"Hemos perdido el silencio y el grito"

"Hemos perdido el silencio y el grito"

El escritor Ernesto Sábato rindió un homenaje al pianista Miguel Angel Estrella en la localidad de Vinará. "En el vértigo no se dan frutos ni se florece".

MOMENTO EMOTIVO. Elvira González Fraga, secretaria de Sábato, sacó a bailar al maestro un vals. MOMENTO EMOTIVO. Elvira González Fraga, secretaria de Sábato, sacó a bailar al maestro un vals.
12 Octubre 2003
Producción periodística: Roberto Espinosa
Conmoción. Su espíritu se sacude con cada gesto de amor. Se ríe con gravedad. Ante cada pregunta o comentario, parece iniciar consigo mismo una suerte de diálogo interior, mojando por momentos los pies de su memoria en el Leteo (el río del olvido). Los 92 años de Ernesto Sábato se emocionan con la modorra del tiempo en el monte santiagueño. Su corazón se turba cuando Miguel Angel Estrella libera desde el teclado los pájaros de Juan Sebastián Bach en Vinará, ese caserío cercano a Las Termas donde el pianista tucumano pasó los primeros años de su vida.
Ernesto ha viajado a Vinará porque quería rendir un homenaje a su amigo. "Quise venir a este lugar donde fuiste niño a hablar con los chicos sobre la esperanza", le explica al llegar a la antigua casona de Música Esperanza y le anticipa a Estrella que luego le leerá un texto que escribió para él.
Un remolino de jóvenes se disputa un saludo del maestro. "Les pido que cuiden celosamente los dones que melancólicamente admiro en ustedes. Uno de ellos es el tiempo sereno en que transcurre la vida. Me recuerda a mi infancia... Porque entonces el tiempo era para los hombres, se lo gustaba despaciosamente, como los mates que uno a uno se pasaban...", les dice. "Pero luego vino aquello de que ?el tiempo es oro? y los hombres se largaron al vértigo. En el vértigo no se dan frutos ni se florece. Lo propio del vértigo es el miedo. El hombre adquiere un comportamiento de autómata, ya no es responsable, ya no es libre ni reconoce a los demás", explica.

Un intruso
Un mosquito travieso se interesa por sus anteojos. Ernesto Sábato no se amedrenta y, tras un rumor de protesta, con un veloz gesto ahuyenta al intruso vinaraqueño. "Ya nadie anda a paso de hombre. ¿Quién de nosotros, allá en Buenos Aires, camina lentamente? Pero el vértigo no sólo está afuera. Lo hemos asimilado a la mente, que no para de emitir imágenes, como si ella también hiciese zapping; y quizá la aceleración pueda haber llegado al corazón que late ya con urgencias para que todo pase rápido y nada florezca. Estúpidamente creemos que este vértigo es una gran oportunidad. Pocos se atreven a saltar afuera. Tampoco sabemos ya rezar, porque hemos perdido el silencio y también el grito", asevera con firmeza.
Ecos beethovenianos y heroicos sobrevuelan sus pensamientos. "Me han dicho que los jóvenes son quienes sufren el aislamiento, la falta de oportunidades, su separación de lo que sienten importante y grande. Y esto es así, doloroso, porque poder amar y crear, poder trabajar y cuidarse unos a otros son derechos inalienables de los seres humanos, criminalmente quebrados en nuestra patria, que fue una de las más ricas del mundo y hoy yace en el abandono y la miseria", afirma el escritor. "La vida de quienes nos rodean, la vida en el mundo ha de abrazarse como la tarea más propia y hay que salir a defenderla con la gravedad de los momentos decisivos", asevera con énfasis.


Apuntes vinaraqueños
DESDE EL ALMA.- Las manos de Estrella insinuaron un vals en el piano. "Desde el alma" fue ganando el recinto. Elvira González Fraga, secretaria de Sábato, lo sacó a bailar. La alegría se dibujó en el rostro de don Ernesto, quien pese a sus 92 años danzó con cuanta dama se le acercó. Un esfuerzo inusitado para un hombre de su edad.

CON GRAN POLENTA.- La primera vez que te escuché hablar fue en el Instituto Goethe, en Buenos Aires, allá por el 64. Se habían organizado encuentros con escritores e intelectuales y ahí nos enamoramos de vos. Tendrías unos 52 años; eras un tipo de una gran polenta y muy dramático... Nos expresabas ideas que después no nos dejaban dormir... Y después vinieron los encuentros fuertes contigo cuando volví al país y ahí nació otro amor más cercano, el de hacer cosas juntos, de estar en la misma longitud de ondas respecto de la misma democracia que había que construir... (De Estrella a Sábato).

