Son cada vez más los adolescentes adictos

Son cada vez más los adolescentes adictos

Las consultas se multiplicaron por seis durante la última decada y la edad de inicio va bajando hasta niveles alarmantes.

YA ES UN PROBLEMA SOCIAL. La adicción a las drogas se va extendiendo rápidamente y está atrapando a chicos menores de 16 años. YA ES UN PROBLEMA SOCIAL. La adicción a las drogas se va extendiendo rápidamente y está atrapando a chicos menores de 16 años.
27 Febrero 2005
En los centros públicos y privados que tratan la adicción a las drogas se comprueba que la enfermedad va alcanzando niveles alarmantes en Tucumán. En general la sociedad tiende a ocultarla, pero se manifiesta a través de los delitos y hechos violentos que aumentan con el consumo.
Aunque en nuestra provincia habría varios miles de personas con adicción, apenas unas 400 están en tratamiento.
"A la adicción se la encuentra en todos los ámbitos y niveles. Se ha convertido en un problema social. Cada año, los pacientes que recibimos son más jóvenes. Antes tenían 20 años o más; ahora tienen 16 o menos. Si seguimos así, en el futuro vamos a atender a chicos de 9 o 10 años", alertó el presidente del centro Volver, José Hugo Saab.

A los 5 años ya aspiran
En Ariadna, otro centro, hay muchos pacientes de 13 y de 14 años. "En los barrios marginales, donde hacemos campañas de prevención, hay chicos que se inician en las adicciones a los 5 o 6 años, aspirando pegamento", dijo la psicóloga Viviana Juárez.
Una realidad similar es comprobada por los terapeutas de los otros dos centros privados (CAIS e Inti Huasi) y por la directora del servicio público que funciona en el Hospital Avellaneda, María Eugenia Almaraz.
"Cada vez es menor la edad de los pacientes y mayor la demanda de atención. Se multiplicó por cinco o por seis en la última década. No creo que disminuya", lamentó.
La consulta en el sector adicciones del Avellaneda (México 977) alcanza a unos 200 pacientes, el 70% de los cuales está en tratamiento. Sin embargo, en el hospital no se aplica la modalidad "internación de día", que necesitan los pacientes que han llegado a la segunda etapa de la enfermedad, previa a la dependencia. Esperan hacerlo en un futuro próximo, cuando terminen de adecuar el espacio físico.

No saben adónde acudir
Mientras tanto, los cuatro centros privados aplican la "internación de día" a un centenar de jóvenes y adolescentes, en total, pero todos coinciden en que hay un número mucho mayor de enfermos que no acceden a ninguna terapia y que se encuentran en grave riesgo.
"El mayor impedimento para acceder a una terapia es la desinformación: la gente no sabe adónde concurrir y lo creen más complicado de lo que en realidad es", aclaró Almaraz.
Otro desafío de los especialistas es el alto margen de fracaso en los tratamientos, según índices a nivel mundial. Se habla de un 30% o un 40% de éxito, en el mejor de los casos.
"La sensación de impotencia produce un alto desgaste psíquico: angustia, ansiedad, ante la realidad de esta enfermedad tan difícil de combatir -reveló el psiquiatra Gustavo Marangoni (CAIS)-. La frustración golpea de tal modo, que hay que hacer tratamiento al propio terapeuta. Se lo conoce como el ?síndrome del profesional quemado?".
El bajo índice de recuperación se debe a que el drogadependiente tiene dañadas ciertas zonas del cerebro y debe hacer un esfuerzo sobrehumano para dejar la sustancia, según explicó el médico Alfredo Miroli.
"Esto hace que recaigan, porque es muy difícil luchar contra un daño cerebral", aclaró. Por otra parte, Miroli anunció que hay avances muy importantes en las investigaciones del cerebro y se experimentan medicamentos para reducir la dependencia en el caso de la cocaína y la heroína.
El operador socioterapeuta de Volver, José Hardoy, considera que hace falta mayor prevención. "Hay que crear un espacio en la escuela, donde los adolescentes reflexionen, dialoguen y reconceptúen su condición tan especial de adolescentes", propuso.
En el caso de los pacientes que han entrado en la etapa de dependencia y requieren internación cerrada, los centros tucumanos suelen derivarlos a Salta, a la comunidad terapéutica Betania. Otros se derivan a Buenos Aires, a la Clínica Hoffman.

