Los nuevos metrosexuales

01 Oct 2017
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Cristiano Ronaldo

En los noventa, el periodista británico Mark Simpson acuñó el término “metrosexual” para designar al nuevo tipo de hombre urbano que estaba emergiendo: preocupado por su imagen, consumidor de moda, de cremas cosméticas y de una serie de costumbres tradicionalmente asociadas a las mujeres. No por eso se trataba -necesariamente- de hombres homosexuales. Justamente el neologismo surgió más bien para calificar a los hétero sin complejos de exponer su costado vanidoso. Como es sabido, el futbolista David Beckham se convirtió en el representante perfecto de esa tendencia.

Veinte años después, Simpson volvió a la carga con su tipología, esta vez con una versión actualizada de los metrosexuales: los “espornosexuales”, de los que mucho se habla últimamente. El término, castellanizado, proviene de la fusión de sport (deporte) y porn (porno).

El culto del cuerpo

Los “espornosexuales” pasan muchas horas en el gimnasio, haciendo todo lo necesario para desarrollar hasta la última porción de su musculatura y lograr así un cuerpo “tallado”. Y es que, si bien tienen gustos precisos en cuanto a la ropa, su obsesión está puesta en el cuerpo y no tanto en el atuendo (a diferencia de los metrosexuales). Aunque, por supuesto, eligen vestirse de manera que se luzca tanto trabajo físico: remeras ajustadas, pantalones chupines como calzas, etc. Sus pieles doradas y lampiñas suelen ostentar grandes tatuajes. Y los peinados –al igual que las barbas, si las hay- tienen algo de esa perfección de muñeco Ken.

El aspecto resulta el de un deportista que entrena a diario y duro. Que cuida su alimentación, que procura tener hábitos saludables… una suerte de atleta. No por nada Cristiano Ronaldo es la figura icónica de la espornoscopia. Esta tendencia, asegura Simpson, “llevó el deporte a la cama y lo volvió marcadamente sexual”. De ahí que Ronaldo -y otros como él- sean tapa de revistas o compartan en las redes sus cuerpos esculturales, casi sin ropa, en estudiadas y provocativas poses.

Al respecto, hace unos días, el estilista Oscar Guimarey, en una nota aparecida en el periódico El País, señaló que estos hombres irradian “una hipermasculinidad cercana a la de los superhéroes de los cómics. De ahí los pantalones ceñidos como mallas de ballet, las camisetas y jerséis empotrados en los bíceps y los escotes superlativos que dejan poco a la imaginación”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.