Los chicos leen más, pero a través de internet

Los chicos leen más, pero a través de internet

Encuentro de editores. "Los jóvenes de entre 15 y 24 años no se sienten satisfechos con los suplementos que suelen darles los diarios", reveló un experto. Unos 1.600 periodistas participan en Sudáfrica, en el congreso mundial de la Asociación Mundial de Periódicos. Conclusiones.

PARADISIACO. Desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde se desarrolla el encuentro, se ve cómo se abrazan los océanos Indico y Atlántico. PARADISIACO. Desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde se desarrolla el encuentro, se ve cómo se abrazan los océanos Indico y Atlántico.
04 Junio 2007
CIUDAD DEL CABO (Por Federico van Mameren, enviado especial).- Van y vienen. Suben y bajan escaleras. Unos cargan su laptop y a otros les basta el anotador y la lapicera. Cargan sobre sus hombros la valija negra que se convirtió en el documento de identidad de los 1.600 editores.
Hombres y mujeres, negros, blancos y amarillos tienen la misma tensión en el rostro, a todos les preocupa lo mismo: el futuro. Eso, en términos periodísticos significa ¿qué hacer con Internet? y ¿qué harán los jóvenes con los diarios el día de mañana?
Los periodistas se desparraman en cuatro salas del segundo piso del Centro de Convenciones que, seguramente, en nada se parece al que hasta ahora ni siquiera diseñó Casino Club para los tucumanos.
Este escenario está a 7.000 kilómetros de distancia del norte de Argentina y el lema del congreso es "Modelando el futuro". Su organizador, la Asociación? Mundial de Periódicos (WAN), representa a 18.000 periódicos de 102 países.

Donde más duele
Robert Barnard abre el fuego en Ciudad del Cabo y dispara: "Los jóvenes de entre 15 y 24 años leen y tal vez más que antes, pero los canales son distintos". Su frase pega donde más les duele a los periodistas de la prensa escrita. Ahora advertirá sobre cómo los chicos se volcaron a Internet. Este periodista canadiense confirma, con datos, su sentencia: en 1967 la brecha entre los lectores jóvenes (entre 15 y 24 años) y los adultos (entre 55 y 65 años) era del 12%. En 1999 la diferencia entre los pelilargos y los que peinan canas había trepado al 40%.
Barnard se apoya en sus estudios (100 jóvenes de 10 países diferentes) para advertir que la lectura no es el problema sino los canales por los cuales llegan los chicos a la información. "Los jóvenes se identifican con los nuevos medios como google, yahoo o Messenger y no se sienten satisfechos con los suplementos que suelen darles los diarios".
En el auditorium más de uno es capaz de sonrojarse y sentir que las estrategias que se vienen aplicando en los diarios son las equivocadas. Barnard responde a esas dudas y comienza a desplegar algunas estrategias.
a) Son los padres los que van a generar el entusiasmo por la lectura de los diarios; por lo tanto, los editores deben buscar herramientas para contagiar el interés a los padres con temas o cuestiones que también atraigan a sus hijos.
b) Es cierto que a los chicos no les preocupa lo que pasa con la política, sin embargo, están decidiendo y votando constantemente en cuanta consulta les hacen por Internet. Se debe favorecer su vinculación con toda la comunidad.
c) No se puede pensar que la palabra joven sintetiza todo. No se trata de un grupo homogéneo, por lo tanto se debería separarlo, por lo menos, en diferentes franjas etarias, de acuerdo con la gran diversidad de intereses que ellos tienen (música, deportes, programas de TV, entretenimientos, lecturas y otros).
d) La escuela también es un punto que no puede perderse de vista para captar al público joven. Los maestros son difusores de la lectura, pero también las revistas estudiantiles son estímulos que el periodismo no puede soslayar.
Estas reflexiones que Barnard fue desplegando a lo largo de una hora en estas tierras -desde donde se ve cómo se abrazan el océano Indico con el Atlántico-, se basan en una investigación de la Asociación Mundial de Periódicos. El estudio enseña que los jóvenes cuestionan la credibilidad de Internet pero consideran que la red es un excelente espacio para el debate. Además, advierte que los chicos quieren verse reflejados en todas las páginas de los diarios y no en un producto específico. Por ello, Barnard se despidió de su auditorio contando que los jóvenes son seres desconfiados, que no creen ni en la publicidad ni en las motivaciones de los periodistas, pero, a la vez, son seres a los que les seducen tanto las informaciones locales como las internacionales, y que saben que la información es una gran herramienta para la integración social.
Las conclusiones de este periosita están muy lejos de descorazonar a los editores. Buscan que dentro de las redacciones de los diarios se sientan los latidos de un corazón nuevo. El mensaje se escucha a pocas cuadras del hospital Groote Schuur, donde en 1967, Christian Barnard, realizó el primer trasplante de corazón en el mundo. (Enviado especial)