George Gershwin: una rapsodia en busca de la eternidad

George Gershwin: una rapsodia en busca de la eternidad

Fue uno de los músicos estadounidenses más destacados del siglo XX. Falleció a los 38 años. Su pasión por la pintura, las fiestas y los perros.

1924. Febrero 12. Los nervios bailan en las piernas, cuando espiando a través de las cortinas, ve conversando en la platea a Rachmaninov, Jascha Heifetz, Fritz Kreisler y Stravinsky. Pero también están sus amigos, así como papá y mamá. El fracaso o la gloria llegarán luego de 20 minutos. Cuando el glissando del clarinete desviste la velada, una bocanada de jazz le humedece el corazón. Posa sus manos en el teclado y desata una Rapsodia en Blue que, sin pensarlo, buscará la eternidad.

1898, 26 de septiembre. Ese lunes, Brooklyn lo ve nacer como Jacob. Rosa Bruskin y Morris Gershovitz, sus padres, están de fiesta. La infancia callejera por Nueva York. Tiene 10 años cuando escucha cantar el violín de su amigo Max Rosenzweig en un recital. La música le toca una fibra. Tras una discusión familiar, a su hermano mayor, Ira, le compran un piano, pero Jacob, o mejor dicho, George, en adelante, interpreta una melodía de Rubinstein y gana la pulseada. El pianista Charles Hambitzer es ahora su maestro. Lo introduce en la música clásica, lo estimula a ir a los conciertos. Ya admira a Irving Berlin y a Jerome Kern.

Tiene 15 años cuando los grillos cantores se afianzan en su alma. Las melodías comienzan a estallarle en las manos de la imaginación, mientras vende partituras en la editora Remick. 1919, el famoso Al Jolson se estremece con una canción y estrena Swanee en el Winter Garden. El delirio se adueña de Estados Unidos. Descubre en Ira, ferviente lector, a un letrista de fuste. Los dólares serán una bola de nieve desde ese momento. La comedia musical La La Lucille gana el fervor de Broadway.

Caos y vitalidad

Pero no está satisfecho. Quiere elevar al jazz a una jerarquía académica. Ferde Grofé le orquesta la Rapsodia en Blue y se aventura como solista. “Quería mostrar que el jazz es un idioma que no debe ser limitado a una canción y un estribillo que se presentan en tres minutos... Intenté expresar nuestra manera de vivir, el tempo de nuestra vida moderna con su velocidad, su caos y su vitalidad... Antes que presentar musicalmente escenas específicas de la vida estadounidense, la Rapsodia encarna una asimilación del sentimiento. Tomé el blues y lo puse en forma más amplia y seria. En cambio, si hubiera usado los mismos temas y los hubiese puesto en canciones, podrían haber desaparecido hace años”, explica.

El director Walter Damrosch le encarga una obra para ser interpretada por la Filarmónica de Nueva York. Debe descubrir en un libro cómo es la estructura de un concierto. Es un intuitivo nato. El Concierto en Fa cosecha elogios. Un premio Pulitzer por su musical Of Thee I Sing no tarda en llegar. “Me agrada la disonancia; lo obvio me aburre. La nueva música y el nuevo arte son similares en cuanto al ritmo: comparten un poder sombrío y un sentimiento bello”, comenta.

Los dólares y las cenas

Alto, moreno, delgado, es amante de las fiestas -puede pasar horas tocando si se lo piden-, de los perros y de la pintura, su otra pasión. Pinta autorretratos y colecciona telas de Picasso, Chagall, Gauguin, Modigliani, Kandinski, Utrillo, Roualt... Ni Maurice Ravel ni Igor Stravinsky se atreven a darle clases, pese a que él les ha pedido. Sergei Prokofiev augura que llegará lejos si abandona “los dólares y las cenas”. “Fue un innovador. Lo que hizo con el ritmo, la armonía y la melodía no es algo meramente estilístico. Sé que es un artista y un compositor: expresa ideas musicales que son nuevas, tan nuevas como la forma en que las expresa”, afirma Arnold Schoenberg, su amigo y rival tenístico. Cuando Ravel se entera de que ha ganado 200.000 dólares en un año le dice: “soy yo el que debería tomar lecciones contigo”.

Edipo es alguien más que un rey. “No me casé porque no encontré a ninguna mujer que fuera como mi madre”, dirá defendiéndose ante la falta de amoríos. La música y la pintura derrotan a veces a la soledad. Sus éxitos navegan por el Misisipí, por Harlem, por el desierto y desembarcan en Europa: Un americano en París; la ópera Porgy and Bess; los Preludios; El hombre que amo; I Got Rhythm; Embraceable you... “El mundo está lleno de orquestadores competentes que no pueden en toda su vida escribir cuatro compases de música original. Cualquiera que tenga ideas inspiradas escribirá la gran música de nuestro tiempo. No pienso que exista algo así como la composición musical mecanizada, sin sentimientos, sin emociones... La música es un arte que apela directamente a las emociones. Los únicos tipos de música que perduran son aquellos que poseen forma en un sentido universal, y la música folclórica. Todo lo demás muere”, afirma.

Alucinaciones

A pesar de su complexión atlética, una buena parte de su vida sufre de estreñimiento crónico, náuseas y agudos dolores gástricos. Estos malestares se hacen más cotidianos en 1934. Los médicos están desconcertados. Un psicoanalista le dice que sus problemas surgen de una neurosis crónica. 1937. Los dolores de cabeza comienzan a paralizarlo. Su coordinación se vuelve irregular: el tenedor se le cae de la mano, las alucinaciones olfativas son una constante, así como la fotofobia. En febrero, actuando junto a la Filarmónica de Los Ángeles, siente vértigo y se equivoca en un pasaje de su Concierto en Fa mayor.

Un tumor se balancea en su cerebro, le entorpece las ideas y los movimientos. Las melodías trastabillan en intensas jaquecas. Curiosamente, en la Ciudad Luz, a Maurice Ravel le está sucediendo algo parecido. El 9 de julio, su vida ingresa en punto y coma en el hospital. Desorientados, los médicos deciden operarlo. Durante la trepanación parecen escapar acordes de la Rapsodia en Blue, de Porgy and Bess y un puñado de canciones. Ese domingo 11 de julio, a media mañana, en Beverly Hills, deprimidos, solos, los 38 años de George Gershwin extrañan Nueva York. Por las hendijas del silencio se ilumina Summertime en la garganta de una negra: “Una de estas mañanas te levantarás cantando, desplegarás tus alas y partirás al cielo”.

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