y sigue: “Poco más allá, sobre el pavimento, debe haber un asiento redondo, una caja de juegos y una mesa para jugar en ella”. Y en el jardín “un columpio turnante y uno ordinario” y “un banco de césped para sentarse”.

Instrucciones precisas

El texto es muy preciso al referirse a lo que debe hacer el ciudadano en su día, desde que se levanta: “luego de haberse ocupado en las necesidades indispensables” –aquellas que los indios cumplen, antes que toda otra cosa por la mañana-, “se lavará los dientes y se aplicará al cuerpo, en cantidad moderada, ungüentos y perfumes; pondrá colirio en sus párpados y bajo los ojos, coloreará sus labios con el alacktak –una suerte de laca- y se mirará en el espejo”.

La higiene personal tiene gran importancia para los hindúes, porque simboliza la pureza y esto se refleja en las recomendaciones de Vatsyayana: el ciudadano, después de haber “masticado hojas de betel y otras cosas que perfuman la boca, ejecutará sus quehaceres habituales”. Por supuesto, “cada día tomará un baño; de cada dos días, en uno se untará el cuerpo con aceite; cada tres días se ungirá con una sustancia espumosa; se hará rasurar la cabeza (incluido el rostro) cada cuatro días, y las otras partes del cuerpo cada cinco o seis días”. Definitivamente, las instrucciones merecerían un calendario ya que, insiste, “todo esto debe ser puntualmente ejecutado”. También manifiesta la importancia de “hacer que desaparezca el sudor de las axilas”.

Luego del desayuno la ocupación consiste en “enseñar a hablar a los papagayos y otras aves; después se seguirán las riñas de gallos, de codornices y de carneros”. Luego de un tiempo de divertimentos sigue “la siesta del mediodía”.

Después, el dueño de casa, “revestido con sus trajes y adornos, pasará la tarde conversando con sus amigos”. A la noche cantará y, en compañía de uno de ellos, “esperará en su cuarto, previamente ornado y perfumado, la llegada de la mujer que pueda serle fiel, o le enviará una mensajera, o irá él mismo a buscarla”. Cuando ella haya llegado, él y su amigo “le darán la bienvenida y la recrearán con charlas amables y gratas. Tal será la última ocupación de la jornada”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.