Sexo de película

12 Nov 2017
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Titanic

Lo hemos comprobado más de una vez: entre lo que esperamos y lo que la realidad ofrece suele haber una buena distancia. Este desajuste se produce, casi por regla general, en todos los aspectos de la vida. Y es que nuestra mente, cargada de ideas acerca de cómo deben ser las cosas, acostumbra a jugarnos malas pasadas, alimentando expectativas poco realistas. Probablemente es la vida sexual uno de los ámbitos más susceptibles de ser evaluados en base a idealizaciones, mandatos y supuestos erróneos.

Desde luego que son muchas las causas y motivos que contribuyen a esta falacia. Pero el cine ocupa, sin duda, un lugar estelar.

Pura coincidencia

En casi todas las películas donde hay una escena sexual más o menos explícita, el encuentro se caracteriza por la coincidencia, la armonía, la previsibilidad. El deseo invade a los protagonistas en el mismo momento, los besos y abrazos se acoplan de lo mejor, la ropa interior es perfecta para la ocasión. Cada uno parece adivinar lo que el otro quiere y el clímax, obviamente, los encuentra juntos, muy juntos. Sudorosos y satisfechos como nunca antes. No importa que sea la primera vez que se acuestan o que sólo hayan intercambiado unas pocas palabras: sus cuerpos -delgados, fibrosos, espléndidos- parecen haberse reconocido de vidas pasadas.

Esta descripción no es excesiva a la luz de lo que estamos acostumbrados a ver en el cine. Si bien desde hace unos años se hacen cada vez más películas verosímiles -en todo sentido- todavía hay bastante material así con el que muchas personas comparan su propia vida sexual.

Una de las más perjudiciales omisiones del cine en las escenas sexuales se refiere al uso del preservativo. Efectivamente, es muy raro que la performance incluya, aunque sea de refilón, la imagen de un condón. Todo sucede muy rápido y pareciera no haber tiempo para estas cuestiones de orden práctico. Un disparate, sobre todo si consideramos que se trata de la única manera de reducir significativamente las posibilidades de contraer una infección de transmisión sexual, incluido el VIH-Sida.

Con toda seguridad, si las películas nos mostraran siempre el “paquetito” asociado al sexo, contribuyendo a explicitar y visibilizar la importancia de su uso, favorecerían un cambio de conciencia respecto de esta fundamental medida de protección y cuidado. Lo que no resultaría una contribución menor. Hasta faltaría una norma que así lo instituyese.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.