Leonardo Oyolay el locro-western

Leonardo Oyolay el locro-western

Por Hernán Carbonell, para LA GACETA - Salto (Provincia de Buenos Aires). La Víbora Blanca atiende en su casilla de Fuerte Apache. Su clienta y enemiga es la Marabunta, prostituta devenida aristócrata.

la moneda corriente de la marginalidad. “La violencia, como la maldad, es algo que todos tenemos latente”, advierte Oyola en la entrevista.. la moneda corriente de la marginalidad. “La violencia, como la maldad, es algo que todos tenemos latente”, advierte Oyola en la entrevista..
24 Agosto 2008
Lo de Oyola no es de ahora. En 2004, su primera novela, Siete & el Tigre Harapiento, fue tercera mención del Premio Clarín-Alfaguara y la publicó al año siguiente Gárgola, en una colección que por entonces hacía mucho ruido: Laura Palmer no ha muerto. Antonio Skármeta, integrante del jurado, comparó Siete... con una película de Quentin Tarantino.
El año pasado, la editorial española Salto de Página publicó Chamamé, pero la Península le tenía reservada aún una nueva recompensa a Leonardo Oyola: hace unas pocas semanas le otorgaron el premio Hammett a la mejor novela policial de 2007 -que compartió con el español Juan Ramón Biedma- de la Semana Negra de Gijón , una verdadera fiesta literaria encabezada por Paco Ignacio Taibo II.
No es extraño, entonces, que en su blog, entre sus libros preferidos, figuren Adiós muñeca, de Chandler; El sabueso de los Baskerville, de Conan Doyle, y La naranja mecánica, de Anthony Burgess.
Porteño de nacimiento, licenciado en Comunicación Social y con casi 35 años, Oyola ha mostrado también su arsenal narrativo en antologías como Uno a uno, In fraganti y Buenos Aires / Escala 1:1. Pero una de sus estrellas de sheriff literario más recientes es, sin duda, la publicación de la novela Santería en la colección Negro Absoluto que dirige Juan Sasturain.
Santería es el primero de una saga de cuatro libros cortos sobre la Víbora Blanca, una curandera que ve el futuro en el llanto de las palomas y en las tormentas; y lo que ve "no es algo bonito". Fátima Sánchez, alias la Víbora Blanca, nacida en El Jabuti de Flores y abandonada en un basurero del cinturón ecológico, atiende en su casilla de Fuerte Apache, en Buenos Aires. Su clienta y enemiga principal es la Marabunta, una prostituta devenida en empresaria aristócrata que hace ostentación del ascenso social, del poder y de los deseos oscuros.
La historia sucede en el 96, en pleno menemismo, días o semanas antes de que la villa sea devastada para emplazar el complejo Puerto Madero: "una isla. Otro país"; "Otra tribu menos, otra villa recuperada, dicen ellos". En tono de policial negro se mezclan una Mai y un amor muertos, dos policías "buenos", el argot de la calle -sobre todo, el de los pibes Danielín y El Emoushon-, la marginalidad, la cultura rock y el misticismo de los santos criollos: del Gauchito Gil a San Jorge."Mi ambición -escribe Oyola desde algún lugar del país- es terminar creando una especie de otro far west, apostando cada vez más a los duelos finales en sus desenlaces. Y laburar con Sasturain es un privilegio. Se aprende mucho de él. Y lo mejor son esas ganas y esa fuerza tan contagiosa que te transmite Juan para jugarte en lo que sea que estás craneando. Le metemos mucho laburo, sí, pero también la pasamos muy bien, nos divertimos bastante.

- Siempre trabajás con lo marginal, la violencia está siempre presente.
- La violencia, como la maldad, es algo que todos tenemos latente. Lamentablemente es moneda corriente en la marginalidad. O por lo menos, la más visible. Yo en mis textos coqueteo constantemente con otros géneros. Me gustan mucho lo fantástico y el humor. Pero en lo que no transo es en mis temores: los fantasmas y los monstruos no me asustan. Un tipo con un arma cargada, sí.

- Siete y el Tigre Harapiento recibió muy buenas críticas. Hasta fue catalogada de "soberbia". ¿Por qué creés que pasó eso?
- Me gusta mucho pensar o considerarme, antes que escritor, narrador. Siete... tiene toda la fuerza y a la vez la ingenuidad de una primera novela. Se le nota. Pero el ancho de espada creo que fue haber respetado el género para contar lisa y llanamente una historia. Entretener, sí. Y de paso ver si podía robar también algunas emociones. Parece que salió. Estoy orgulloso de escribir policiales y me hincha bastante que se los considere literatura menor. Una vez dijeron que más que escribir policiales yo hago westerns -locro westerns-. Esa me cabe mucho, ¿sabés?

- Lo que se viene ahora en la vida de Leonardo Oyola es Hacé que la noche venga, que se editará en setiembre.
- Es la historia de cuatro tipos que en el invierno del 39 bajan a la estación de Canning en el subte D para buscar lo que está matando obreros y cirujas durante las madrugadas y enfrentarse a ello. Unos dicen que es el mismísimo demonio; otros, que se trata de un mensaje mafioso. Es mi homenaje a la Kiss Army y a Clint Eastwood.

Y al final de la entrevista anuncia: "Si va todo bien, en octubre o noviembre vamos con Negro absoluto a Tucumán".© LA GACETA

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