La familia de Villa Carmela que le da batalla al dengue

La familia de Villa Carmela que le da batalla al dengue

Los Lazarte sospechan que se enfermaron por el mal estado del barrio en el que viven. Así atravesaron la patología que los obligó a extremar los cuidados.

TAREAS PREVENTIVAS. Las fumigaciones en los barrios no pueden interrumpirse. Es una acción decisiva. TAREAS PREVENTIVAS. Las fumigaciones en los barrios no pueden interrumpirse. Es una acción decisiva. LA GACETA / INÉS QUINTEROS ORIO

La primera en presentir que algo no andaba bien fue Soledad. Como tiene un bebé muy pequeño, le preocupó que la fiebre le subiera tanto. Trató de calmarse. Pero esa noche -el miércoles de la semana pasada- no pudo dormir. Sentía que sus huesos estaban a punto de quebrarse. La consulta en el centro asistencial y un análisis le confirmaron la noticia más inesperada: tenía dengue.

El diagnóstico dejó atónitos a todos en la familia Lazarte, que viven en el barrio Islas Malvinas (Villa Carmela). Desde que comenzaron las campañas por la epidemia se habían preocupado por sacar cuanto recipiente pudiera acumular agua y servir de criadero para el mosquito Aedes aegypti, que transmite la enfermedad.

Tres días después de aquella noticia otra vez el termómetro estaba al rojo vivo. En esta oportunidad el que presentaba fiebre altísima y dolor corporal era otro integrante de la familia: Abel. No lo podían creer. “Fuimos al CAPS y nos dijeron lo que ya suponíamos, que era dengue. Nos mandaron a la casa con paracetamol”, repasa Marcelo, tío de los dos jóvenes afectados, antes de adelantar que todavía faltaba más: el domingo fue él quien se levantó con síntomas.

“Tenía fiebre. Como había estado lavando el auto el día anterior y me había mojado, imaginé que podía ser un resfriado. No quería pensar en dengue. Pero repentinamente tuve un dolor intenso en el cuerpo y sufrí un mareo”, explica Marcelo, de 43 años. En ese momento estaba haciendo en su casa unos arreglos de electricidad (a eso se dedica) y tuvo que dejar todas las herramientas y partir hacia el dispensario de San José porque prácticamente no podía ponerse en pie. “Estaba deshidratado y tenía muchos calambres”, describe. Mientras lo revisaban se dio cuenta que tenía un sarpullido en la piel. Ya no lo podía negar: enfrentaba la enfermedad conocida como “fiebre rompehuesos”.

“Todavía no lo puedo entender: tres personas en una misma familia”, reniega Marcelo. “Estoy mejor, pero cuando me pasa el efecto del paracetamol me duele bastante el cuerpo. Ese malestar y los calambres no me dejan dormir de noche”, apunta. Su sobrino Abel también se recupera favorablemente. Soledad no corrió la misma suerte y tuvieron que internarla porque se desvaneció el martes a la tarde. “Los médicos nos dijeron que es porque está con las plaquetas bajas y, si no se estabiliza, van a tener que hacerle una transfusión”, cuenta afligido.

“El dengue es horrible. Nos afectó mucho. Es preocupante, ya que si no estás bien físicamente o con defensas bajas puede causar lo peor”, opina Lazarte. Su tono es un mix de emociones: la tranquilidad de que de a poco se estén recuperando en su casa; el dolor de haber visto a sus familiares y de haber sufrido los picos de fiebre y otros síntomas propios del virus; y una dosis de miedo o prudencia que lo lleva a extremar precauciones. “Revisamos toda la casa de nuevo para sacar lo que pudiera estar juntando larvas. Fumigamos. Y ahora tenemos que usar repelente todo el día y poner espirales”, dice.

Tiene dos grandes temores: que alguno de los que ya tuvieron el virus se vuelva a infectar y pueda padecer la versión más grave de la patología o que un mosquito la enferme a su madre, de 84 años. “Ella no podrá soportar los dolores”, evalúa.

También está enojado. “Era cuestión de tiempo que nos ataque una enfermedad así. En este barrio vivimos muy mal, rodeados de aguas estancadas, de basura y malezas. Los vecinos nos cansamos de pedir mejoras hace años, pero no tenemos respuestas de la comuna. Las calles están en pésimo estado y el camión recolector de residuos ni siquiera quería pasar por aquí”, confiesa. “Esta zona siempre está llena de mosquitos por más que hagamos esfuerzos. Ya hay otras personas en el barrio que están con síntomas de dengue”, resalta Marcelo. Su vivienda está a pocos metros de la ruta 315 (Camino del Perú).

Para darle batalla al Aedes, él, su familia y algunos vecinos se pusieron manos a la obra: cortaron el pasto y las malezas de los espacios comunes y hasta compraron ripio para arreglar las calles y disminuir la cantidad de pozos donde el agua queda estancada. “Ojalá esto sea solo un mal recuerdo”, concluye.

Más casos en Tucumán

La provincia sigue sumando casos de dengue confirmados. La cifra de infectados trepó a 232 ayer. En los últimos días se duplicaron los casos. Las zonas de circulación de dengue autóctono detectadas por el Siprosa son las localidades de San Miguel de Tucumán, Yerba Buena, Tafí Viejo, Lules, Alderetes y Banda del Río Salí. Ahora también se sumó Concepción, donde se registraron varios pacientes con síntomas de la patología. En el país el avance del mal es preocupante: dos personas murieron el martes y ya suman 12 los fallecidos. Sólo en Misiones hay más 5.000 enfermos.

Cuidate de la enfermedad

- Eliminá todos los recipientes en desuso que puedan acumular agua (como latas, botellas, neumáticos).

- Da vuelta los objetos que se encuentran en el exterior y pueden acumular agua cuando llueve (baldes, palanganas, tambores).

- Cambiá cada tres días el agua de bebederos de animales, colectores de desagües de aire acondicionado o lluvia.

- Rellená los floreros y portamacetas con arena húmeda.

- Limpiá canaletas y desagües de lluvia de los techos.

- Usá repelentes.

- Si tenés estos síntomas consultá al médico: fiebre alta,  dolor de cabeza (detrás de los ojos), de músculos, de huesos y de articulaciones, náuseas y erupción cutánea.

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