Todos piensan en él

“Y  tal vez tu auto chocó la otra mañana / Y recién extrañarás a tu perro el día de su cumpleaños”.
El auto de Charly chocó hace mucho. Pero él se acuerda de todo, siempre. Como todos se acuerdan de él, en especial cuando choca, que cada vez es más seguido.
Como Diego, Pity o tantos otros, que son noticia cuando se pasan de (la) raya. Mucho más que cuando hacen lo que saben, y ahí no alcanza la puesta en marcha de una maquinaria infernal de comunicación. Porque llega un punto en el que todo está relacionado con sus excesos, con la lujuria y el descontrol.
No se trata de descubrir si la magia les surge cuando están deprimidos, borrachos, eufóricos o drogados. Ya están en ese limbo de perdición en el que en algún momento, tal vez, se sintieron cómodos, a pesar de haber llegado allí por causas ajenas a ellos mismos.
Si toma sopa podrida, si demuele un hotel o si baila semidesnudo en un boliche de onda, son más noticia que cualquier otra cosa que hagan. Es así. Es noticia porque son personajes que atraen. Lo demás es historia, o también noticia, cuando sale un disco que no sale, como “Kill Gil”. Aunque... no sale porque el sello desconfía, porque Charly está reloco.
Y si está reloco, ¿por qué no le seguimos la corriente y lo dejamos ser feliz? O hay que pensar en que el pobrecito está enfermo y hay que ayudarlo. ¿Ayudarlo? ¿Quiénes? ¿Por qué?
Hay veces que la sociedad, desde cada individuo que la integra, se ubica en el rol del sacerdote que debe exorcizar los demonios del otro. En abstracto, con los datos que bombardea la tele, se hacen diagnósticos y se encuentran soluciones. Como con los sojeros o el triunfo de Obama: todos toman partido, se ponen de un lado o del otro, y poco importan las razones, las consecuencias. Las vísceras mandan. Y todos piensan en él...
“Yo sé que no soy culpable / Yo sé que ahora soy feliz / Yo sé que quería que alguien / alguien en el mundo piense en mí”.