Comunicación no violenta

16 Dic 2017
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Marshall Rosenberg

Es innegable que la violencia se ha infiltrado en todos los ámbitos: basta andar en auto en hora pico, leer las noticias de los diarios o detenerse en los comentarios de los foristas en Internet. Tristemente, hasta ha llegado a resultarnos natural el convivir con una dosis de hostilidad y amenaza generales. Un contexto semejante impacta, necesariamente, sobre nuestras relaciones afectivas.

El famoso psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg -fallecido hace un par de años (foto)- creó un modelo para ayudar a las personas a resolver sus conflictos y diferencias pacíficamente. Lo llamó “Comunicación no violenta”. Entre los elementos clave de este tipo de intercambio está el “observar sin evaluar”. Un verdadero desafío: a casi todos nos cuesta muchísimo observar a los demás -sus conductas, sus actitudes- sin establecer juicios, críticas u otras formas de análisis. Nuestro acto reflejo es juzgar. Pero observar simplemente, sin mezclar este acto con una evaluación inmediata, no es tarea sencilla. (De hecho Krishnamurti afirmaba que poder hacerlo constituye la forma suprema de inteligencia humana).

Estar en el ahora

Pero, ¿por qué es importante ejercitarse en este sentido? Quien solamente afirma lo que observa y evita impregnar estas observaciones con ideas acerca de lo que esto podría llegar a significar -es decir, sin hacer interpretaciones- se mantiene en el presente (el único lugar donde transcurre la vida). No asocia el hecho con nada anterior, ya sea un juicio o un sentimiento. Si aplicamos esta medida de “higiene” mental, aumentamos las posibilidades de que la otra persona entienda lo que pretendemos transmitirle y no se defienda. “No me mirás a los ojos cuando me hablás” es muy distinto que decir “es evidente que te cuesta mirarme a los ojos cuando me hablás”. El tono en que se dicen las cosas es también muy importante, pero lo que sí es seguro es que la segunda observación generará resistencias. Desde luego que es imposible prescindir totalmente de evaluar lo que observamos. Pero sí podemos entrenarnos en la práctica de discriminar una cosa de la otra.

“Identificar y expresar sentimientos” es el segundo componente de una comunicación no violenta. Registrar, diferenciar y comprender lo que estamos sintiendo en un momento determinado -para así poder expresarlo adecuadamente- es uno de los rasgos de la persona emocionalmente madura. Es curioso: a veces parecemos concentrarnos más en conocer los mil y un matices de lo que siente el otro y poco nos ocupamos de conectarnos con nosotros mismos.

Necesidades insatisfechas

“Asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos” es el tercer componente de la comunicación no violenta. Esto implica reconocer que aquello que hacen o dicen los demás puede funcionar como estímulo o disparador de un sentimiento, pero no constituye nunca su causa (el poder lo tenemos, en realidad, nosotros).

Nuestros sentimientos son el resultado de cómo elegimos tomarnos lo que dicen y hacen los demás, y también de nuestras necesidades y expectativas particulares en ese momento. Es por eso que debemos aceptar la responsabilidad de lo que hacemos para generar nuestros propios sentimientos.

A veces pensamos que son los otros los que descuidan nuestras necesidades emocionales, cuando más bien somos nosotros mismos los que las ignoramos, al no explorarlas, de manera de poder transmitirlas con claridad. “La violencia -sostiene Rosenberg- es la expresión trágica de las necesidades emocionales insatisfechas”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.