Un gran proyecto de 1903

El 29 de octubre de 1903, el gobernador de Tucumán, don Lucas Córdoba, presentaba a la Legislatura un proyecto de máxima importancia, que venía a coronar su política sobre el agua. Nada menos que la construcción de un gran embalse del río Salí, en un paraje denominado El Cadillal. La obra tenía un costo de 1.071.180 pesos. El mensaje a la Legislatura expresaba que “dicho embalse tendrá capacidad para regar con agua permanente 100.000 hectáreas, aumentando en 80.000 más las que se riegan actualmente con el río Salí, en la zona del departamento de la Capital y Cruz Alta”. El beneficio se hacía “extensivo al de Leales, parte del de Tafí, incluso en Burruyacu, el que recibirá íntegras las aguas del río Calera, hoy aprovechadas casi exclusivamente por Cruz Alta”.

Arrimaba otras consideraciones. El auge de los cultivos al norte de Tucumán, con su riego, absorbían tanta agua de los afluentes del Salí, que este llegaba muy disminuido a la Capital y Cruz Alta. La situación traía problemas a las fábricas azucareras y “lo que es más grave todavía”, privaba de líquido “hasta para la bebida de las gentes” además de afectar el ganado y el regadío de tierras en la estación seca.

Esto marca, decía, “la necesidad de realizar cuanto antes el embalse proyectado, porque sólo así, contando con agua permanente y en la proporción del desarrollo de nuestras industrias, podremos dar por definitivamente resuelto el problema del riego en la parte cultivable de estos 5 departamentos de la provincia, que ha sido una de las constantes preocupaciones de mi gobierno.”

La ley fue sancionada y promulgada de inmediato. El ingeniero Carlos Wauters diseñaba el proyecto. Las obras del dique se inauguraron el 27 de noviembre de 1904. Habría que esperar hasta la década de 1960 para que se llevara a cabo aquella iniciativa visionaria del gobernador Lucas Córdoba, tras múltiples modificaciones en el plano inicial. Pero eso es otra y larga historia.