Año nuevo, vida nueva
La víspera de un nuevo año nos dispara,
arbitrariamente o no, la necesidad de hacer balances. Nos coloca frente a un
renovado almanaque con sus 365 días sin estrenar, haciéndonos sentir que
tenemos otra oportunidad para hacer algunas cosas de otro modo, si es que en
verdad nos lo proponemos.
Los cambios deseados pueden requerir
–relativamente- poco esfuerzo o hasta ser placenteros. Proponernos, por
ejemplo, dejar de lado las excusas y no faltar a la salida semanal con
amigas/os (porque sabemos que al final la pasamos siempre bien), no deja de ser
estimulante.
Pero cortar una relación de pareja de mucho tiempo (o mucho apego), encarar una terapia, cambiar de trabajo, consultar a un sexólogo, dejar de fumar o bajar quince kilos… es otra historia. Hacer un cambio estructural –un “cambio 2”, como le llaman los sistémicos- no es cualquier cosa. Requiere apertura, coraje, decisión. Y eventualmente hasta superar obstáculos.
Autocastigos
Es frecuente que el hecho de plantearnos el
objetivo de modificar una conducta o situación vital que nos acompaña desde
hace mucho, venga precedido de una etapa de autocastigo y hasta de autoboicot.
¿Otra vez voy a intentarlo? ¿Para qué, si seguro termino volviendo a lo mismo?
¿No será tarde ya? ¿Y si no merezco más? ¿Y si esta vida es el precio que tengo
que pagar por los errores cometidos? Es la regla: frente a la posibilidad de un
cambio se manifiesta rápidamente una resistencia a él, una tendencia que lucha
por mantener las cosas como están, en la zona de confort –aunque de hecho no
sea confortable- de lo conocido.
Otras veces el boicot viene –también- de afuera: pequeños movimientos en una dirección diferente a la acostumbrada pueden llamar la atención de la familia, los amigos o los compañeros de trabajo, generando desconcierto y todo tipo de reacciones.
Nuestro poder
Somos mucho más poderosos de lo que nos creemos.
Innumerables historias conocidas y otras más anónimas dan cuenta de la
capacidad de cambio y superación que tenemos las personas. Pero ser concientes
de ese poder supone desconfiar de ese juez interno, casi siempre implacable,
que nos desalienta cuando queremos aventurarnos a algo que sale de lo previsto.
De manera que no es mala idea aprovechar el
envión que nos ofrece un año nuevo para repensar un poco nuestra vida. Y
animarnos a dar esos primeros pasos que nos conducen a los saludables cambios
que venimos postergando.