Un tratamiento costoso para las obras sociales
Hasta 1996, en la Argentina no se reconocían a las adicciones como una enfermedad, lo cual respaldaba la negativa de las obras sociales a cubrir el tratamiento. Un trabajo desde las neurociencias, a nivel nacional, en el que participó el tucumano Alfredo Miroli, logró que se aprobaran dos leyes nacionales: la 24.445 y la 24.752. La primera hace responsables de cubrir totalmente los costos de la atención del paciente a las obras sociales y, la segunda, a las empresas de medicina prepaga.
"Deben hacerlo en forma gratuita, sin coseguro -explicó Miroli-. Esto permitió, a partir de 1998, que todos los pacientes que tienen obra social y medicina prepaga pudieran entrar a tratamiento en más de 300 comunidades terapéuticas reconocidas y habilitadas en el país". El médico admitió que algunas pocas obras sociales retacean a sus afiliados este tipo de cobertura porque resulta costosa, pero aclaró que la gente debe hacer valer sus derechos.
A los pacientes sin obra social ni recursos económicos, el Gobierno provincial les cubre el tratamiento mediante subsidios que otorga la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones, creada por José Alperovich hace un año y dirigida por Miroli.
"Nosotros atendemos a las personas que pueden pagar un tratamiento y a las que no tienen recursos y son subsidiadas por la Provincia", explicó la psicóloga Viviana Juárez (Ariadna). La franja intermedia, que no puede pagar pero tiene obra social, queda en una zona gris. "No trabajamos con obra social, porque no hicimos los trámites. Son muy engorrosos", justificó Juárez.

Una granja en Trancas
La mayor ambición de Miroli es abrir un centro de internación residencial oficial, algo que no existe en el resto del país, salvo en Mendoza. Funcionaría con la modalidad de comunidad terapéutica.
"Crear el centro es fácil. Lo difícil es mantenerlo. Se necesitan recursos humanos capacitados, que tendrán una actividad intensa. Los tenemos en los cuatro equipos privados que están trabajando en el tema", afirmó.
La iniciativa coincide con el proyecto que impulsa desde la Legislatura el parlamentario Juan Roberto "Chino" Robles, que logró que se aprobara una ley para la creación de una comunidad terapéutica en la provincia. Será una granja situada en un predio de Trancas.
Ya hubo una reunión con 20 ONG, en la que se formó una comisión para definir el proyecto.
"La mayor preocupación nuestra es que en Tucumán no existe esta posibilidad para la gente de bajos recursos -argumentó Robles-. Pero, además, hace falta esta alternativa para prevenir otro problema: cuando el delito de tenencia de estupefacientes para consumo deje de ser federal (tal como se propone en Diputados de la Nación), va a colapsar el sistema penitenciario de la provincia".

Un genocidio que permanece oculto
El de la drogadicción es un problema que se oculta, que trata de ignorarse. "Cuando alguien denuncia que hay chicos drogándose en la escuela, la directora y las maestras lo esconden o lo niegan, por miedo a verse complicadas en un problema. Es algo de lo que no se habla, como en la época de la represión. Ahora es la droga lo que está matando a nuestros jóvenes", alertó el psiquiatra Silvio Hoffman, director médico de una comunidad terapéutica bonaerense. Allí están internados ahora seis adolescentes tucumanos, entre un total de 20 pacientes.
Hoffman señaló, en diálogo telefónico con LA GACETA, que hoy la mayoría de los pacientes tiene entre 15 y 16 años. "Son chicos que empezaron a drogarse al fin de la escolaridad primaria -calculó-. Se puede considerar, entonces, que está ocurriendo un genocidio".
El psiquiatra observó que la mayoría de los enfermos proviene de las clases más humildes -"víctimas de la inseguridad económica, de no poder dar de comer a los hijos, o de vestirlos", explicó-.
A Hoffman le preocupa que en el narcotráfico haya cómplices en todos los niveles. "Se los podría desenmascarar rápidamente si se quisiera investigar. Los chicos que están en tratamiento nos dan datos precisos -reveló el autor del libro ?¿Qué droga la droga??- La adicción debería ser una enfermedad de denuncia obligatoria, como son la fiebre amarilla, el cólera o la lepra".

Una madre desesperada
Llena de angustia, la madre de un adolescente adicto a las drogas buscó durante más de un año la manera de salvar a su hijo.
"Empezó un tratamiento ambulatorio cuando tenía 17 años, pero no daba resultado porque seguía consumiendo. Me dijeron que él tenía que ?tocar fondo? para decidirse a dejar la droga; pero eso podía significar la cárcel o la muerte", resumió Edith S. Nadie sabía informarla sobre las opciones de internación que había en otras provincias, ni sobre la manera de cómo acceder a ellas.
Un día, después de sacar a su hijo de la cárcel donde estuvo detenido por robo y donde seguía consumiendo droga -según contó-, Edith se enteró de una comunidad terapéutica en Buenos Aires. Con la ayuda de un juez de menores, pudo internarlo. "Estoy segura de que le salvé la vida. Ahora está mucho mejor", dijo.

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