Sushi a la carta

24 Jun 2018
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Sushi a la carta

En la película “Sex and the city”, del año 2008 –basada en la exitosa serie del mismo nombre- aparece una escena donde Samantha, la sexoadicta del grupo, le prepara a su pareja una sorpresa para festejar San Valentín: después de cocinar con empeño, se acuesta desnuda sobre la mesa y ofrece su cuerpo como una gran bandeja donde coloca estratégicamente piezas de sushi. La performance termina resultando un fiasco: el agasajado se retrasa demasiado y Samantha, indignada, acaba por comerse los nigiris y sashimis. ¡Ella no es mujer para esperar al hombre en la casa, por más que se trate del superatractivo Smith Jerrod y de una mansión en Malibú!

¿Arte culinario?

Aunque suene a una marca registrada de Samantha, el llamado “body sushi” se originó hace siglos en Japón, adornando el cuerpo de hermosas geishas. Aterrizó en Occidente a principios del siglo pasado, cuando empezó a practicarse en lugares muy exclusivos de Europa y Estados Unidos (actualmente en nuestro país también existen restaurantes y empresas de catering que ofrecen este servicio).

Para algunos se trata simplemente de una variante más de la sitofilia (el fetichismo sexual que mezcla erotismo con comida). Otros lo califican como un verdadero arte culinario, orientado a un público que busca alternativas diferentes para las fiestas y celebraciones. Y un tercer grupo repudia esta costumbre, por considerarla deshumanizadora y degradante, al reducir a seres humanos a la categoría de objetos (de hecho en algunos lugares, como en China, su práctica es ilegal).

Sin embargo, los defensores del nyotaimori o nantaimori -su nombre japonés, según la presentación sea sobre el cuerpo de una mujer o de un hombre- aseguran que se trata de una propuesta positiva y responsable: sus modelos son tratados con respeto y cuidado, y los comensales tienen prohibido establecer contacto físico con ellos.

El protocolo

Convertirse en una bandeja viviente requiere preparación: depilación completa, un baño profundo con un jabón especial, que no deje fragancia (y con agua casi helada, para bajar la temperatura corporal y mantener un poco la cadena de frío) y la disposición física y mental para permanecer inmóvil, en estas condiciones, durante un par de horas… mientras la gente se acerca a tomar sus bocados con los palitos. A modo de precaución sanitaria, se suele colocar una capa de plástico u hojas verdes entre el cuerpo y la comida.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.