LA POSTA DE VINARA.- Para revitalizar la localidad de Vinará como lugar histórico, ya que en la famosa posta el general San Martín descansó en su paso al norte para hacerse cargo del Ejército, la Fundación Música Esperanza, filial Vinará, se propone hacer obras de infraestructura para albergar a los turistas.



Miguel Angel Estrella, designado embajador ante la Unesco, dijo que apoyará propuestas de desarrollo comunitario que surjan en Tucumán
"Yo soy de los que peleará hasta el último día", sostiene con convicción, mientras sorbe un mate amargo en el paisaje vinaraqueño. El laureado pianista tucumano Miguel Angel Estrella es consciente de que su labor como embajador argentino ante la Unesco le consumirá muchas energías, pero ha decidido luego de tres meses de meditar la propuesta, aceptar el cargo porque siente que los objetivos de Néstor Kirchner están en su misma tonalidad. "Estaba en Medio Oriente cuando escuché a Kirchner decir en Nueva York: ?no se puede pedir a los muertos que paguen deudas?. Se me puso la piel de gallina. En esos tipos creo yo", señala.

- ¿En qué va a consistir tu trabajo en la Unesco?
- Grosso modo va a ser la continuidad de todo lo que venimos haciendo con Música Esperanza desde el retorno de la democracia. Es decir la cooperación norte-sur con países de la Comunidad Europea en el terreno del arte, de la cultura, de la educación y de la salud. Como vos sabés, ha sido un largo camino esto de ir creando relaciones de igual a igual con los países desarrollados. En el Tercer Mundo, en los países del sur, generalmente tenemos una actitud de poca autoestima. Frente a un europeo nos sentimos como que ellos son los importantes y nosotros somos los negritos. Con Música Esperanza eso se rompió... Capaz que sea una utopía creer que las relaciones norte-sur puedan tener otro carácter, pero apuesto a eso.

- ¿Por qué dudaste en aceptar la designación?
- Cuando me propusieron ser embajador yo abrí el paraguas. Les dije: "tengo una vida hermosa, pero repleta, no cabe nada más. Tengo cinco horas diarias de piano, más de cinco horas de Música Esperanza por día... Tengo una vida familiar muy grossa: tengo nietos con los que no soy un abuelo convencional. No soy de llevarlos al parque; soy un abuelo con el que cantan, les leo cuentos, les hablo de la vida... Doy cien conciertos por año que son viajes por el mundo, entonces dónde voy a meter la Unesco en esto. Lo definitorio fue que tuve encuentros con gente del equipo del canciller Bielsa sobre geopolítica, sobre lo que pasó en Irak y de lo que no puede pasar con Siria y Venezuela...

- ¿Qué se podrá hacer por este desvencijado Tucumán?
- Cuando haya propuestas serias de desarrollo comunitario voy a invertir toda mi energía y mi creatividad. Ahora yo sé que me van a llover miles de pedidos individuales; de que les organice una gira a tales músicos; que haga la proyección de tal película... Cuando pueda lo haré, pero va haber mucha gente se va a ofender... A mí me interesa sobre todo la historia de la comunidad, no las individuales. Naturalmente, si estoy frente a alguien que tiene un talento innegable voy a apoyarlo.

- ¿Cómo se puede revertir la realidad tucumana?
- Hacen falta muchos h... para rehacer... La pobreza progresiva es un flagelo no sólo en Tucumán. Se necesita gente de primera, gente de un rigor intelectual y de un amor por la humanidad, capaz de bajarse de las aspiraciones personales, de su gloria personal y de ponerse al servicio de la comunidad. La Argentina ha retrocedido muchísimo en educación, en cultura. La educación es una riqueza, como decía Jack Delors. Se necesita gente con polenta, con pasión para rehacer este tejido social destruido. Estoy seguro de que Tucumán la tiene, pero no está en la politiquería. No sé cómo es Alperovich, cuál es su historia... Sólo sé que Tucumán es mi pasado, mi presente y mi futuro.

Un músico social
"En los años 70, éramos rebeldes, pero con ideas que no apuntaban a enriquecernos, a ser millonarios; el brillo pasaba por la realización social. Por eso yo empecé luego a definirme como músico social, no de carrera. La palabra carrera siempre me perturbó; yo no le quiero ganar a nadie... Cada uno explota el talento que le dio Dios y lo trabaja con pasión", dice Estrella.

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